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domingo, 24 de febrero de 2013

INTERESANTE CHARLA DONDE ALEJANDRO KAUFMAN REFLEXIONA SOBRE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA, LOS DERECHOS HUMANOS, LA DEMOCRACIA Y LOS MEDIOS

¿Hasta qué punto cabe naturalizar el hecho de que Jorge Lanata lleve un cerdito a un estudio de televisión y lo compare con Orlando Barone, en un programa periodístico que pretende estar hablando de política? 

La degradación del otro, el insulto, sólo busca desmoralizarte, llevarte a reaccionar. El mismo Lanata, hace poco, criticó a Kicilloff porque se fue en silencio en lugar de pararse a argumentar contra quienes lo insultaban. ¡Un delirio! Una de las pocas reacciones posibles ante quienes te patotean, es huir del lugar para no echar más leña al fuego. 

Está claro que cuando, luego de invitar a Beatriz Sarlo a 678 para debatir, se le pega durante una semana entera, se está haciendo algo similar. Beatriz Sarlo es una figura respetuosa, que merece una consideración diferente a la que impera en la maquinaria mediática de picar carne.

La "canción de los parecidos" de TVR, ¿está muy lejos del humor contra el débil de un Tinelli o un Miguel del Sel? ¿Qué tan democrática es la práctica de contratar un enano para disfrazarlo y burlarse en Duro de Domar?

Y con esto arribamos al concepto de “violencia simbólica”, un invento conceptual de Pierre Bourdieu. 

Pero, ¿qué es la violencia simbólica, en términos coloquiales? Podría decirse que es un discurso sistemático que por lo general precede a la violencia física. La violencia nunca o casi nunca ocurre “en frío”, sino que viene sustentada por la injuria sistemática. Para ser considerado sujeto de derechos humanos, primero te tienen que considerar un ser humano.

Cuando alguien te compara con un cerdo sepulta la posibilidad de todo tipo de intercambio de ideas. Para no poder discutir con una persona, o para dejar de considerarla sujeto de derechos políticos, lo mejor es reducirla al nivel de una basura. 


Todo esto que digo fue tratado en el transcurso de un diálogo muy interesante entre Barragán y Alejandro Kaufman, que pude escuchar gracias al siguiente post de Oscar Cuervo:

La entrevista se puede descargar aquí:


Les corto y pego algunos fragmentos, pero no la transcribo completa porque es demasiado larga:

Kaufman: "La violencia simbólica es una violencia que no es física pero tiene un correlato y consecuencias eventualmente físicas. Y precede a la violencia física. Siempre que va a haber violencia física viene precedida por la violencia simbólica. Nadie se pelea en frío: mojar la oreja, insultar, etc., y luego se legitima socialmente. En los colectivos sociales la violencia no ocurre de repente. Cuando se trata de situaciones de linchamiento, de discriminación, de racismo y de genocidio antes hay una sistemática situación de violencia simbólica que puede durar mucho tiempo y que se parece mucho a lo que está ocurriendo en estos años. Todavía no se comprende bien ese problema, el peronismo no lo comprendió –por buenas razones, no por malas razones-porque es un movimiento político y no se vive a sí mismo como víctima, sino como resistente, como luchador. Hay un conflicto entre defenderse de la violencia simbólica y hacer política. Si el peronismo no fuera como es, si se hubiese puesto en una posición de víctima –y esto no lo digo peyorativamente porque lo podría haber hecho- te puedo asegurar que la masacre de 1955, de centenares de personas en la Plaza de Mayo, crimen de lesa humanidad indudablemente, sería recordado y conmemorado como el peor atentado de la historia argentina. Y eso no es así: en la propia resistencia peronista se hablaba de bombardeos, como si no hubiera muerto nadie ahí. Esto se justifica en las luchas políticas, tiene una lógica. En las democracias modernas las cosas han cambiado un poco y aparece la problemática de los derechos humanos. Y los derechos humanos están relacionados con combatir la violencia simbólica, porque esta precede a las atrocidades. Carrió, por ejemplo, no está loca, lo que hace es construir un arma letal de tipo verbal que está disponible para cuando sea necesario usarla, que es un arma linchadora. Cuando ella el otro día dijo que es "el fin del fascismo, y lo que ahora viene es Rumania y Roma", está hablando de Ceaucescu y Mussolini, que sabemos cómo murieron: está haciendo un llamamiento al linchamiento de la presidenta.


Esto nos lleva a una de las debilidades que tenemos en este momento, una de las cuales radica en que esto no es una discusión sobre argumentos; esta no es una discusión sobre la verdad y la mentira. ¿Cómo se explica que alguien pueda mentir sistemáticamente y con completa impunidad todos los días? Porque lo que hacen no es representar la realidad, sino insultar. Cuando vos insultás, cuando alguien te compara con un cerdo [como hizo Lanata con Barone], eso implica el ejercicio de una violencia que sepulta la posibilidad de todo diálogo. Si vos querés abrir un diálogo con una persona tenés que interrumpir ese comportamiento, disculparte, arrepentirse, rectificarte, etc.; alguien te grita y te insulta, no está hablando con vos, entonces vos no le podés replicar con argumentos.

Barragán: Ahí hay un nivel de psicopatía, porque el mismo tipo que te dice que sos un ladrón y que sos un chancho, te dice "vos sos un fascista que no querés conversar/debatir conmigo".

Kaufman: Mirá, yo cuando le explico esto a mis alumnos les digo lo siguiente: el insulto es un sustituto de la mancha. Acá estamos los dos sentados. Suponte que ahora cayera un balde lleno de excrementos, de algo maloliente. Vos no pensás de mí que yo soy eso, pero yo no me podría quedar sentado acá, tendría que ir a bañarme. No importa que el insulto sea verdad o mentira, lo que importa es que hace imposible que el insultado pueda permanecer frente al otro. La injuria, el insulto, busca vulnerarte, mancharte, de modo que vos no puedas permanecer sentado en el mismo lugar. El que te insulta lo que busca es debilitarte, desmoralizarte. Clarín, entre otros, lo que hace es insultar, injuriar, todos los días, todo el tiempo. Eso produce un efecto.  Vos fijáte que 678, por momentos, produce un efecto de sublimación. Varios funcionarios públicos que han asistido al programa van allí a hacer catarsis. Es una cosa muy interesante que no se ha debatido. Eso pasó con Kicilloff, pasó con Abal Medina y ayer pasó con Juliana Di Tullio. Van allí a expresar el sufrimiento y la mortificación que padecen con todo eso que ocurre. Esto no tiene un valor políticamente relevante, pero sí desde el punto de vista humano.

Barragán: Esto no es que hay un grupito de inadaptados, está el poder detrás de todo esto.

Kaufman: Pero el poder ha hecho eso en toda la historia: con los esclavos, con las brujas, con los judíos, con los negros, con los colonizados, con los indios. Es lo que pasaba en los campos de concentración de la Esma: primero tenés que hacer que esa persona deje de ser persona, que se convierta en una basura. Lo que hicieron los genocidas es organizarlo sistemáticamente para que funcionara en serie, como una línea de montaje. En la vida común también ocurre,  en otra escala evidentemente muy diferente, pero no es ajena a eso. Busca derrotar al adversario a través de esos métodos, no le da cuartel, no lo puede escuchar, no puede convivir con él.

El problema de fondo de la Argentina es que las clases dominantes no pueden aceptar el piso que estableció el primer peronismo. No es una cuestión de que argumentes nada, porque no lo quieren aceptar, quieren borrarlo, volver a como era antes, quieren volver al año 40. Luego del 17 de octubre cambiaron las cosas. Es una cuestión de distribución de la riqueza y de derechos. ¿Sabés lo que produce tanto odio? La persona que adquirió derechos es otra persona, no la podés tratar como una basura. El obrero argentino no es barato, no es como el chino o el africano, sino es alguien que cree que tiene que ganar mucha plata. Cuando el obrero argentino no tiene ese piso lucha, hace el Cordobazo, resiste... (...)

