Ayer estaba mirando el partido de Boca contra Colón: un auténtico despropósito estético, salvo por algunos destellos de buen fútbol. Hacia el final del partido mi sobrinito -de tan sólo ocho otoños- se sienta al lado mío y comienza a darme charla:
-"Porque Garcé, el defensor de Colón, le tiró una patada criminal".
-"Ah, ¿y por qué se va?"
-"Porque el árbitro lo expulsó como consecuencia del juego brusco".
-"¿Y porqué la gente lo aplaude?"
En ese momento me quedé pensando unos segundos, lo miré a los ojos y, tomando su blonda cabecita con ambas manos le rompí el tabique nasal de un cabezazo.
"¡¡Esto es fútbol pendejo, dejá de preguntar pelotudeces!! Y ni se te ocurra manchar el piso de sangre porque te lo hago limpiar todo con la lengua, ¿me escuchaste?"
-"Tío, ¿por qué ese jugador está tirado en el suelo?".
-"Porque Garcé, el defensor de Colón, le tiró una patada criminal".
-"Ah, ¿y por qué se va?"
-"Porque el árbitro lo expulsó como consecuencia del juego brusco".
-"¿Y porqué la gente lo aplaude?"
En ese momento me quedé pensando unos segundos, lo miré a los ojos y, tomando su blonda cabecita con ambas manos le rompí el tabique nasal de un cabezazo.
"¡¡Esto es fútbol pendejo, dejá de preguntar pelotudeces!! Y ni se te ocurra manchar el piso de sangre porque te lo hago limpiar todo con la lengua, ¿me escuchaste?"