domingo, 24 de febrero de 2013

INTERESANTE CHARLA DONDE ALEJANDRO KAUFMAN REFLEXIONA SOBRE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA, LOS DERECHOS HUMANOS, LA DEMOCRACIA Y LOS MEDIOS

¿Hasta qué punto cabe naturalizar el hecho de que Jorge Lanata lleve un cerdito a un estudio de televisión y lo compare con Orlando Barone, en un programa periodístico que pretende estar hablando de política? 

La degradación del otro, el insulto, sólo busca desmoralizarte, llevarte a reaccionar. El mismo Lanata, hace poco, criticó a Kicilloff porque se fue en silencio en lugar de pararse a argumentar contra quienes lo insultaban. ¡Un delirio! Una de las pocas reacciones posibles ante quienes te patotean, es huir del lugar para no echar más leña al fuego. 

Está claro que cuando, luego de invitar a Beatriz Sarlo a 678 para debatir, se le pega durante una semana entera, se está haciendo algo similar. Beatriz Sarlo es una figura respetuosa, que merece una consideración diferente a la que impera en la maquinaria mediática de picar carne.

La "canción de los parecidos" de TVR, ¿está muy lejos del humor contra el débil de un Tinelli o un Miguel del Sel? ¿Qué tan democrática es la práctica de contratar un enano para disfrazarlo y burlarse en Duro de Domar?

Y con esto arribamos al concepto de “violencia simbólica”, un invento conceptual de Pierre Bourdieu. 

Pero, ¿qué es la violencia simbólica, en términos coloquiales? Podría decirse que es un discurso sistemático que por lo general precede a la violencia física. La violencia nunca o casi nunca ocurre “en frío”, sino que viene sustentada por la injuria sistemática. Para ser considerado sujeto de derechos humanos, primero te tienen que considerar un ser humano.

Cuando alguien te compara con un cerdo sepulta la posibilidad de todo tipo de intercambio de ideas. Para no poder discutir con una persona, o para dejar de considerarla sujeto de derechos políticos, lo mejor es reducirla al nivel de una basura. 


Todo esto que digo fue tratado en el transcurso de un diálogo muy interesante entre Barragán y Alejandro Kaufman, que pude escuchar gracias al siguiente post de Oscar Cuervo:

La entrevista se puede descargar aquí:


Les corto y pego algunos fragmentos, pero no la transcribo completa porque es demasiado larga:

Kaufman: "La violencia simbólica es una violencia que no es física pero tiene un correlato y consecuencias eventualmente físicas. Y precede a la violencia física. Siempre que va a haber violencia física viene precedida por la violencia simbólica. Nadie se pelea en frío: mojar la oreja, insultar, etc., y luego se legitima socialmente. En los colectivos sociales la violencia no ocurre de repente. Cuando se trata de situaciones de linchamiento, de discriminación, de racismo y de genocidio antes hay una sistemática situación de violencia simbólica que puede durar mucho tiempo y que se parece mucho a lo que está ocurriendo en estos años. Todavía no se comprende bien ese problema, el peronismo no lo comprendió –por buenas razones, no por malas razones-porque es un movimiento político y no se vive a sí mismo como víctima, sino como resistente, como luchador. Hay un conflicto entre defenderse de la violencia simbólica y hacer política. Si el peronismo no fuera como es, si se hubiese puesto en una posición de víctima –y esto no lo digo peyorativamente porque lo podría haber hecho- te puedo asegurar que la masacre de 1955, de centenares de personas en la Plaza de Mayo, crimen de lesa humanidad indudablemente, sería recordado y conmemorado como el peor atentado de la historia argentina. Y eso no es así: en la propia resistencia peronista se hablaba de bombardeos, como si no hubiera muerto nadie ahí. Esto se justifica en las luchas políticas, tiene una lógica. En las democracias modernas las cosas han cambiado un poco y aparece la problemática de los derechos humanos. Y los derechos humanos están relacionados con combatir la violencia simbólica, porque esta precede a las atrocidades. Carrió, por ejemplo, no está loca, lo que hace es construir un arma letal de tipo verbal que está disponible para cuando sea necesario usarla, que es un arma linchadora. Cuando ella el otro día dijo que es "el fin del fascismo, y lo que ahora viene es Rumania y Roma", está hablando de Ceaucescu y Mussolini, que sabemos cómo murieron: está haciendo un llamamiento al linchamiento de la presidenta.