Las clases dominantes no aceptan eso, no aceptan tener una economía que sea compatible con este piso de derechos. ¿Por qué el peronismo es la única opción? Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo. Eso está en el aire, de esos hablamos todos (…) 

Barragán: Frente al insulto permanente, ¿entonces por qué después nos parece una perversión el binarismo? ¿Qué otra cosa se puede hacer que no ser binario ni estar de aquí o de allá?

Kaufman: El problema del binarismo es que es ineficaz. Si el que te insulta te lleva a vos a responder del mismo modo, ganó él, porque es lo que quería. El erro es creer que vos le podés argumentar. La política de 678 era oportuna durante un momento, el primer año 2009, relativamente. Pero después empezó a perder eficacia, porque el espectáculo de ver que uno miente y el otro desmiente permanentemente, lo único que confirma es una metodología de la mancha y el insulto, del que la gente al final sólo termina por intentar alejarse. Es como la riña de gallos. ¿Qué querés ver en eso? Que uno quede muerto y otro quede vivo. Sin embargo, eso no es lo que queremos para la vida en común... 

Otro error gravísimo es creer que a Clarín se lo derrota desde la argumentación, creer que la cuestión tiene algo que ver con la verdad o la verosimilitud o la credibilidad. ¡No! Eso está completamente equivocado. Nunca tuvo nada que ver con eso. ¿Escucháme, después de las Malvinas?  Mintieron a todo el mundo todo el tiempo de forma permanente, y no volvieron de ahí. Entonces, ¿de qué credibilidad me están hablando? Clarín no es el poder de la verdad, sino la verdad del poder. Es como cuando en las películas de terror al monstruo le disparás con todo y después hay un montón de humo por los disparos, y cuando se disipa sigue ahí, y luego arrasa con todo.


(…) Hay que discutir los medios. La prioridad de 678 es la televisión basura, no la política. (...) ¡Hay que discutir la televisión! Porque la política actual está subordinada a la misma televisión, con la misma lógica de la dictadura y el menemismo.

(...) 678 tiene que ser un programa diferente a Duro de Domar y TVR, porque estos últimos son programas de entretenimientos, donde la política se mezcla con el entretenimiento. En cambio 678 pertenece a la televisión pública, a la discusión política. (...) Vos no podés ponerlo a Borges haciendo dos chistes y a partir de ahí armar todo un discurso. Para mí, un primer momento de derrota en 678 tiene que ver con la invitación a Beatriz Sarlo. Ella no puede ser tratada como si fuera lo mismo que las otras personas con las que se la suele comparar. Es una persona muy respetable, con la quien generalmente estoy en desacuerdo, pero es racional, respetable y -aunque es antiperonista, tiene sesgos, etc.,- tiene un modo de comportarse distinto. Lo de "Coca Sarlo" es un acto de misoginia, es insultante, es inaceptable. Otro momento fue el evento con Lucas Carrasco. ¡Eso no puede suceder! Lo que quiero decir es que 678 tiene una enorme responsabilidad, y al empresariado que lo conduce no le preocupa esa responsabilidad. (...) Todo lo bueno que tiene el kirchnerismo radica en cuando fue en contra de lo que hay".


En definitiva se trata, y acá estoy hablando yo y no Kaufman, de profundizar la democracia, de democratizar los medios, de profundizar derechos. Se me ocurre el caso de Roberto Gargarella, entre otros. Se trata de una persona que no puede asemejarse a Mariano Grondona o a los mecanismos carroñeros de la editorial Perfil. ¿Se entiende? Nos podemos enojar, podemos chicanear, podemos enfervorizarnos, pero tenemos que ayudar a cambiar la lógica nefasta que predomina en los medios, en la política y en la sociedad civil.

La televisión basura es una usina interminable de violencia simbólica. No se la puede poner a Ayelén Barreiro en la "canción de los parecidos".

Otro punto a discutir es la "televisión rubia", que no refleja la diversidad de etnias que existen en la Argentina. Cuando yo voy a laburar me tomo el 24 o el 100 en Avellaneda, tipo 5 y media de la mañana, para bajarme en capital. El bondi está lleno de obreros, de personas de rasgos indígenas, de peruanos, bolivianos y paraguayos o sus descendientes.

En fin, no sigo porque ya el post es bastante largo y, para muchos, seguramente aburrido.


Chau, ¡sean felices!

domingo, 18 de noviembre de 2012

EL PERONISMO, SEGÚN UN COMENTARISTA DEL BLOG DE TOMÁS ABRAHAM

En el siguiente link, un tal Marcos nos ilumina con su "análisis" del peronismo:

"A mi manera de ver una de las cosas, que destaca al peronismo es su capacidad para convocar a tanto chorro, a tanto metedor de la mano en la lata de dineros ajenos, a tanto corrupto apilado dentro de una misma sigla política. Y no es que la corrupción y el robo descarado e impune sea la excepción que confirma la regla, sino que mas bien resulta exactamente al revés, y es la decencia administrativa la excepción dentro de cualquier gobierno peronista. Me viene a la memoria el caso del senador por Entre Ríos, Alasino que se construyó frente a la ribera del Río Uruguay una mansión que por su tamaño se podría igualar al del viejo Cabildo de Buenos Aires con su recova incluida, para no hablar de la pista de aterrizaje con la extensión similar a la de un aeropuerto internacional que el ilustre riojano hizo construir con recursos públicos para su uso personal en su provincia. Entonces cuando se habla de “modelo inclusivo” esta frase se transforma sencillamente en una coartada, que sirve para legitimar los latrocinios, y convierte en cómplices de estos a la porción del electorado que comparte o compartió algunas de las migajas de un robo tan escandaloso. Es precisamente el hecho que se encuentran obligados a distribuir algo del botín, para legitimar sus robos obscenos, aquello que se denomina como modelo inclusivo. De allí también, la famosa frase legitimadora: “roban pero hacen”".

¡Qué difícil se vuelve desterrar este tipo de lugares comunes! Lo más triste es que son pseudo-reflexiones que crecen como el moho en una pard húmeda. El amigo Marcos tiene una suerte de corruptómetro incorporado que lo hace concluir que robar forma parte del "ADN peronista". ¿Cómo medirá la corrupción, haciendo inducciones apresuradas a partir de anécdotas personales? ¿Por las tapas de los diarios? ¿Por el índice de percepción de la corrupción? Remito a la siguiente discusión del blog Mesa de Autoayuda K, que me pareció muy interesante. En cuanto pueda, amplío mi visión en los comentarios.

jueves, 12 de julio de 2012

ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO: “YO NO LO INVENTÉ A PERÓN”


http://www.youtube.com/watch?v=UoSafPduXW0 


Bueno, mirá, lo digo de una vez. Yo no lo inventé a Perón. Te lo digo de una vez, así termino con esta pulseada de buena voluntad que estoy llevando a cabo en un afán mío de liberarte un poco de tanto macaneo. La verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria....


Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por la clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena [se refiere a la Patagonia Rebelde y a la Semana Trágica], porque pedía un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que los permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, el hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco....No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta [se refiere a Robustiano Patrón Costas, cuya postulación en la fórmula con Ramón Castillo se malogró con el golpe del 4 de junio de 1943]....

Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. Tendrías, como un señor que yo conocía y que iba todos los meses a cobrarlo, un puesto de ama de cría para cubrir sus gastos, que se lo pagaban oficialmente, y un sueldo para salir con el clan.Yo me acuerdo del clan. Y vos también. Aquella mafia siniestra que salía sólo para aterrorizar gente y mataba una vez a gomazos, otra vez a tiros y a veces con el camión para hacerlo más divertido. No, si la memoria fastidia. Pero yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la estulticia que manejaba el país. Mirá, si vos hubieras estado en la Semana Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcala, y hubieras visto morir primero a aquellos cinco, luego a cientos, y hubieras visto masacrar judíos por una "gloriosa" institución que nos llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y Eva Perón.En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de hambre. Los maestros sirviendo de burla en lugar de hacer llorar porque estaban sin cobrar un año entero. ¡No! ¡Y todo vendido! ¡Y todo entregado! Yo sé que te da rabia que te lo repitan tantas veces, pero es que entristece también pensar que no lo querés oír. El otro día, en un discurso oí que decías refiriéndote a un gobierno de 1918: "Ya por ese entonces los obreros gozaban...".

