Me pareció muy certero: ¿quién no ha conocido personas "comunes y corrientes" cuyas historias y anécdotas, relatadas por un narrador sensible, receptivo y con cierto dominio de la palabra escrita, no podrían llegar a ser oro en polvo?
No soy muy original: me interesan algunas mujeres, el fútbol, la filosofía, la literatura, la música-especialmente el rock-, la política, el cine, las ciencias sociales… Me hubiera gustado jugar en la primera de Boca y salir campeón mundial con la selección argentina de fútbol, pero no me alcanzó el talento. Tengo pendiente salir campeón con mis amigos de algún torneo amateur. Escribo por varias razones, pero fundamentalmente para que me quieran.
martes, 1 de enero de 2013
LO QUE BOLAÑO LE DIJO A VILA MATAS
Me pareció muy certero: ¿quién no ha conocido personas "comunes y corrientes" cuyas historias y anécdotas, relatadas por un narrador sensible, receptivo y con cierto dominio de la palabra escrita, no podrían llegar a ser oro en polvo?
lunes, 20 de febrero de 2012
domingo, 11 de diciembre de 2011
LA SOBERBIA DE ALGUNOS LITERATOS, Y LA FILOSOFÍA COMO VAMPIRISMO



LOS LITERATOS FANÁTICOS
Me genera una mezcla de comicidad, pereza mental y bronca la catarata de agresiones de muchos comentaristas que derrochan su bilis en blogs de contenido más o menos filosófico o literario.
De ellos se puede decir algo similar a lo que autores como Borges o Bolaño han dicho sobre el carácter fútil de tantos que -como "Pituca" en el tema ricotero- creen ser el mejor culo para su sillón.
Según Bolaño:
“(…) Los escritores de La literatura nazi… no son, no es más que una metáfora del oficio de escritor, de la literatura. Que es un oficio –a mi modo de ver– bastante miserable; con gente –practicado por gente– que está convencida que es un oficio magnífico. Y allí hay una paradoja bestial, un equívoco bestial. Yo a veces –es decir– es un equívoco como si alguien ve a una persona muerta con cuatro balazos en la cabeza, diez balazos en la espalda y un cartel que dice: “te maté por tonto”, lo ve y dice: “uh, sufrió un accidente”. Es así el equívoco. ¿No sé cómo no se dan cuenta? El oficio de escribir es un oficio poblado de canallas –eso más o menos todo el mundo lo intuye– pero es que además está poblado de tontos, que no se dan cuenta de la fragilidad inmensa… ¿Cómo se dice esto, que no perdura?
(Warnken) De lo efímero…
De lo efímero que es. Es decir, yo puedo estar con veinte escritores de mi generación y todos están convencidos de que son buenísimos y que van a perdurar. Eso es una ignorancia –aparte de un acto de soberbia enorme– es de una ignorancia bestial. Porque se les puede preguntar: “a ver, si sabes, has leído o tienes una ligera idea de la historia de la literatura, ¿cuántos escritores latinoamericanos sobreviven de la década de 1870-1880? Nómbrame a veinte”. Y ya no te hablo de un país, te hablo de todo un continente.
Jorge Luis Borges escribió un poema sobre eso: (1)"A un poeta menor de la Antología"…
Ah, ese es un poema muy bueno…
¿Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo? El río numerable de los años los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Bueno, pero Borges se está refiriendo a los poetas menores de la antología inglesa. Que son poetas menores que perduran. Están allí y son poquísimos. Son poetas menores e incluso poquísimos. Y además son poetas menores muy buenos".
Lo curioso es que hay escritores muy copados que entienden lo efímero de la escritura y no se toman demasiado en serio a sí mismos, pero cuyos lectores -más papistas que el Papa y todo los miembros del Opus Dei juntos- tienen la desgracia de: a) pretender detentar el monopolio de la interpretación de tal o cual texto; b) se comportan ante el artista que les gusta o los conmueve como en la parodia de Capusotto, aquella en la cual se representa a un enajenado que estaba en la tribuna mirando un recital de Spinetta, gritando -con el cuello estirado como un gallo mañanero-: "¡¡Flaco, tocá Muchacha... Muchacha tocá, flaco!!"
FILOSOFÍA Y VAMPIRISMO
Acuerdo con la concepción del filósofo como un vampiro. A lo largo de la historia de la filosofía, se ha comparado al filósofo con un "ratón de biblioteca", o con la figura hegeliana del "búho de Minerva". Un profesor de filosofía español, bastante piola, decía que la unión del búho y el ratón se daba en la figura del vampiro.