Esto nos lleva a una de las debilidades que tenemos en este momento, una de las cuales radica en que esto no es una discusión sobre argumentos; esta no es una discusión sobre la verdad y la mentira. ¿Cómo se explica que alguien pueda mentir sistemáticamente y con completa impunidad todos los días? Porque lo que hacen no es representar la realidad, sino insultar. Cuando vos insultás, cuando alguien te compara con un cerdo [como hizo Lanata con Barone], eso implica el ejercicio de una violencia que sepulta la posibilidad de todo diálogo. Si vos querés abrir un diálogo con una persona tenés que interrumpir ese comportamiento, disculparte, arrepentirse, rectificarte, etc.; alguien te grita y te insulta, no está hablando con vos, entonces vos no le podés replicar con argumentos.

Barragán: Ahí hay un nivel de psicopatía, porque el mismo tipo que te dice que sos un ladrón y que sos un chancho, te dice "vos sos un fascista que no querés conversar/debatir conmigo".

Kaufman: Mirá, yo cuando le explico esto a mis alumnos les digo lo siguiente: el insulto es un sustituto de la mancha. Acá estamos los dos sentados. Suponte que ahora cayera un balde lleno de excrementos, de algo maloliente. Vos no pensás de mí que yo soy eso, pero yo no me podría quedar sentado acá, tendría que ir a bañarme. No importa que el insulto sea verdad o mentira, lo que importa es que hace imposible que el insultado pueda permanecer frente al otro. La injuria, el insulto, busca vulnerarte, mancharte, de modo que vos no puedas permanecer sentado en el mismo lugar. El que te insulta lo que busca es debilitarte, desmoralizarte. Clarín, entre otros, lo que hace es insultar, injuriar, todos los días, todo el tiempo. Eso produce un efecto.  Vos fijáte que 678, por momentos, produce un efecto de sublimación. Varios funcionarios públicos que han asistido al programa van allí a hacer catarsis. Es una cosa muy interesante que no se ha debatido. Eso pasó con Kicilloff, pasó con Abal Medina y ayer pasó con Juliana Di Tullio. Van allí a expresar el sufrimiento y la mortificación que padecen con todo eso que ocurre. Esto no tiene un valor políticamente relevante, pero sí desde el punto de vista humano.

Barragán: Esto no es que hay un grupito de inadaptados, está el poder detrás de todo esto.

Kaufman: Pero el poder ha hecho eso en toda la historia: con los esclavos, con las brujas, con los judíos, con los negros, con los colonizados, con los indios. Es lo que pasaba en los campos de concentración de la Esma: primero tenés que hacer que esa persona deje de ser persona, que se convierta en una basura. Lo que hicieron los genocidas es organizarlo sistemáticamente para que funcionara en serie, como una línea de montaje. En la vida común también ocurre,  en otra escala evidentemente muy diferente, pero no es ajena a eso. Busca derrotar al adversario a través de esos métodos, no le da cuartel, no lo puede escuchar, no puede convivir con él.

El problema de fondo de la Argentina es que las clases dominantes no pueden aceptar el piso que estableció el primer peronismo. No es una cuestión de que argumentes nada, porque no lo quieren aceptar, quieren borrarlo, volver a como era antes, quieren volver al año 40. Luego del 17 de octubre cambiaron las cosas. Es una cuestión de distribución de la riqueza y de derechos. ¿Sabés lo que produce tanto odio? La persona que adquirió derechos es otra persona, no la podés tratar como una basura. El obrero argentino no es barato, no es como el chino o el africano, sino es alguien que cree que tiene que ganar mucha plata. Cuando el obrero argentino no tiene ese piso lucha, hace el Cordobazo, resiste... (...)