¿De qué gozaban? ¡Los gozaban!, que no es lo mismo. Y, sí, Mordisquito, ¡los gozaban!La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés nada; la que te habla claro te parece vulgar.Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones cuando era chico. Ahora, ¡no! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora, Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso -por no decir la infamia- de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Perón y Eva Perón. Pero no fui yo quien los inventó. A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que se ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay, Mordisquito, qué desmemoriado te vuelve el amor propio!

Te dejo. Con tu conciencia. ¡Perón es tuyo! ¡Vos lo trajiste! ¡Y a Eva Perón también! Por tu inconducta. A mí lo único que me resta es agradecerte el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Gracias te doy por él y por ella, por la patria que los esperaba para iniciar su verdadera marcha hacia el porvenir que se merece.

¡A mí ya no me la podés contar, Mordisquito!

Hasta otra vez, sí. Hasta otra vez.


Enrique Santos Discépolo (27 de marzo de 1901-23 de diciembre de 1951):

Como se sabe, Discépolo se inventó un personaje “contrera” para discutir con él, llamado “Mordisquito”. Puede que su personaje constituya una suerte de “falacia de hombre de paja”, pero lo que dice sirve para ilustrar algunas cuestiones acerca de una oposición que supo ser asesina, profundamente reaccionaria y odiadora. Esto no exime al peronismo de sus lacras ni de sus actitudes autoritarias, pero explica bastante bien el motivo por el cual gran parte del pueblo defendió siempre a “su líder”.

Termino el post con una cita de Feinmann:

Enrique Santos Discépolo, notable, puro, acaso ingenuo poeta argentino. Orestes Caviglia, que había sufrido lo suyo, lo escupió en plena calle. Arturo García Buhr, actor (oli)garca, que haría una torpe película propagandística de la Libertadora (…) lo insultó. Le llegaban infinidad de anónimos agraviantes. (…) Balbín, en un acto de campaña, lo definió como a un “mantenido del peronismo”. Le llegaban  paquetes con excrementos. Entró en un profundo cuadro depresivo. Llegó a pesar treinta y siete kilos. “Buenos Aires es una hermosa ciudad (dijo), para salir de gira”. El 23 de diciembre de 1951 se murió. No todos lo odiaban. Aníbal Troilo llegó al sepelio y lloró, desesperado, largamente sobre el cuerpo del poeta

martes, 10 de julio de 2012

LA DICOTOMÍA ALPARGATAS SÍ, LIBROS NO


En el primer tomo de Peronismo: filosofía política de una persistencia argentina, José Pablo Feinmann nos dice que a principios de la década de 1940:

Los obreros no entraban a la Universidad (…) siempre, de un modo agobiante, irrecuperable ya, se ha señalado el carácter barbárico del peronismo porque los tempranos obreros que adhirieron a su causa lanzaron la consigna alpargatas sí, libros no. El clasismo, el culturanismo de elite de nuestra oligarquía y de nuestras clases medias (1) (que se mueren por el ascenso social, es decir, por ser oligarcas) ve en esa consigna un desdén por la cultura. Oigan, un obrero no entraba en la Universidad. En la Universidad están los libros. Los libros, por consiguiente, no eran para los obreros. Eran para los estudiantes, para los hijos de las clases acomodadas. Los libros los agredían. Los libros eran, para ellos, un lujo de clase, un lujo inalcanzable. Los negaron. Los negaron porque ellos, los libros, los negaban a ellos, porque estaban en manos de los estudiantes que vivando a la democracia y a la libertad y a los aliados los despreciaban como negros incultos. Entonces dijeron: libros no. Por otra parte, ¿qué factor de identificación tenía el pobre migrante que acababa de llegar del campo, el cabecita que sólo recibía el desdén de los cultos? Lo suyo era la alpargata. Entonces dijeron: alpargatas sí. La consigna, en suma, decía: Nosotros sí, ustedes no. O más exactamente: Nosotros, los que usamos alpargatas, sí; ustedes, los que leen libros, no. Quedó entonces: alpargatas sí, libros no. Era un enfrentamiento de clase y hasta de color de piel. Para colmo, para mayor irritación de los estudiantes (que, en esto, tenían razón), los torpes, filonazis militares del GOU, llenan las Universidades de profesores católicos, de ultramontanos, cultores trasnochados de esencias y de categorías aristotélico-tomistas”. (Págs. 48-49)

Más allá de las simpatías o rechazos que a cada lector le pueda suscitar la soberbia de Feinmann, encuentro que no le falta razón en lo que dice. Salvando las distancias históricas, se puede contrastar ese fragmento acerca de la vieja cuestión de alpargatas vs libros, con el testimonio del escritor César González, quien a sus 16 años cayó en cana por un secuestro extorsivo, y contó en una entrevista con Aliverti su relación con los libros y la cultura:


A lo largo de su crianza en la villa Carlos Gardel, César se ligó seis tiros. Afortunadamente, estando en el penal conoció a Patricio, un voluntario que iba a visitarlos periódicamente. Patricio estableció un vínculo con los presos a través de la magia y los libros; pero sobre todo lo conquistó su capacidad de escuchar y tratar a cada uno como lo que era: un ser humano y no un monstruo.

“Lo que generó Patricio en mí fue una pregunta, algo tan básico como eso. Yo nunca me había preguntado nada, simplemente había ido para delante".

Lo primero que le impactó a César -alias Camilo Blajaquis- fue que Patricio se animó a entrar al interior del  pabellón, en el corazón del penal, donde habitualmente sólo entra la requisa. El tipo les leía fragmentos de Úselo y tírelo, de Eduardo Galeano (2). El escritor uruguayo dice que la invitación al consumo es una invitación al delito:

“Nos hacía entender por qué habíamos ido a robar. La psicóloga nos había dicho que íbamos a robar porque éramos culpables, malos, agentes activos de la violencia que debíamos cambiar para adaptarnos a la sociedad. Ahí empezó a entender que él salía a robar porque quería pertenecer al mundo del consumo: '¿por qué no voy a tener un celular si lo tienen todos?'".

Les desgrabo un fragmento de la entrevista, que tiene que ver con el tema del post:

“Aliverti: en una nota dijiste que te pegaron por leer.

Camilo Blajaquis: Y sí… para mí no es ningún honor, ni tampoco me llena de odio. Porque con esas cosas que yo pasé, tendría que estar lleno de odio hermano, lleno de resentimiento; tendría que ir a buscarlos a esos guardias que me pegaron porque pasaba el recuento y me veían leyendo.  Pero los entiendo, los comprendo, no hay odio, porque en cierto punto yo me la busqué también. Si pasa el recuento y estoy leyendo siempre, obvio que el guardia se va a sentir zarpado. ¿Qué te querés hacer, el Gramsci? No podés dejar el libro en el recuento… Digamos que yo también qué pretendía, ¿Qué el guardia entienda y me apoye? Es la cárcel. No sería guardia si me entendiera. '¿De qué se la quiere dar este villero?'. Yo estaba desubicado. No me quiero victimizar, pero realmente son cosas feas que pasan los pibes, y que los pibes hacen pasar también a la gente a la que asaltan. Es un montón de violencia y dolor de un lado y del otro.

Ese maltrato físico dolió, pero uno viviendo en la villa está más preparado; sabe que la cárcel es una posibilidad en la existencia. A mí me dolió más el otro maltrato: el de quien supuestamente estaba para ayudarme, y no hizo más que reprimirme.

(Aclaración: en cierta oportunidad, César le llevó un poema a la psicóloga, quien en lugar de alentarlo a que escriba le dijo que era mejor que aprendiera a laburar al salir de ahí, que la poesía no le iba a servir para nada).

