lunes, 12 de septiembre de 2011

EL GORDISMO Y "MARADONA COMO METÁFORA DE LA ARGENTINA"

"Lo que no está en nosotros mismos no nos inquieta" (Hermann Hesse)


En las producciones de Polka, casi siempre hay: a) algún personaje medio nabo que se come las eses al hablar para connotar "pueblo"; b) uno o más perejiles en primer plano tomándose unos matienzos, para connotar "argentinidad". En  “El escritor argentino y la tradición”, Borges –en su lucha contra la profusión de literatura plagada de “color local”- recordaba una observación de la Historia de la declinación y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon:

“(…) en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe. Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía por qué saber que los camellos eran especialmente árabes; eran para él parte de la realidad, no tenía por qué distinguirlos”.

Hay una respuesta de Roberto Arlt que rescata Borges, cuando al autor de El juguete rabioso le echaron en cara su desconocimiento del lunfardo:

"Me he criado en Villa Luro, entre gente pobre y malevos, y realmente no he tenido tiempo de estudiar esas cosas".

El lunfardo, nos dice Borges, “es una broma literaria inventada por saineteros y por compositores de tangos y los orilleros lo ignoran, salvo cuando los discos del fonógrafo los han adoctrinado”.

En lo personal tiendo a rechazar tanto el nacionalismo fanático como el antinacionalismo. Me molesta esa tilinguería de creer que es muy importante lo que “opinan de los argentinos en el exterior” (siendo sinónimo de “exterior” principalmente “Europa y los Estados Unidos”). Si Arnold Sabatini se nos ríe, entrevistado por Mongay, aludiendo a los males del país, nos da vergüenza. Ahora bien, ¿qué carajo sabe Schwarzenegger de nuestro país? ¿Deberíamos sentir vergüenza por lo que opina un tipo que ni siquiera debe saber ubicarnos en el mapa?


Perón decía que "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino". A mí me parece que la frase debería invertirse, como muestra de la erosión del lazo social, se diría que "para un argentino no hay nada peor que otro argentino".

Pongo un ejemplo paradigmático de lo que llamo "tilinguería": el elogio desmedido por parte de tipos como Jorge Sanata hacia un artículo bastante comentado aparecido en el diario español El País: "Maradona como metáfora de la argentina". Recuerdo a Sanata mirando a cámara, con tono escandalizado de gorda que hace la cola en un banco bajo un sol abrazador: "en el exterior se nos cagan de la risa".

Debería ser una obviedad la falacia de utilizar la metáfora no como elemento didáctico o "de relleno" sino como supuesto elemento de demostración científica. La caricatura del pensamiento -silogismo de nene de cuatro años- que subyace en este tipo de artículos sería algo así: "Maradona es argentino, dice malas palabras y es soberbio; ergo, los argentinos son soberbios y dicen malas palabras". O, a partir de las extraordinarias cualidades técnicas de Maradona, se puede concluir con alguna boludez del tipo: “los argentinos, al igual que Maradona, son talentosos pero soberbios y prepotentes". Lo cual en muchos casos es cierto, justo es decirlo.

Ahora bien, ¿es "más argentino" Maradona que Ginóbili, Messi u Oggi Junco?

Anyway, hoy quiero traer a colación dos cuestiones que históricamente nos afectan, aunque no creo que sean monopolio nuestro: el “triunfalismo” y la creencia en la “excepcionalidad argentina”.

Hay una definición de Fabián Casas que es polémica, aunque interesante, acerca de lo que él llama "Gordismo". Cito la nota completa:

El Gordismo es una forma de vida. Surge del fanatismo por Diego Maradona y se afianza y crece a medida que el protagonista central tiene vicisitudes que lo mantienen entre la vida y la muerte. El Gordismo no es una religión, pero es un fanatismo. Aunque anida en su centro un descreimiento cabal: el protagonista es un sujeto maravilloso pero no trascendental. Cualquier gordista lo sabe: Maradona no hace milagros y aunque se lo apoda “Dios” se sospecha que es un simple mortal con una calidad extraordinaria para jugar al fóbal y una mente endiablada, casi de un publicista, para largar frases y slóganes: “Más falso que un dólar celeste”, “Se le escapó la tortuga”, “Billetera mata galán”, “La pelota no se mancha”, “Mascherano y diez más”, “Mascherano, Jonás Gutiérrez y nueve más”, etc.


