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miércoles, 4 de mayo de 2011

SIMONE WEIL Y EL CASTIGO

Para Simone Weil, el castigo era una "necesidad vital del alma humana". Este artículo está en función de éste.

La filósofa francesa decía:

Por el crimen el hombre se coloca fuera de la red de obligaciones eternas que ligan a cada ser humano con todos los demás. Sólo pueden reintegrarse por el castigo, plenamente si hay consentimiento de su parte, si no imperfectamente. Así como el único modo de testimoniar respeto al que sufre hambre es darle de comer, el único medio de testimoniar respeto al que se ha colocado fuera de la ley es reintegrarlo a la ley sometiéndolo al castigo que ella prescribe.

La necesidad de castigo no se satisface allí donde, como ocurre en la mayoría de los casos, el código penal es sólo un procedimiento de coacción por el terror.

(...) Para las faltas como para los crímenes el grado de impunidad debe aumentar no al subir sino al descender en la escala social. De otro modo los sufrimientos infligidos se sienten como violencia o aun como abusos de poder, y no constituyen castigo".

Aclaremos que Weil es una especie de "santa". No hay la menor posibilidad de concretar el tipo de sociedad que ella desea, cuantimenos en sociedades urbanizadas y donde viven millones de habitantes. La política es un barro necesario donde crece la vida; pero está mezclado con mierda (negociados, mafias, intereses). Sin embargo, sus palabras y su testimonio de vida sirven como ideal regulador para pensar cuán alejados estamos de sus concepciones. Naturalmente, no hay porqué compartir sus ideas, pero siempre es importante leerla, porque sus palabras nos interpelan en lo más íntimo.

viernes, 29 de abril de 2011

SIMONE WEIL, EL PERIODISMO Y LA VERDAD

La necesidad de verdad es más sagrada que ninguna otra. Sin embargo, jamás se la menciona. Uno siente miedo de leer cuando se ha dado cuenta de la enormidad de las falsedades materiales exhibidas sin vergüenza, aun en los libros de los autores más reputados. (…)

Hay hombres que trabajan ocho horas durante el día y hacen gran esfuerzo de leer por la noche para instruirse. No pueden dedicarse a hacer verificaciones en las grandes bibliotecas. Creen a los libros. No hay derecho a darles de comer cosas falsas. ¿Qué sentido tendría alegar que los autores son de buena fe? No trabajan físicamente ocho horas por día. La sociedad los alimenta para que tengan tiempo y se tomen el trabajo de evitar el error. Un guardagujas causante de un descarrilamiento no haría muy buen papel alegando su buena fe.

Con más razón es vergonzoso tolerar la existencia de diarios cuando todo el mundo sabe que ningún colaborador puede continuar en él si a veces no consiente en alterar a sabiendas la verdad.

El público desconfía de tales diarios, pero su desconfianza no lo protege.

Muy posiblemente, las palabras de Simone Weil. suenen demasiado radicales. Sin embargo...