Después de esa psicóloga, tuve ocho psicólogos más. Todos me fueron diciendo lo mismo. Ahí comprendí que todos querían que yo trabajara con la cabeza gacha, y que ese discurso venía desde el aparato institucional falta de comprensión y falta de aliento para que un pibe pudiese desarrollar otro personaje distinto al modelo que ellos quieren imponer (…)”

Para seguir leyendo:


NOTA AL PIE:

(1) La visión “jauretchiana” que J. P. Feinmann tiene de la clase media argentina suele ser muy reductora. Para complejizar la cuestión, remito al siguiente post:

 http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com.ar/2011/09/jauretche-antiintelectualismo-y.html

(2) No leí el libro de Galeano, pero me parece muy liviano decir que "el consumismo es una invitación al delito". Me parece que en este sentido, la realidad es mucho más compleja.

jueves, 3 de mayo de 2012

"ROBAN PERO HACEN": PIERRE OSTIGUY

Respuesta del politólogo canadiense Pierre Ostiguy, en setiembre de 2008, que en cierta forma se relaciona con el post sobre Lanata que había puesto aquí

Si quieren leer la entrevista completa, vayan al siguiente link:


¿Qué correlación encuentra usted entre el peso político que adquiere el issue "corrupción" con la situación económica? Dicho en otros términos ¿los argentinos creemos con facilidad que "roban pero hacen"?

Ahí entra claramente, a nivel de la discursividad política, mi diferenciación alto y bajo. Todo el discurso “alto” enfatiza, constantemente y fuertemente, la corrupción, la honestidad, la ética, la transparencia, etc. El “roba pero hace” es un lema discursivo típicamente populista. Fue un tema de Adhemar en Brazil, pero uno se lo puede imaginar fácilmente en bocas peronistas en la Argentina.

Ahora, hay que poner una fuerte advertencia, para no caer preso del discurso “alto” (pues aquí se habla de discurso, y no necesariamente de prácticas).

Guillermo O’Donnell me hizo notar, hace ya 7 años, que muchos políticos “altos” hablan en contra de la corrupción, pero la practican abundamente. Uno puede pensar en el escándalo que involucró al gobierno de De la Rúa y que llevo “Chacho” Alvarez a renunciar. Es decir, lo que choca y contrasta es más bien—otra vez a nivel discursivo—la franqueza descarada del peronista (bajo) Barrionuevo, para decir en publico cosas inadmisibles. Y de un cierto modo, eso es el peronismo: decir y hacer en publico cosas “que no se hacen”. Y no es que la gente discursivamente “alta” nunca lo hace, pero tienen la llamada “decencia” de guardarlo en lo privado.

A nivel de recepción, igual creo que el asunto de la corrupción es más molesto para sectores educados de clase media. Para gente empobrecida, es normal que el “hacer” y el “cumplir” sea más vital e importante. 

Además, hay códigos de clase muy distintos, me parece. Creo que guardar las apariencias importa menos
en los sectores sociales bajos.

¿Considera Ud. que mejoras sustanciales en la distribución del ingreso podrían modificar las prácticas "clientelares" o de "territorialización" de la política que se registran en la Argentina?

Sí. No cabe la menor duda de eso. Sería interesante para los argentinos estudiar como objeto histórico (y no como modelo) lo que pasó a principio de siglo en EEUU con los progresistas, cuando quisieron romper las “political machines” o aparatos clientelares del Partido Demócrata en las grandes ciudades del país, con la gente necesitada. EEUU tambien tuvo su “peronismo”, aún si fue sin grandes lideres carismáticos.

Igual, creo que hay diferencias muy grandes, en cuanto a “particularismo de intercambio”, entre un “favor” personal de parte de un puntero, como lo describe Javier Auyero, y una política más general que afecte económicamente y especificamente como objeto a los sectores empobrecidos de la población, como por ejemplo el “Zero Fome” en Brazil. Y eso, sin hablar por supuesto de una política impositiva que realmente redistribuya el ingreso, o de políticas nacionales que redistribuyan rentas extraordinarias.

lunes, 26 de marzo de 2012

EL GORILISMO EJEMPLIFICADO EN LA FIGURA DE BORGES


“Con Borges decimos que no se puede ser peronista sin ser canalla o idiota o las dos cosas. Desde luego no basta con ser antiperonista para ser buena persona, pero basta ser peronista para ser una mala persona” (Adolfo Bioy Casares)

Muchos creen que el término "gorila" no sirve para pensar, sino para descalificar al que piensa distinto y para clausurar el debate. Pese a que hay algo de cierto en esa queja, no coincido plenamente. Para mí, el término sigue teniendo vigencia, aunque ahora los cañones "gorilas" estén dirigidos a "la Yegua". Al respecto, traigo a colación una definición de Ticruz, dicha en otro contexto, con la que mayormente coincido: 

“Existe un viejo reclamo en torno a la palabra “gorila”, principalmente de parte de las izquierdas tradicionales. ¿Es posible no ser peronista y tampoco gorila? ¿Es sencillamente “gorila” un sinónimo de “opositor”? Se ha usado así, y coincido en que no tiene sentido el término de esa manera. El gorilismo, si es de alguna manera una palabra que representa algo, no es la oposición al peronismo, sino la reducción del peronismo a eso: a un fenómeno primitivo, infernal, visceral. No hay desacuerdo, no hay discusión, sólo odio y desprecio. El otro no piensa diferente, o es cómplice del mal, o es víctima de su estupidez”.

Y un poco más adelante: 

“Tampoco nadie pensaba que Perón era un orangután irracional, todo lo contrario. El gorililismo piensa que el líder es, de hecho, un estratega maquiavélico, con una capacidad especulativa brillante, que manipula a una masa irracional. El primitivo no es el líder para el gorilismo -véase el Rosas de “El matadero” y el “Facundo”- , sino sus seguidores. Sólo puede haber dos razones para seguir a ese líder: la idiotez y la maldad. Y el corolario necesario de eso es que el otro, el seguidor de ese líder, deja de ser sujeto válido de diálogo, no es atendible en tanto sujeto pensante. Hacia él sólo queda el odio y el desprecio, la lástima si se es generoso. Eso implica poner al otro en el lugar del salvaje o del bárbaro, en categorías de Lévi Strauss. Esa reducción del otro a la oposición entre civilización y barbarie, es, propongo yo, el gorilismo. E insisto: veo eso en Sarlo”.

No me interesa elucidar si Sarlo es gorila o no lo es, sino ayudar a entender qué es el gorilismo, aunque intuitivamente sea algo que todos conocemos. Ahora bien, ¿por qué es nocivo el "gorilismo"? Porque descalifica en automático, porque impide la crítica lúcida, porque confunde el pensamiento con el reordenamiento de los prejuicios, porque suele desembocar en el honestismo y el intencionalismo.

No es de extrañar que el “gorila” –aunque no exclusivamente- tenga una noción reductora y prejuiciosa acerca del “clientelismo”. En el transcurso de una entrevista que le hicieron para el suplemento Enfoques del diario La Nación, Javier Auyero –autor de ¿Favores por votos? Estudios sobre clientelismo político contemporáneo- dijo que el vocablo clientelismo suele ser una asociación estigmatizadora de que los pobres son clientes, son masa manipulable:

"La idea de que porque va una heladera o un par de zapatillas viene un voto es asumir como cierta una presunción. Hay que indagar. Esas relaciones recíprocas nunca funcionan así. Uno nunca sabe si fue la heladera o la relación afectiva con un puntero. Para saber eso hay que plantarse desde el otro punto de vista, no desde el que da la heladera sino desde el del sujeto. Mucha gente de clase media, media alta, vota a alguien porque le va mejor. ¿Llamamos a eso clientelismo? No". 

Y luego agrega: "EL CLIENTELISMO NUNCA GARANTIZÓ RESULTADOS ELECTORALES NI LOS VA A GARANTIZAR".

Uno lee y disfruta de la prosa de escritores extraordinarios como Bioy Casares y Borges: tipos que conocen varios idiomas, que han leído muchísimo, y que al mismo tiempo demuestran un conocimiento de la política  de su tiempo, absolutamente maniqueo, infantil y canallesco.

BORGES Y EL GORILISMO:

Me resulta difícil adherir a la creencia popular acerca del “apoliticismo” y la “ingenuidad” de Borges, y al mismo tiempo conciliar ese prejuicio con la aparición del panfleto anti-peronista titulado La fiesta del monstruo (1). Es un cuento que, como bien se sabe, abreva en la herencia de La Refalosa de Hilario Ascasubi y El matadero de Esteban Echeverría.