Las clases dominantes no aceptan eso, no aceptan tener una economía que sea compatible con este piso de derechos. ¿Por qué el peronismo es la única opción? Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo. Eso está en el aire, de esos hablamos todos (…) 

Barragán: Frente al insulto permanente, ¿entonces por qué después nos parece una perversión el binarismo? ¿Qué otra cosa se puede hacer que no ser binario ni estar de aquí o de allá?

Kaufman: El problema del binarismo es que es ineficaz. Si el que te insulta te lleva a vos a responder del mismo modo, ganó él, porque es lo que quería. El erro es creer que vos le podés argumentar. La política de 678 era oportuna durante un momento, el primer año 2009, relativamente. Pero después empezó a perder eficacia, porque el espectáculo de ver que uno miente y el otro desmiente permanentemente, lo único que confirma es una metodología de la mancha y el insulto, del que la gente al final sólo termina por intentar alejarse. Es como la riña de gallos. ¿Qué querés ver en eso? Que uno quede muerto y otro quede vivo. Sin embargo, eso no es lo que queremos para la vida en común... 

Otro error gravísimo es creer que a Clarín se lo derrota desde la argumentación, creer que la cuestión tiene algo que ver con la verdad o la verosimilitud o la credibilidad. ¡No! Eso está completamente equivocado. Nunca tuvo nada que ver con eso. ¿Escucháme, después de las Malvinas?  Mintieron a todo el mundo todo el tiempo de forma permanente, y no volvieron de ahí. Entonces, ¿de qué credibilidad me están hablando? Clarín no es el poder de la verdad, sino la verdad del poder. Es como cuando en las películas de terror al monstruo le disparás con todo y después hay un montón de humo por los disparos, y cuando se disipa sigue ahí, y luego arrasa con todo.


(…) Hay que discutir los medios. La prioridad de 678 es la televisión basura, no la política. (...) ¡Hay que discutir la televisión! Porque la política actual está subordinada a la misma televisión, con la misma lógica de la dictadura y el menemismo.

(...) 678 tiene que ser un programa diferente a Duro de Domar y TVR, porque estos últimos son programas de entretenimientos, donde la política se mezcla con el entretenimiento. En cambio 678 pertenece a la televisión pública, a la discusión política. (...) Vos no podés ponerlo a Borges haciendo dos chistes y a partir de ahí armar todo un discurso. Para mí, un primer momento de derrota en 678 tiene que ver con la invitación a Beatriz Sarlo. Ella no puede ser tratada como si fuera lo mismo que las otras personas con las que se la suele comparar. Es una persona muy respetable, con la quien generalmente estoy en desacuerdo, pero es racional, respetable y -aunque es antiperonista, tiene sesgos, etc.,- tiene un modo de comportarse distinto. Lo de "Coca Sarlo" es un acto de misoginia, es insultante, es inaceptable. Otro momento fue el evento con Lucas Carrasco. ¡Eso no puede suceder! Lo que quiero decir es que 678 tiene una enorme responsabilidad, y al empresariado que lo conduce no le preocupa esa responsabilidad. (...) Todo lo bueno que tiene el kirchnerismo radica en cuando fue en contra de lo que hay".


En definitiva se trata, y acá estoy hablando yo y no Kaufman, de profundizar la democracia, de democratizar los medios, de profundizar derechos. Se me ocurre el caso de Roberto Gargarella, entre otros. Se trata de una persona que no puede asemejarse a Mariano Grondona o a los mecanismos carroñeros de la editorial Perfil. ¿Se entiende? Nos podemos enojar, podemos chicanear, podemos enfervorizarnos, pero tenemos que ayudar a cambiar la lógica nefasta que predomina en los medios, en la política y en la sociedad civil.

La televisión basura es una usina interminable de violencia simbólica. No se la puede poner a Ayelén Barreiro en la "canción de los parecidos".

Otro punto a discutir es la "televisión rubia", que no refleja la diversidad de etnias que existen en la Argentina. Cuando yo voy a laburar me tomo el 24 o el 100 en Avellaneda, tipo 5 y media de la mañana, para bajarme en capital. El bondi está lleno de obreros, de personas de rasgos indígenas, de peruanos, bolivianos y paraguayos o sus descendientes.

En fin, no sigo porque ya el post es bastante largo y, para muchos, seguramente aburrido.


Chau, ¡sean felices!