El vampiro es una criatura nocturna que vive en cuevas y sale a la superficie a procurarse el sustento. El vampiro se mantiene vivo succionando la sangre de sus víctimas: tiene que estar atento a la aparición de bellas jovencitas de buen cuello para morderlas placenteramente y así no tornarse ceniza o cadáver.
El vampiro es un conde aristocrático, que comprende el pasado, la tradición filosófica, pero que necesita de la juventud del presente para mantenerse vivo.
"Si el filósofo fuera capaz, por una parte, de mantener el tipo solemne de la gran sistematicidad del pensamiento occidental de Platón a Aristóteles hasta Hegel y, por otra parte, fuera capaz de pegar buenos mordiscos al cuello de las cosas más vivas actualmente y transfundirlos a esta idea de 'suspensión', tan extraña, de la filosofía, se trataría de un vampiro que está en la oscilación del tiempo. No se puede decir que sea eterno, él vive con el tiempo, pero es como si el tiempo no pasara por él: está constantemente a punto de convertirse en tierra y en cenizas si no recibe sangre nueva, pero por otra parte, tiene que reposar siempre en la tierra del origen, por eso donde quiera que vaya tiene que llevar su féretro, porque en el féretro va la tierra del origen y si él no descansa sobre ese féretro, está perdido. Así, pues, juegan entre la tierra del origen y la sangre nueva de lo extraño. Yo diría que el filósofo sería un poco esta imagen, la imagen de un topo o de un ratón que es, a la vez, lechuza: en el fondo, la imagen de un vampiro". (Félix Duque)
Esa concepción del filósofo como vampiro se opone a la patética figura del "intelectual" como "faro de la razón": el intelectual que -más allá de sus buenas intenciones- se cree destinado a condensar en sí mismo la luz de la razón para proyectarla a los demás. Esa figura se asemeja al "nido de águilas" nazi, donde se refugiaba el Führer para pensar, y donde se decía que cuando el sol se levantaba y Hitler salía al balcón, se proyectaba sobre su rostro.
Se supone que el sol no debe ir directamente sobre el pueblo, para no quemarlo. Según Duque, esa peligrosa figura está presente incluso en Hölderlin, para quien el poeta es aquel que recibe el fuego solar, a riesgo de quemarse, para envolverlo y dárselo al pueblo en forma de canción/poema.
(1) A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA
¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.
Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.
Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que la ceniza
de que está hecho el olvido?
Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.
En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.
jueves, 15 de septiembre de 2011
BORGES Y BOLAÑO COMO POLEMISTAS
En su juventud, incluso, escribió poemas que simpatizaban con la Revolución Rusa:
"La trinchera avanzada es en la estepa un barco al abordaje con gallardetes de hurras: mediodías estallan en los ojos. Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres y el sol crucificado en los ponientes se pluraliza en la vocinglería de las torres del Kreml (sic). El mar vendrá nadando a esos ejércitos que envolverán sus torsos en todas las praderas del continente. En el cuerno salvaje de un arco iris clamaremos su gesta bayonetas que portan en la punta las mañanas". (Sevilla, 1920)
Bolaño, por su parte, tiene frases muy tajantes: "Con Soriano hay que tener el cerebro lleno de materia fecal para pensar que a partir de allí se pueda fundar una rama literaria (...) Con Soriano los escritores argentinos se dan cuenta de que pueden, ellos también, ganar dinero. No es necesario escribir libros originales, como Cortázar o Bioy, ni novelas totales, como Cortázar o Marechal, ni cuentos perfectos, como Cortázar o Bioy, y sobre todo no es necesario perder el tiempo y la salud en una biblioteca guaranga para que encima nunca te den el Premio Nobel. Basta escribir como Soriano. Un poco de humor, mucha solidaridad, amistad porteña, algo de tango, boxeadores tronados y Marlowe viejo pero firme". (Derivas de la pesada)
O este fragmento de "Sobre la literatura, el premio nacional de literatura y los raros consuelos del oficio":
"Primero que nada y para que quede claro: Enrique Lihn y Jorge Teillier no obtuvieron nunca el Premio Nacional. Lihn y Teillier están muertos.
(...) Puesto a escoger entre la sartén y el fuego, escojo a Isabel Allende. Su glamour de sudamericana en California, sus imitaciones de García Márquez, su indudable valentía (...) resulta, aunque parezca difícil, muy superior a la literatura de funcionarios natos de Skármeta y Teitelboim.
Es decir: la literatura de Allende es mala, pero está viva; es anémica, como muchos latinoamericanos, pero está viva. No va a vivir mucho tiempo, como muchos enfermos, pero por ahora está viva. Y siempre cabe la posibilidad de un milagro".