"Este relato -le dice años después Bioy a Matilde Sánchez- está escrito con un tremendo odio. Estábamos llenos de odio durante el peronismo", Clarín, 17/11/1988.

Según Ricardo Piglia, el panfleto trata de la fiesta atroz de la barbarie popular contada por los bárbaros: 

“La fiesta del monstruo” combina la paranoia con la parodia. La paranoia frente a la presencia amenazante del otro que viene a destruir el orden. Y la parodia de la diferencia, la torpeza lingüística del tipo que no maneja los códigos. (…) es un relato totalmente persecutorio sobre el aluvión zoológico y el avance de los grasas que al final matan a un intelectual judío (…) No diría que increíble, es un texto límite… Difícil de encontrar algo así en la literatura argentina”.

Seguramente para Don Jorge Luis, la Revolución Libertadora -para otros "fusiladora"- es parte del sueño civilizatorio de Sarmiento.

Si uno lee el Borges de Bioy (2), se puede encontrar con una larga ristra  de frases y reflexiones “gorilas”:

Por caso, el 26 de junio de 1955, Borges cuenta que ver las iglesias incendiadas le dio ganas de llorar. Pero no hay una palabra en el diario para el bombardeo sobre la Plaza de Mayo en el que murieron cientos de personas.

Pongo otros ejemplos, que no son exhaustivos:

En agosto de 1957 asesinan a un chofer en el barrio de Nueva Pompeya. Bioy apunta:

"Aunque persona de edad, el chofer se defendió y lo mataron de catorce puñaladas. Se asustaron de lo que habían hecho y huyeron sin sacarle el dinero. Borges opina que todos esos criminales son el fruto del peronismo: 'Antes uno decía el crimen del Silletero del año 20...' BIOY: 'Ahora hay que decir: 'el crimen del Silletero de las tres de la tarde, el de las cuatro', etcétera. BORGES: Habría que fusilar a toda esa gente'".

Páginas más adelante:

“Bioy: –El individuo que tiene más probabilidades de ganar la elección de presidente es el individuo más desvergonzadamente demagógico. Vale decir, la peor persona del país: Perón, Frondizi, Solano Lima”.

Los soviéticos, en octubre de 1957, lanzaban al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial.

"Bioy: –Tuve ganas de hacerle una broma a tu madre: preguntarle si sabía la noticia y, cuando ella preguntara cuál, decirle que Perón había lanzado un satélite.

Borges: –Ya está enojada contra ese satélite. Dice que es un juguete insignificante y que quién sabe si no cae en la Tierra y no produce alguna Monstruosa hecatombe".

Aramburu convoca a elecciones y Borges lo lamenta, “desea que el gobierno se quede”. Manuel Peyrou se felicita del llamado y lo ve como un triunfo del gobierno.

"Borges: –Sí, el gobierno queda muy bien para la Historia, pero Peyrou no puede ver muy lejos: el país saltará en el vacío".

El 9 de diciembre del mismo año, Borges y Bioy hablan “de un match de box, ganado por un tal Pascual Pérez, que fue un mignon de Perón”.

"Borges: –Qué lástima que haya ganado un peronista inmundo".

Para seguir leyendo:

Borges y el dilema civilización vs barbarie:


Borges y Bolaño como polemistas:


El arte no nos hace mejores:



(1)    El 12 de octubre de 1955 leen en Marcha, de Montevideo, la publicación del cuento La fiesta del monstruo, que firmaron como Bustos Domecq (Borges y Bioy Casares). “En esta reescritura antiperonista de El Matadero de Echeverría, una turba abominable lapida hasta la muerte a un estudiante judío que se niega a saludar a la foto del Monstruo. (Durante la década peronista no hubo actos de hostilidad hacia los judíos, Perón fue el primer presidente que tuvo judíos en su gabinete, apoyó a una organización judía pro peronista e inauguró las relaciones diplomáticas con Israel, mientras en las páginas del libro abundan las frases y chistes antisemitas, que Borges cuenta en presencia de amigos judíos y luego le sorprende que en vez de reír se entristezcan.)” (Horacio Verbitsky)



(2)    Adolfo Bioy CasaresBorges. Edición a cargo de Daniel Martino. Ediciones Destino, Colombia, 2006, 1663 páginas. 

domingo, 11 de marzo de 2012

LA KAKISTOCRACIA


En muchos comentarios, sobre todo de antikirchernistas y/o antiperonistas, he podido leer el uso del término "kakistas" o "kakistocracia". En nuestros días, la palabra "k" le agrega una nueva connotación al término, que sin embargo tiene varios años.

El vocablo "kakistocracia" es un neologismo utilizado por Jorge Luis García Venturini, en uno de sus artículos del diario La Prensa, publicación que en muchos sentidos estaba a la derecha del diario La Nación. Al menos mi viejo me cuenta que La Prensa era todavía más reaccionario que el diario de la familia Mitre.

Post Scriptum: según me informan, el vocablo "kakistocracy" fue utilizado por James Russell Lowell en 1894. El politólogo italiano Michelangelo Bovero también solía usarla:

Anyway, lo cierto es que García Venturini fue uno de los ideólogos del golpe del 24 de marzo de 1976, y definió la "kakistocracia" como el "gobierno de los peores". El tipo no sólo fue procesista, sino que reivindicaba el accionar de la Revolución Libertadora, que bombardeó Plaza de mayo asesinando a cientos de personas.

Este defensor de la ética creía que la kakistocracia -su referencia concreta era el peronismo- no sólo era un cáncer moral, sino también un atentado al "buen gusto":

“Porque la kakistocracia no sólo es un atentado contra la ética –ya de suyo infinitamente grave- sino también contra la estética, una falta de buen gusto”. (Jorge Luis García Venturini, Politeia, Troquel, Buenos Aires, 1978, p. 319)

Transcribo el artículo de La Prensa, extraído del siguiente sitio:


Acerca de la “kakistocracia”,

Por Jorge Luis García Venturini
29 de marzo de 1975 - La Prensa

En un artículo anterior procuramos reivindicar el término y el concepto de aristocracia, tan menospreciado en nuestra época. Allí dimos las razones históricas y conceptuales para mostrar que la democracia –para ser auténtica y no mera palabra hueca o simple mecanismo electoral que diera el triunfo a la mitad más uno- lejos de oponerse a aristocracia debía completarse e impregnar de su espíritu; es decir, lejos de abjurar del gobierno de los mejores (aristocracia) debía aspirar a ello, a riesgo de dejar de ser democracia.

También advertimos que parecería existir una tendencia general (en todos los órdenes y no sólo en cuestión de gobiernos) de buscar o de conformarse con los peores. Y de aquí, decíamos también, resulta que a veces acceden al poder un conjunto de individuos que por sus turbios antecedentes, por su frágil moral, por su ausente capacidad y otros rasgos afines conforman “el gobierno de los peores”, y entonces se nos ocurrió proponer para denominarlo el término kakistocracia.

Con posterioridad y no sin satisfacción hemos visto que el término halló eco en distinguidos colaboradores de esta página y en otras publicaciones y medios. Es que las palabras nacen y se imponen cuando hay cosas que designar. Si el término en cuestión tuvo eco, fue simplemente porque hacía falta!. Y precisamente por todo esto deseamos hacer algunas reflexiones más al respecto.

Se nos ha dicho y hemos leído que kakistocracia es sinónimo, o sería lo mismo, que chantocracia, vocablo formado no sin cierta arbitrariedad, con una expresión del lunfardo porteño (chanta) y una desinencia griega (kratía). Sin restarle toda validez a este término, debemos señalar que no hay tal sinonimia, al menos en la intención que quisimos darle a “kakistocracia”. El chanta es esencialmente un embaucador, un embustero, un trepador, alguien que habla mucho sin decir nada; en rigor, un macaneador, según el diccionario designa “al que no hace lo que dice” y “al que hace mal alguna cosa”. El chanta, en el lunfardismo porteño, designa, pues, un personaje nada recomendable, pero no demasiado perjudicial (a no ser por su capacidad de confundir las cosas) y, en definitiva, diríamos, casi inocente.