El Gordismo practica un sincretismo desaforado: es peronista, guevarista, menemista, capitalista, anticlerical, religioso, medium, esotérico, cavalista y todo lo que se ponga por delante. Los pobres practican el Gordismo cuando la única utopía que les queda es poder dar una vuelta olímpica. Y las clases medias practican el Gordismo cuando lo único que les importa —caiga quién caiga— es que no les toquen el culo, el cable y sus ahorros. El Gordismo, de esta manera, es conservador. También es nacionalista, ya que postula una superación del ser nacional. Los gordistas son de derecha y humanos.




El Gordismo improvisa, nunca planifica, busca más el efecto que el corazón de las cosas. Kirchner es gordista cuando prefiere fútbol free que hambre cero. El Gordismo tiene vocación de poder, nunca vocación de servicio. En esto, es igual a casi toda la camada política que viene repartiéndose el poder en nuestro país. El Gordismo es adicto a las cámaras, a los micrófonos. Lo que no sucede en la realidad virtual, no tiene peso ni merece ser vivido. El Gordismo es esclavo de la representación. Nunca le habla a uno solo y en privado. Siempre que habla, aunque se dirija a una persona en cuestión, necesita que lo escuche el coro griego de fondo. El Gordismo viene reinando en el país desde hace más de 30 años y recién la aparición de Lionel Messi le hizo imaginar un futuro sin gordismo o negociado con el Messismo. Pero Messi a diferencia de Maradona, tiene un problema clave dificil de digerir para los miles de carapintadas con Legacy. No es argentino. De hecho, es gracias a la Madre Patria y los Euros del Barcelona que el joven nacido en Rosario puede jugar en las grandes ligas. Es gracias al Barsa que Messi y su familia tiene un futuro por delante. Fue en los laboratorios del Barsa donde lo alargaron, lo cuidaron con algodones y le dieron una identidad. Fue en el césped ultracheto y sofisticado del Barcelona donde se lo rodeó de un equipo de jugadores notables que juegan para Messi pero que, también, saben que Messi juega para ellos. Nunca, nunca, hemos visto a un niño tan bajo saltar tan alto y poder meter ese cabezazo mortal y esquinado que enloqueció al arquero del Manchester United. ¿Qué es lo que hizo levitar a Messi de esa manera sobrenatural?, se pregunta el Gordismo. Respuesta: el amor, la gratitud. Porque Messi, acá, en este bendito país de ganadores, hubiera terminado jugando en el fútbol cinco con suerte o como uno de los Grosos de Tinelli. Porque siempre, si a uno le va mal, está la carcajada de Tinelli para atemperar las penas. No hay rescoldo de la noche del país donde junto al brillo de los televisores y el calor de las estufas no se filtre también la carcajada de Tinelli. El Tinelismo y el Gordismo pueden ser amigos o enemigos, pero están construídos con el mismo barro. Los que entren ahí, que abandonen toda esperanza.

A mí me gusta mucho como escribe Casas, aunque este artículo me recuerda un poco al que salió en El País. Está claro que Casas escribe mejor, y no pretende estar haciendo psico-sociología para consumo de las masas ignorantes sino dar su opinión.

Sin embargo, lo que dice Casas -pese a dicotomías falsas "fútbol o hambre cero"- me hace ruido, y tengo que reconocer que lleva bastante razón. Con Oscar Terán, creo que el espíritu triunfalista es bastante definitorio de cierta "ideología argentina". En las últimas décadas del siglo XIX, nuestro país ocupaba los primeros lugares en el valor por habitante de su comercio internacional, cuando su producción per cápita superaba la de países como Italia y Japón, y en que los salarios de sus trabajadores se equiparaban con  los de los obreros franceses. ¿Habrá que buscar entonces en esa 'Argentina granero del mundo' los momentos fundacionales de la creencia vana en 'la grande Argentina'? 

Sin embargo, ya en 1845 Sarmiento confesaba, en su Facundo, que sus compatriotas provocaban fricciones en el extranjero por su ya desmesurado orgullo nacional, en momentos en que no existían argumentos para abonar la idea de "Argentina potencia" sino que éramos un conglomerado de provincias desunidas y escasamente pobladas.

Otra ejemplo que rescata Terán: en 1829, en tiempos en que nuestro país era poco más que un arrabal miserable del viejo virreinato altoperuano y con la edad histórica de un adolescente, Bolívar les enrostraba a los argentinos creerse que habían sido los únicos en realizar una revolución en serio.