"No te parece que es el mayor bluff de la literatura" (Borges, sobre el Fausto de Goethe)
De Shakespeare: para Borges "en literatura fue un amateur, the divine amateur, lo compara con Dante, verdadero literato".
miércoles, 14 de septiembre de 2011
LUTHER: EL DETECTIVE Y SUS FANTASMAS
viernes, 19 de agosto de 2011
LEYENDO A BOLAÑO EN EL GIMNASIO
Pese a lo interesante del relato, yo cada tanto miraba de reojo la graciosa escena donde el profesor se le ponía atrás de la bicicleta fija a una morocha y le hablaba al oído, como si le estuviese enseñando a jugar al pool. ¿Qué tan difícil puede ser aprender a pedalear en una bicicleta fija como para necesitar ayuda profesional?
En Literatura + enfermedad = enfermedad", Bolaño ordeña una vaca para tirarle la leche tibia y agria por la cabeza, llora sobre la leche derramada o se lamenta porque tal vez en poco tiempo dejará de tomar y de comer -cuando escribió el relato, el cáncer que lo llevó a la muerte estaba avanzado- y sale del médico habiendo recibido noticias que lo llenan de nostalgia y de miedo. Pero súbitamente alza los ojos y ve a una interesante mujer cuyos tacos no logran disimular su escasa estatura, que está haciendo la cola para ingresar a otra consulta, y esa visión hace que sus temores se evaporen por un rato.
Me dieron unas ganas terribles de largarme a llorar, pero AC/DC seguía a todo volumen y el ambiente gimnástico no era del todo propicio.
miércoles, 13 de abril de 2011
MONÓLOGO DE JOAQUÍN FONT. FRAGMENTO DE "LOS DETECTIVES SALVAJES" DE BOLAÑO
miércoles, 12 de enero de 2011
EL ATROZ ENCANTO DE SER MARCOS AGUINIS

"El secreto de la demagogia es parecer tan tonto como su audiencia, para que esta gente se piense a sí misma tan inteligentes como el demagogo". (Karl Kraus)
No tengo nada en contra de la legibilidad en sí misma. Tampoco creo que tener pocos lectores o ser incomprendido sea garantía de complejidad o profundidad. Está claro que uno puede ser un autor excelente y popular, malo y popular, excelente y poco conocido, malo y poco conocido, y multitud de matices entre cualquier extremo, según la ideología, los gustos y la formación de cada quien.
El historiador inglés Eric Hobsbawm -por caso- combina prestigio, un estilo de escritura didáctico y ameno, con cierta dosis de popularidad. El padrino I y II son grandes películas y han recaudado mucho dinero. Vamos, que los ejemplos de obras y autores que reúnen calidad, sencillez y popularidad podrían multiplicarse. Por otra parte, recuerdo y en gran medida adhiero a las diatribas de Nietzsche contra "esos pensadores que enturbian las aguas para hacerlas parecer profundas". Incluso puedo admirar el talento pedagógico de un Fernando Savater, un filósofo que vende muchos libros a partir de un estilo llano y la elección de temas cotidianos (aunque a veces simplifique demasiado).
Eso sí, respecto de los libros de Aguinis... ufff, los libros de Aguinis... A-g-u-i-n-i-s-..... ¡¡Pucha digo!! ¡¡No lo puedo soportar!! Su pseudo sociología berreta que lo hace generalizar la supuesta "esencia de la argentinidad" a partir de una anécdota personal de viaje en taxi, el confundir metáforas de sentido común con explicaciones causales sólidas y argumentadas... En fin, no vale la pena el esfuerzo de tomarse el trabajo de refutarlo. Este post es más una catarsis que otra cosa.
Con declaraciones como ésta, así nos va. Por supuesto, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario (aunque esto suene innecesariamente melodramático) para que ese escritor resabiado pueda hacer esta y cualquier otra declaración, según sea su gusto y ganas. Que cualquiera pueda decir lo que quiera decir y escribir lo que quiera escribir y además pueda publicar. Estoy en contra de la censura y de la autocensura. Con una sola condición, como dijo Alceo de Mitilene: que si vas a decir lo que quieres, también vas a oír lo que no quieres.