En cambio, kakistos, en griego es el superlativo de kakos. Kakos significa “malo”, y también, “sórdido”, “sucio”, “vil”, “incapaz”, “innoble”, “perverso”, “nocivo”, “funesto”, y otras cosas semejantes.

Luego si kakos es lo malo, kakistos, superlativo, es lo más malo; es decir, lo peor. Plural de kakistos es kakistoi; es decir, los peores. De ahí que se nos ocurriera kakistocracia: gobierno de los peores.

Nos parece que surgen claras las diferencias entre el “chanta” y el kakistos. Hay varios matices, pero sobre todo hay un aspecto moral; el “chanta” puede ser –y frecuentemente lo es- inocente; el kakistos, en el sentido empleado es absolutamente responsable y culpable. Además, es el peor.

El significado profundo y real de kakistocracia sólo se capta en contraposición con aristocracia. Además –que designaba al “gobierno de los mejores” como aristocracia, e incluso circula otro de más reciente gestación- mediocracia : ¿porqué no acuñar un vocablo que designara no ya a los mediocres, sino decididamente a los peores?. ¿O es que los peores no tienen acceso a los gobiernos?. Ignoramos que haya alguna ley –escrita al menos- que lo impida. Y si esa ley existe, de hecho ha sido violada.

Cuando un grupo o un pueblo cede en su afán de promover a los mejores, entra indefectiblemente en un tobogán y pasando por los mediocres termina en los peores. No estamos aquí cuestionando formas de gobierno o modos de elegir gobernantes. Este es otro tema que quizá abordemos en una próxima oportunidad. Se trata fundamentalmente de un espíritu, de una inspiración, de una exigencia profunda de la conciencia individual y de la conciencia colectiva. Se trata de tender hacia abajo –mera gravitación- o de tender hacia arriba –afán de perfección-. Se trata de exigir y de exigirse menos o de exigir y de exigirse más. Se trata, en fin, de ser rebaño o de sentirse y actuar como persona humana. Porque la kakistocracia no sólo es un atentado contra la ética –ya de suyo infinitamente grave- sino también contra la estética, una falta de buen gusto.

martes, 2 de agosto de 2011

¿PAPÁ, QUÉ ES SER PERONISTA?

-"¿Qué es ser peronista?", le preguntó el niño a su padre.

-"Es lo que vas a ser vos hasta el día que te mueras, porque si no te rompo el culo a patadas".

Esta es una anécdota contada por el escritor Pablo Ramos, autor de libros que no leí como El origen de la tristeza o En cinco minutos levántate María.

Sólo por esa anécdota voy a comprarme algún libro y a leerlo. Y porque es de Avellaneda, igual que yo.


martes, 28 de junio de 2011

EL RADICALISMO ES EL PERONISMO CON COMPLEJO DE CULPA



El título es una cita-paráfrasis de un artículo del politólogo José Natanson, publicado en "el Dipló" este mes. Me pareció una metáfora-hipótesis iluminadora, aunque no hay que tomársela tan en serio, a riesgo de terminar escribiendo artículos pelotudos tipo "Maradona como metáfora de la Argentina", donde se pretende que una metáfora haga las veces de explicación causal.


El acuerdo con De Narváez y Rosendo Fraga coloca a Alfonsin en un lugar ideológicamente opuesto al que dice querer estar. Oscar Wilde decía: "la culpa no te impide cometer el pecado, pero sí disfrutar de él". Personalmente, lo que más me agrada del kirchnerismo son sus enemigos, y no me parece poco. A menudo, quienes reducen "poder" a Estado terminan por ser cómplices de lo peor.

A diferencia del radicalismo, el peronismo suele adaptarse a los cambios de una manera más desvergonzada, como si gritara la buena nueva alegremente y sin hacerse demasiado problema. El pragmatismo peronista le permite procesar los cambios sin culpa, aunque a menudo tumultuosamente (años 70s); también, justo es decirlo, posibilitó la asunción de un engendro como Menem, quien gobernó diez años habiéndose cagado en sus iniciales promesas de campaña, donde difundía la necesidad del "salariazo" y la "revolución productiva". En ese sentido, cabe destacar que lo contrario del idealismo no suele ser el realismo, sino el cinismo. Los sueños del cinismo noventista eran de vuelo bajo: formar parte del banquete del consumo, aunque a la mesa se sentaran muy pocos. Los "izquierdistas-utopistas", en cambio, siempre están a punto de romper sus acuerdos, dado que la realidad nunca o casi nunca se reconcilia con sus convicciones y principios.

El radicalismo, en cambio, se adapta a los cambios de manera angustiada, con una actitud de amargura "ernestosabatiana". El carácter más o menos pragmático y la estructura partidaria hacen del peronismo y el radicalismo una opción superadora respecto de la concepción política reducida a una suerte de permanente reunión de consorcio del trotskismo y otros partidos minoritarios de izquierda.

En éste post hablé de la división izquierda/derecha. Sin embargo, hay diversos "criterios de demarcación" o "estructuras de división" para analizar la política: Pueden existir criterios religiosos o étnicos: sunnitas y chiitas en Irak; étnicos (Serbia); geográficos (unitarios y federales); ideológicos.

Entre los criterios ideológicos, Natanson reconoce la división izquierda/derecha, y también se pueden nombrar republicano-demócrata en sentido norteamericano, o peronismo-radicalismo. Los radicales tienen un respeto institucional por las formas republicanas mucho más acentuado que los peronistas.

Según Natanson, y "mal que les pese a los analistas europeos o europeizados, el eje articulador de nuestra democracia nunca fue izquierda-derecha sino peronismo-radicalismo".

Me parece que uno no puede afirmar de modo tajante que el peronismo es "de derecha" y el radicalismo "de izquierda", ni viceversa. Al decir de Natanson: "fue radical el primer presidente cabalmente democrático de nuestra historia (Hipólito Yrigoyen), fue antiradical la primera gran dictadura (la de la Década Infame) y fue radical el primer presidente de la democracia recuperada (Raúl Alfonsín). Y es radical Ernesto Sanz, quien sugirió  que la AUH fomenta el alcoholismo y el consumo de drogas. Por su parte, el peronismo, surgido al calor de la industrialización de posguerra e impulsado por los migrantes internos, utilizó a la democracia electoral como vía para avanzar hacia la democracia social, a través de un impulso redistribucionista cuyos ecos se escuchan hasta hoy".

En diciembre de 2001, con la potencial disolución total del radicalismo -Frepaso y helicóptero del excelentísimo señor prescindente Fernando De la Duda mediante- , en cierto modo se creyó que asistíamos al final del biparidismo. Diez años después, las figuras de Mauricio Macri, Lilita Carrió y Pino Solanas no han logrado oradarlo, hasta el punto de que los candidatos principales de octubre serán Cristina Kirchner y Ricardo Alfonsin. La ciudad de Buenos Aires, es sabido, forma un electorado aparte.

Para finalizar, dejo un link con un interesante debate entre Marcos Novaro y Rinconete, del blog Mesa de Autoayuda K. Y para quien le interese pensar la posibilidad de una alternativa al bipartidismo desde la izquierda, dejo éste link con una entrevista a Maristella Svampa. Como verán, oh miles y miles de lectores que no me leen, soy una persona recontra plural.

miércoles, 15 de junio de 2011

SOBRE EL "HONESTISMO"

Tenía ganas de discutir en profundidad el tema del "honestismo".  Lo haré a partir de éste post aparecido en el blog Mundo Perverso. El tema cobra relevancia porque este gobierno no se caracteriza, precisamente, por estar libre de pecado (los manejos de De Vido, el escándalo Schoklender, la mafia de los medicamentos, etc).

Para ampliar el debate, remito a éste post sobre el "canalla legalista".

Al decir de Caparrós: "cuando periodistas muy bien intencionados iluminaban la corrupción menemista, Menem estaba cambiando la estructura socioeconómica de la Argentina como nadie lo había hecho. Mientras se consolidaba un modelo de exclusión que todavía estamos sufriendo, el periodismo estaba atento a la leche adulterada o al frigorífico. Ahora pasa lo mismo. Volvemos a la facilidad: "¡Ah, son corruptos, roban!". Yo le llamo a eso 'honestismo'".