En síntesis: el mito de la "excepcionalidad argentina" es fundacional: no es casualidad que en nuestra tradición futbolera se repitan conceptos maradonianos como el de la "la mano de Dios" o el "Dios en argentino". El triunfalismo futbolero del hincha que se indigna, maldice y descalifica al adversario al grito de "no podemos perder con estos muertos", atraviesa gran parte de nuestra tradición histórica.

También se advierte esa creencia inmadura que constantemente reclama la emergencia de un "salvador" que nos saque las papas del fuego. ¡Pobre de Messi si se le ocurre no salir campeón del mundo con la Argentina!

En 1989, Jorge Halperín entrevistó a Oscar Terán. Rescato sus respuestas respecto del "mito de la grandeza argentina":


¿No le parece que todos los países se consideran excepcionales?


De ningún modo. Yo viví exiliado en México en los últimos años y no tienen un  mito así. Cuando uno rastrea en los orígenes de la Argentina se da cuenta de que esa idea de la grandeza es un mito fundacional.


¿Y de qué manera nos paraliza frente a las crisis?


En primer lugar, porque los mitos tienen poco que ver con la realidad. Todos los días tenemos evidencias dramáticas de que no hay tal grandeza argentina y nos resistimos a romper con el mito. Entonces, si la Argentina va mal no es porque, en realidad, sea un país distinto del que nos gustaba imaginar. Preferimos pensar en una explicación conspirativa, en fuerzas malignas empecinadas en que los argentinos no tengamos el país que nos merecemos. (...)


¿Por qué dice que la grandeza es un mito de origen?


Porque es una nación que se constituyó con el mito de la excepcionalidad: se siente excepcional por la resistencia de las Invasiones Inglesas, por sus intelectuales muy conectados desde el principio con Europa, porque formaba parte de un mundo blanco y cristiano que no existiría en otros espacios de América latina, o por el orgullo de pertenecer a una ciudad igualitaria (...)


Las ideas de la generación de 1837, la idea de que somos los "yanquis" de América del Sur, como dijo Sarmiento, o europeos trasplantados, como dijo Alberdi. La idea de que este país tiene un destino manifiesto.


Pero la Argentina alcanzó en cierto momento un lugar excepcional.


Por eso precisamente ahora digo que es un mito. Porque durante algún tiempo supuse que la idea de grandeza había surgido en la generación del 80, en cuyo caso uno podría pensar que no era tan mítico, que guardaba relación con la realidad. Una especie de milagro que llega hasta la crisis del 30. Pero cuando empecé a rastrear hacia atrás advertí que era un mito de los orígenes. A tal punto que en 1829, cuando éste era un lugar absolutamente ingobernable, penetrado por la guerra civil y la ruptura de un viejo orden sin tener otro de recambio, en ese momento  Simón Bolívar dice que los argentinos creen que son los únicos que en Hispanoamérica han hecho una revolución en serio.

16 comentarios:

  1. genial! un quilombo medio desordenado, pero muy bueno

    Lu

    ResponderEliminar
  2. Esta buenisimo el post, pero es muy largo
    saludos cordiales

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno! Soy un fiel exponente del gordismo y me la banco! jaja

    Acá subí una vez la respuesta de Calamaro a esa nota de "El país", respuesta que me pareció lúcida y acertada: http://postmisticismo.blogspot.com/2010/10/calamaro-le-responde-una-metafora.html

    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Voy a ensayar una idea que puede ser muy errada pero anda dando vueltas y este post me la refrescó.
    Siempre me gustó la idea de "circularidad cultural" de Carlo Ginzburg. Sintetizando, la idea es que la formación de una cultura no es sólo de arriba hacia abajo, la cultura popular también produce, recicla, desecha e impone con la misma autonomía sobre la dominante.
    Como Fernand Braudel, yo también creo en el tiempo largo de la permanencia de las estructuras, los modelos culturales conviven con nosotros mucho más tiempo que los acontecimientos.
    El argentino medio actual posee, desde mi punto de vista, un brebaje cultural que mezcla el mito fundacional con el mito del nacionalismo populista y peronista. Ambos surgieron en épocas distintas, más de medio siglo de diferencia. La primera creada por intelectuales, funcionarios y burgueses que ansiaban una primera nación argentina. La segunda creada por el primer peronismo y ampliamente aceptada por todo un gran sector marginado de la sociedad. "Alpargatas sí, libros no" supo ser la contracara de ese mito fundacional pero hoy en día conviven en una franja que va del gordismo grasa al gordismo ilustrado.

