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jueves, 14 de julio de 2011

OPINIÓN FEMENINA SOBRE LA BELLEZA FEMENINA

Es notable el juicio erróneo que uno encuentra en algunas mujeres respecto a la belleza de otras mujeres. Años atrás recuerdo haber estado con una amiga en el patio de la facultad y, súbitamente, pasó caminando una mina muy hermosa y sugerente (sugería deseos similares en todos los hombres que la miraban fijo).

Yo debo haberla mirado como un león a un cervatillo herido, y mi amiga me dice: "Ay no, ¿¿te gusta esa mina?? ¡¡Tiene cara de atorranta!!"

BORGES: "Las mujeres se equivocan sobre la belleza o la fealdad de las mujeres. Yo sospecho que tienen un criterio abstracto para la belleza de las otras mujeres -facciones regulares, color de la piel y del pelo- pero que no la sienten".

BIOY: "Yo creo que las que quieren enflaquecer encuentran lindas a todas las mujeres flacas; las que quieren engordar admirar en las otras las carnes. Pero, más bien, todas admiran a las flacas".

En fin, qué básicos, primarios, primitivos, cavernícolas que somos, qué lo parió!! (?)

viernes, 15 de mayo de 2009

IMPOSIBILIDAD DE CONOCER AL OTRO


Ningún ser humano es una isla, pero todos somos penínsulas: apenas conectados por un hilo a los demás, rodeados de un mar de soledad e incomunicación.

En el lenguaje vulgar, a poco de salir con alguien, decimos "nos estamos conociendo". Amar a alguien implica esforzarse por comprender al otro, pero…

Barthes tiene razón en que cuando amo a una mujer estoy atrapado en una contradicción insoluble: creo conocer a la otra persona, incluso le digo “nadie más que yo te conoce tal y como verdaderamente sos”. Luego me doy cuenta de que el otro es impenetrable, inhallable, irreductible... no puedo abrirlo, no puedo descifrar su enigma o estar “del otro lado”, como quería Cortázar.

“Con sus miembros amalgamados, gozan esa flor de la juventud, y ya sus cuerpos adivinan la voluptuosidad siguiente; Venus va a fertilizar el campo de la mujer; aprietan ávidamente el cuerpo del amante, mezclan la saliva, dientes sellados contra las bocas: vanos esfuerzos, porque no pueden robar nada del cuerpo que abrazan, ni penetrarlo o fundirse en el otro por completo. Porque, por momentos eso parece que desean…”.

¿Conocer a alguien no es acaso conocer su deseo? Las personas a quienes no amamos nos suelen parecer transparentes como el agua: no nos sorprenden. Barthes dice que el "no llego a conocerte” quiere decir “no sabré jamás lo que piensas verdaderamente de mí”. No puedo descifrarte porque no sé cómo me descifras.

No es cierto que cuanto más se ama mejor se comprende; lo que la acción amorosa obtiene de mí es solamente esta sabiduría: que el otro no es la pantalla de un secreto sino más bien una especie de evidencia, en la cual se anula el juego de la apariencia y del ser. Me sobreviene entonces esta exaltación de amar a fondo a alguien desconocido, y que lo seguirá siendo siempre: movimiento místico: accedo al conocimiento del no conocimiento.

O más aún: en lugar de querer definir al otro (“¿Quién es él”), me vuelvo hacia mí mismo: “¿Qué es lo que quiero, yo, que quiero conocerte?” ¿Qué sucedería si decidiese definirte como una fuerza y no como una persona? ¿Y si me situase a mí mismo como otra fuerza frente a tu fuerza? Ocurriría esto: mi otro se definiría solamente por el sufrimiento o el placer que me da”.