Aquí puede verse una anécdota contada por el mismo Perón con el ofrecimiento de coima entre un inglés y el negociador argentino (Miranda) respecto de los ferrocarriles.

El "honestismo" es pariente del "intencionalismo". En éste post se trata muy bien el concepto de "intencionalismo".  Ricardo agrega la idea de "momentismo": está bien determinada medida pero "no era el momento adecuado" para llevarla a cabo. La otra noción poco feliz radica en analizar la coyuntura política reduciéndola a una anécdota personal: "tengo un amigo que trabaja en el Congreso y me dijo que X roba que da calambre". La anécdota va bien, sirve, pero es como la metáfora: se debe aplicar para ilustrar un argumento, como condimento y no como plato principal.

Para incorporar alguien que piensa distinto, cito a una persona que me responde a mí un comentario sobre el tema "corrupción y kirchnerismo/pejotismo", por ponerle una etiqueta. Quien responde está, comprensiblemente, podrido de la "corrupción estructural del PJ". Aclaración: pido respeto tanto para mí como para la persona a quien le "corto y pego" el comentario. ¡Por favor!

El comentario dice lo siguiente:


"Bien, la cosa es esta: en cualquier gobierno, hasta en el de Illia, podrás encontrar que alguien (no él) se afanó algo. Eso es malo e inevitable, aunque hay maneras distintas de reaccionar: ocultando la corrupción o denunciándola y mandando al frente a los que se sospecha culpables. Si el Dr. X es un gobernante decente y un colaborador suyo comete un ilícito, esto no debería ensuciar la imagen del Dr. X, en la medida de que éste aparte al sospechoso y lo entregue a la justicia.

La diferencia entre “actos de corrupción en el gobierno X” y el sistema “pejotista” es muy grande. Mientras en un caso no deja de ser una anomalía, independientemente de que esté más o menos extendida, en el caso del menemismo se transformó en una política de estado impulsada desde arriba, con una concepción del estado como un ámbito desde el cual hacer negocios privados. Ellos tuvieron principalmente el tema de las privatizaciones. El kirchnerismo, si se quiere, combina ambos estilos. Del sistema menemista hereda el concepto de estado como ámbito para hacer negocios, y como ya no hay privatizaciones, habrá que hacerlas de otro modo ¿cómo? según el criterio tradicional, de cobrar cometas o peajes. Caso típico, la “embajada paralela” en Venezuela o más o menos cualquier cosa que haga De Vido. A esto sumale algo intrínseco al peronismo, que es la falta de distinción entre estado y partido: el kirchnerismo se nutre de dineros públicos ya sea para financiar propaganda oficialista como para rentar militantes como para comprarse aviones u hoteles privados, da lo mismo.

Y a esto sumale el componente extorsivo que vos mismo reconocés cuando decís “sin el apoyo de Moyano se sabe que Cristina no podría gobernar” . Si eso es cierto, es terrible, ya te digo, y requiere a Moyano preso. (Es retórico esto último, la CGT es básicamente una organización dedicada al apriete).

Por eso te digo que el PJ en cualquiera de sus variantes es la garantía de que el país sea cada vez más berreta. Me atrevería a decir que en cierta medida el kirchnerismo es peor, ya que con tres o cuatro medidas para la gilada (dicho en el sentido de que, por más que me gusten, no cambian las estructuras en base a las cuales se asientan los peores problemas del país) pasan por ser “de izquierda” y tapan las políticas de fondo, que son terriblemente corruptas, conservadoras e injustas.

El PJ nunca atacará la corrupción porque se estaría atacando a sí mismo. Nunca democratizará la salud pública porque le estará quitando un negocio multimillonario a los burócratas sindicales. Nunca atacará al narcotráfico y a otras ramas del crimen organizado porque en ellas tiene un buen sistema de control social. Nunca promoverá la educación para todos porque estaría socavando la base sobre la que se asienta el clientelismo.

En fin, una pena no ser un reaccionario porque de serlo estaría entusiasmadísimo con este gobierno".

viernes, 11 de marzo de 2011

SOBRE EL POPULISMO

Se me ocurren citar tres opiniones interesantes como para abordar -muuuuy a vuelo gallináceo- el tema del "populismo".


Según el filósofo Roberto Follari, autor de La alternativa neopopulista:
"La mayoría de los intelectuales son platónicos. Prefieren la coherencia interna en la comodidad subjetiva de su propia ideología, que las contradicciones y dificultades de abrazar realidades políticas, con sus espinas y sus asperezas e imperfecciones. Por tanto, para muchos intelectuales la mejor política es aquella de la que se habla, pero nunca se hace. Y se habla sin saber, porque la política jamás es una extensión directa ni de las propias intenciones ni de las nociones teóricas. Por eso, y por ser “ilustrados”, muchos intelectuales detestan al populismo, como extensión de su habitus de clase –alta o media-, para la cual los de abajo encarnan la grosería, la vulgaridad, la renuncia al pensamiento y a los libros, así como a la elegancia de los esquemas puros”.



No deja de ser interesante y tiene mucho de cierto esto que dice Follari. Como no he estudiado a fondo el tema, no puedo hacer ningún aporte mínimamente relevante. Se me ocurre contrastar el fragmento anterior con un fragmento de una entrevista que le hicieron al filósofo argentino Oscar Terán:

“Otro rasgo clave que nos describe es el populismo. Y una cultura populista dominante tiene una serie de cláusulas ideológicas, una de las cuales es el bajo nivel de institucionalidad. En nuestro país las instituciones tienen debilitada su capacidad de ser mediadoras entre los ciudadanos y el Estado. Por lo tanto, es mejor estar protegido por un puntero que por el Estado argentino. Primero porque el Estado argentino se corrió y, además, porque si no formo parte de una corporación sufro el serio riesgo de estar a la intemperie. La nuestra es una sociedad con fuertes componentes corporativos, y con un Estado y con dirigentes políticos que han aprendido muy bien esto. Es decir, que no están frente a una sociedad de ciudadanos, sino frente a una sociedad de fracciones de poder corporativas que cuando aparecen hay que capturarlas y cooptarlas para el Estado. Entonces, si hay un sindicato de metalúrgicos, al dirigente de los metalúrgicos lo vamos a nombrar ministro de Trabajo, y así todas las analogías, pasadas y presentes, que se le puedan ocurrir. Aparece un sector piquetero y lo metemos dentro del Estado, con lo cual se le resta autonomía al movimiento social y se confunde al Estado con un partido. En otros términos y desde otro ángulo de análisis, creo que una de las modificaciones que generó el primer peronismo fue romper con el modelo de trabajador llamémosle socialista. Un trabajador autónomo, que tenía que construir desde abajo hacia arriba, que no debía aceptar ser incluido en las redes del Estado, que tenía que ser laborioso, frugal y letrado. Bueno, el peronismo inventó otra cosa, de extraordinarios beneficios para los sectores populares, pero con rasgos muy diferentes de aquellos que se había pensado debía tener una clase trabajadora autónoma. Ahí hay una ruptura cuyos ecos resuenan hasta el presente.

Ahora, si esto ocurrió no fue sólo por la habilidad, la demagogia o la genialidad de Perón. Había una sociedad dispuesta a eso, ¿no?
Desde ya. Además, así como en otras sociedades se comprueba que, en general, hubo un cierto orden en la construcción de ciudadanía por el cual primero se adquirieron derechos civiles, luego políticos y por último sociales, aquí el orden fue distinto (lo cual no quiere decir “anormal”). Esto significa que fue anterior el acceso a la ciudadanía social que a la ciudadanía política. Lo cual construyó una matriz de cultura política que determinó de algún modo que los argentinos seamos más sensibles a la violación de los derechos sociales que a la violación de los derechos políticos. Esto es, que hayamos estado más dispuestos a protestar legítimamente ante la falta de acceso a la educación, a la salud o a la vivienda, que ante los golpes de Estado. Ocurrió así. Creo que ya no estamos en esa situación. Quiero creerlo. En este sentido, pienso que estos veinte años de democracia fueron excepcionales. Pero insisto en que debemos estar atentos para no tergiversar el orden de prioridades respecto de cuál es hoy el verdadero drama argentino: el de la exclusión social”. (Oscar Terán, El igualitarismo y otras cuestiones, entrevista realizada en 2004 por Carmen María Ramos).