    ResponderEliminar
  5. escribís en algún medio gráfico? deberías...

    ResponderEliminar
  6. "Kirchner es gordista cuando prefiere fútbol free que hambre cero".

    Qué planteo estúpido. Y no es por defender al gobierno, que a esta altura me tiene hinchando bastante los huevos.

    Es que la idea presupone una disyuntiva que no existe.

    Imaginemos: Nestor frente a dos botones: 1) Hambre cero 2)Futbol gratis. Y el pinguino presiona el boton nro 2 y lanza una risotada diabólica: "Jajaja, ahora que los chicos se mueran de hambre!, yo elegí el fútbol gratis!"

    Casas, volvé a Boedo que te llama tu abuela a tomar mate.

    ResponderEliminar
  7. El proselitismo es una táctica principalmente peronista dentro de una estrategia en la cual hasta ahora, no me pareció que el hambre cero fuera alguno de los principales objetivos.
    Es cierto, nunca estuvo frente a dos botones pero prima el proselitismo como objetivo en esa decisión netamente.

    ResponderEliminar
  8. Ah, cierto: el radicalismo, el alianzismo, el conservadurismo y sus respectivos golpes, han hecho mucho más por el hambre de la gente que el peronismo del 45 y la actual gestión, que son pura demagogia para la negrada. Que tonto, cómo no me di cuenta!

    ResponderEliminar
  9. No, es cierto, ninguno se gastó demasiado salvo el peronismo del 45, pero el proselitismo per sé, es una bosta. Si fuera una acción para lograr realmente un cambio la acepto, pero la acción vacía, es malicia. Genera ilusiones pero no cambia nada.

    ResponderEliminar
  10. Habría que preguntarle a la gente más humilde, que ahora puede ver los partidos, si considera que el "proselitismo" del fútbol para todos es una "bosta".

    Claro que siempre está la opción de considerarnos vanguardia y creer que sabemos, mejor que ellos mismos, lo que es mejor para ellos.

    ResponderEliminar
  11. No se equivoque conmigo, para mí no hay nada más gordista que la clase media hipócrita, se queja de este gobierno y adula a Macri pero: Esta contenta de que la abuela tenga ahora jubilación, de que pudo comprarse el autito, de que pagó con crédito las últimas vacaciones, de ver el partido en casa por canal 7, de comprarle las zapatillas a la nena con la guita de la asignación universal y puedo seguir...Pero detesta la corrupción cuando son capaces de pagar coima en Ezeiza o que el gobierno compre votos en la cámara de diputados pero ellos gracias a ese gobierno tienen más guita para consumo superfluo y eso los hace más felices. Lo que disfrutan es lo mismo que lo que critican, los verdaderos cambios llevan décadas y las transformaciones que se necesitan no se notan en el bolsillo.

    ResponderEliminar
  12. Maradona no es de izquierda. En el fondo no sabe nada de politica o religion. Para mi lo mandan a decir toda esa sarta de idioteces los periodistas menottistas. Posta. Todos esos viejos vinagres con cara de ortelli. Maradona podria ser querido como Messi, Ginobili o Del Potro pero opta por ser un payaso.

    ResponderEliminar
  13. ¡Gracias por Pasar! Martín: muy buena la rta. de Calamaro.

    Coincido con "anónimo" en que la dicotomía "fútbol para todos" vs "hambre cero" es falsa. Me gusta como escribe muy bien, pero no es sociólogo: manda fruta que da calambre.

    Ana: Braudel es, por lo poco que leí, un caporale. Leí algo en un libro de Perry Anderson sobre el tipo.

    Maradona es un genio como futbolista y un productor de frases célebres y no se le puede pedir que encima sea un fino historiador. Sabemos cómo es el gordo, dice burradas y algunas frases brillantes: tiene incontinencia verbal aguda. Lo que sí, eso de verlo como "mefáfora de la Argentina" me parece medio una bludez.

    Respecto del peronismo, diré que soy filoperonista, pero no pretendo definirlo.. simposíble (diría Juan Carlos Pelotudo)

    ResponderEliminar
  14. "Me gusta como escribe muy bien" quiso ser "Me gusta cómo escribe Casas, pero manda fruta que da calambre".

    ResponderEliminar
  15. Casi diría que soy demasiado de izquierda para ser peronista, pero soy demasiado peronista para ser simplemente de izquierda... aunque sabemos que la realidad es más compleja que todo lo que Majul pueda decir de ella.

    ResponderEliminar