La obra de Reinaldo Arenas ya está perdida. La de Puig, la de Copi, la de Roberto Arlt. Ya nadie lee a Ibargüengoitia. Monterroso, que perfectamente bien hubiera podido declarar que tres de sus personajes inolvidables son Mándela, García Márquez y Vargas Llosa, tal vez cambiando a Vargas Llosa por Bryce Echenique, no tardará en entrar de lleno en la mecánica del olvido. Ahora es la época del escritor funcionario, del escritor matón, del escritor que va al gimnasio, del escritor que cura sus males en Houston o en la Clínica Mayo de Nueva York. La mejor lección de literatura que dio Vargas Llosa fue salir a hacer jogging con las primeras luces del alba. La mejor lección de García Márquez fue recibir al Papa de Roma en La Habana, calzado con botines de charol, García, no el Papa, que supongo iría con sandalias, junto a Castro, que iba con botas. Aún recuerdo la sonrisa que García Márquez, en aquella magna fiesta, no pudo disimular del todo. Los ojos entrecerrados, la piel estirada como si acabara de hacerse un lifting, los labios ligeramente fruncidos, labios sarracenos habría dicho Amado Nervo muerto de envidia.
Los escritores actuales no son ya, como bien hiciera notar Pere Gimferrer, señoritos dispuestos a fulminar la respetabilidad social ni mucho menos un hatajo de inadaptados sino gente salida de la clase media y del proletariado dispuesta a escalar el Everest de la respetabilidad, deseosa de respetabilidad. Son rubios y morenos hijos del pueblo de Madrid, son gente de clase media baja que espera terminar sus días en la clase media alta. No rechazan la respetabilidad. La buscan desesperadamente. Para llegar a ella tienen que transpirar mucho. Firmar libros, sonreír, viajar a lugares desconocidos, sonreír, hacer de payaso en los programas del corazón, sonreír mucho, sobre todo no morder la mano que les da de comer, asistir a ferias de libros y contestar de buen talante las preguntas más cretinas, sonreír en las peores situaciones, poner cara de inteligentes, controlar el crecimiento demográfico, dar siempre las gracias.
No es de extrañar que de golpe se sientan cansados. La lucha por la respetabilidad es agotadora. Pero los nuevos escritores tuvieron y algunos aún tienen (y Dios se los conserve por muchos años) padres que se agotaron y gastaron por un simple jornal de obrero y por lo tanto saben, los nuevos escritores, que hay cosas mucho más agotadoras que sonreír incesantemente y decirle sí al poder. Claro que hay cosas mucho más agotadoras. Y de alguna forma es conmovedor buscar un sitio, aunque sea a codazos, en los pastizales de la respetabilidad. Ya no existe Aldana, ya nadie dice que ahora es preciso morir, pero existe, en cambio, el opinador profesional, el tertuliano, el académico, el regalón del partido, sea éste de derecha o de izquierda, existe el hábil plagiario, el trepa contumaz, el cobarde maquiavélico, figuras que en el sistema literario no desentonan de las figuras del pasado, que cumplen, a trancas y barrancas, a menudo con cierta elegancia, su rol, y que nosotros, los lectores o los espectadores o el público, el público, el público, como le decía al oído Margarita Xirgu a García Lorca, nos merecemos. (¡Gracias Roberto Bolaño, por tus libros!)
miércoles, 15 de julio de 2009
BOLAÑO: SOBRE HUCKLEBERRY FINN DE MARK TWAIN

Las aventuras de Huckleberry Finn no es una novela para gente decente sino más bien todo lo contrario, y eso es curioso, pues el éxito de esta novela entre gente decente, que al fin y al cabo son los compradores y consumidores de novela, fue enorme, la novela se vendió (y se sigue vendiendo) en cantidades astronómicas, lo que dice mucho de las pulsiones secretas de la gente decente o de la clase media, esa clase media hacia la que todos nos encaminamos, como soñaba Borges, y sin duda se leyó poco en los círculos más frecuentados por Huck, es decir entre los adolescentes hijos de padres alcohólicos y maltratadores huidos de casa, o entre los estafadores y malhechores, o en el círculo de los negros, aunque según Chester Himes la suerte de Las aventuras de Huckleberry Finn en las bibliotecas de las cárceles de Estados Unidos no es mala”.
El capítulo 21 comienza con un conflicto motivado por una serie de insultos de un borracho llamado Boggs hacia el tendero del pueblo, el Coronel Sherburn, quien al tiempo se termina hinchando las pelotas:
-Estoy cansado de este asunto, pero lo aguantaré hasta la una. Hasta la una, ¿oyes?, no más. Si se te ocurre abrir la boca contra mí sólo una vez más después de esa hora, te aseguro que no podrás viajar tan lejos que no te encuentre.
La cuestión es que poco después, la turba rodea el cadáver y un tipo, llamado Buck Harkness, propone "linchar a Sherburn. Después de un minuto decía lo mismo todo el mundo, así que se marcharon, rabiosos, gritando y arrancando todas las cuerdas de tender la ropa que veían para colgarlo con ellas.