ELOGIO DEL POPULISMO (Tomás Abraham)

 La barbarie ilustrada:
Hay una campaña de notables en medios también notables contra el populismo. Llamo notable a un personaje que se siente superior por su nivel cultural. Es un ser que hace de la división entre civilización y barbarie una credencial para ser invitado a embajadas, convertirse en un conferenciante de nota, académico laureado, columnista vip, hombre respetado por su "seriedad" y un ser mimado por otros notables.


Deriva de una acepción latina y de reminiscencias romanas que designa a un particular especimen de patricio. Un notable es un patricio del espíritu. Las palabras élites y aristocracia no hacen más que subrayar a esta especie.

Notables como el mexicano Enrique Krauze, el historiador Natalio Botana, Marcos Aguinis, J. J. Sebreli, el dos veces ex y posible postulante a futuro ex del Uruguay Julio Sanguinetti, están con una intensa actividad antipopulista. No es extraño en un mundo en donde dominan los Chávez, los Kirchner, los Evo Morales, y asoma la amenaza de los Tabaré Vázquez.

Los motivos aducidos de esta preocupación es la perceptible degradación en la calidad institucional de la democracia republicana. Pero las razones de esta preocupación pueden ser algo más complicadas y esenciales.

¿Qué es lo que defienden estos personajes? Una idea del individuo. Extraña idea, ya que esta noción del pensamiento político más que con la libertad tiene que ver con la seguridad. No hay individuo sin seguridad, es decir, sin intimidad resguardada, vivienda propia, trabajo que garantice un salario digno, educación que guíe en las alternativas del espacio cultural, protección social. Es lo que tienen los notables y carece la gran mayoría de la gente de los países que ellos habitan.

Ha sido una costumbre del discurso de los notables, que no es exclusivo de la gente diplomada, la de ser oradores de las luces y buenos contrabandistas en las sombras. Dobles apellidos de extenso linaje peroraron en tertulias y congresos sobre los bienes de la cultura mientras pagaban en sus latifundios con vales de proveeduría a sus neoesclavos, y esto se mantiene hasta la fecha, no es historia antigua.

¿A qué le temen estos personajes? A la demagogia y al clientelismo. No hay duda de que la famosa entelequia de la modernidad llamada "masas" los tiene a maltraer. Estas masas, que ellos ven como monos de una horda caníbal, son manejados por seres diabólicos que reparten planes de trabajo. El carisma, ponzoña resinosa que segregan estos tiranos, engaña a la tonta masa que los sigue hasta cualquier crimen. Pero el asunto es más simple. Un hombre despojado de su humanidad, sin trabajo, con los hijos sin futuro y con el presente del hambre, además de padecer la humillación de una sociedad que le explica que lo que ofrece en los escaparates dorados no lo merece, despreciado por el Estado que nada ha hecho sino burlarse de él, con una clase cultural que se viste de bronce y de apellidos y lo denigra con su verba empacada, encuentra en el caudillo, en el puntero, en la unidad básica alguien que le dio algo, una chapa para el techo, una escuela en la que los hijos pueden desayunar, una caja con alimentos, una changa en la municipalidad, es decir, que encontró respeto, y devuelve con lealtad. Y si la palabra lealtad produce espanto, usemos otra que gusta mucho más: confianza.

Por supuesto, que luego pueden ir los Aguinis y los Krauzes a decirle que sus dadores son corruptos, que recibieron coima en las obras públicas, y él, que ha sido deshumanizado por la realidad e inmerecidamente beneficiado -al menos de acuerdo al canon que enarbolan los señoritos notables- debería estar preocupado por la moral.

Pero claro que es necesario estar preocupado por la moral, especialmente por la moral de quienes defienden el muro de Sharon que encierra a palestinos en nombre de la realpolitik, a quienes están desesperados por proteger los restos de un partido centenario como el Colorado y lo que queda de una partidocracia obsoleta, quienes simpatizaban con Fox y otros magnates y ahora ya ni saben adónde apuntar, los que mientras el petróleo financiaba a parásitos políticos y becarios agradecidos, se sintieron más en democracia que con este actor bolivariano.

Dicen que Kirchner es peligroso, que los planes de trabajo crean vagos, que hay riesgo de hegemonía y absorción de la oposición, que se discrimina a periodistas y se reparten dádivas a cambio de elogios. La verdad es que sí, eso está mal, Argentina tuvo períodos en que estuvo mejor, es lo que dicen los notables. Por ejemplo, la época en que Federico Pinedo hizo su plan industrial, no importa que nadie se acuerde ya de eso, aciertos de Avellaneda, Mitre, Pellegrini, Roca, sí claro, magníficos tiempos aquellos, los de los estadistas de nuestra argentinidad, de vacas y mieses, antes de que la chusma irigoyenista entrara en escena.

Pero el populismo existe gracias a Dios y a los hechos históricos que defienden estos notables. Es la manera de supervivencia no de líderes demoníacos sino de pueblos abandonados por los cogotudos de la cultura, estos señores que sin el talento de Octavio Paz se visten con sus trajes de agregado cultural en ejercicio o en potencia. No vemos muchos notables así en los tronos del mundo, salvo que Aznar, Chirac y Bush, lo sean por ser blancos y parcos. Hablando de Bush, el populismo también es la estrategia de pueblos emergentes, quiero decir que sin gobiernos populistas nuestros países habrían estado definitivamente sumergidos gracias a las intervenciones norteamericanas. ¿Se olvidaron los notables del cuento del tiburón y las sardinas? ¿O pensarán que es otra muestra del facilismo criollo? El camino reformista, integrador, republicano, con impuestos progresivos, división social de la tierra, rol fuerte del Estado, nunca tuvo el apoyo financiero ni político de Estados Unidos, fue al revés, lo ha saboteado directamente, o se calló ante lo que consideraba el mal menor. Desde Somoza a Videla.

¿Qué más temen los señores de la alta cultura? Le temen al Estado, Leviatán monstruoso que la década del noventa sepultó gracias a otros o los mismos notables. No importa que el conocido Georges Soros repitiera más de una vez en sus campañas literarias que sólo un Estado fuerte en los mercados emergentes podía evitar que se hundieran bajo los flujos y reflujos financieros; nosotros acá ya habíamos comprado la idea de un Imperio Central con sus municipalidades dispersas por todo el planeta. Se llamaba el realismo del débil, que débilmente ha dejado apagar su voz. Ahora se viene la apariencia de una mayor presencia estatal, pero claro no sólo para desregular, y organizar videoconferencias, sino en relación con un par de millones de argentinos que por algun razón, también notable, se han quedado afuera de la civilización.

Olvidan los notables dos cosas. Una, que si tanto les importa el individuo y su dignidad, resulta que ésta se logra en la modernidad con un buen aparato judicial, el mejor posible, funcionando con relativa autonomía. El individuo no es una singularidad que recita poemas de memoria, sino un asalariado medio que puede llamar a un abogado y meterle un juicio con sentencia rápida a quien lo despidió inventando una justa causa. Por eso, en este sentido, los notables deberían estar satisfechos con ciertos movimientos de este gobierno en la materia. La otra cosa tiene que ver con la raza. El iyrigoyenismo y el peronismo fueron movimientos sociales masivos, pero fundamentalmente una realidad que desagradó al orden conservador porque metió razas oscuras en la historia. La raza de los italianos primero, la de los polacos judíos más tarde, los de las provincias en la capital luego, hoy hablamos de los inmigrantes de los países limítrofes a quienes este gobierno quiere legalizar. Los movimientos populistas, esos que se ven como una culebra tramposa, peor que la del Edén, fueron integradores de morenos, negros, narigones pelirrojos, turcos de almacén y matronas calabresas. Es decir, nuestro pueblo, nosotros, salvo los notables, que, en realidad, por más sublimes que se presenten, tampoco vinieron en una sonda marciana. (Enero de 2004)