domingo, 24 de junio de 2012

JOYCE Y LOS SÍMBOLOS


PERIODISTA: “¿Cuál es el mensaje de su obra?”. BORGES: “No soy mensajero”.  (Jueves 17 de diciembre de 1964).

BORGES: “La gente no sabe la parte que tiene  la pereza y la resignación en lo que uno escribe. Una chica  uruguaya buscaba explicaciones simbólicas, metafísicas y religiosas para mis poemas. “Uno no escribe con intenciones así… No podría escribir. No soy autor de fábulas con moraleja. ¿Usted escribió alguna vez? ¿No? Entonces por eso imagina que un escritor es tan complejo e intencionado” (Lunes 19 de julio de 1965).

Es un poco lo que decía Vladimir Nabokov en su Curso de literatura rusa, en referencia al Ulises de Joyce:

“Un pelma llamado (Stuart) Gilbert, engañado por unas listas que compiló en broma el propio Joyce, descubrió en cada capítulo el predominio de un órgano particular –el oído, el ojo, el estómago, etc.-. Ignoraremos también estas estupideces. Todo arte es en cierto modo simbólico; pero le diremos: ‘¡Alto ahí, ladrón!’, al crítico que transforma deliberadamente el símbolo sutil del artista en rancia alegoría de pedante, las mil y una noches en asamblea de una sociedad secreta”.

El mismo Joyce escribió: “I’ve put in so many enigmas and puzzles that it will keep the professors busy for centuries arguing over what I meant, and that’s the only way of insuring one’s immortality”.

En otras palabras: mientras los críticos y los universitarios se fatigan buscando símbolos y más símbolos en lugar de disfrutar de la lectura, el mismo autor confiesa haber embrollado el texto con citas y alusiones literarias para mantenerlos ocupados durante años, de puro rompe quinotos que era.

¡¡Y ni hablemos de los críticos literarios que se sirven del psicoanálisis para ver símbolos freudianos, alusiones a la madre o actos fallidos porque levanto temperatura!!

En fin, me pintó hacer un post "ñoño". ¿Y qué? ¿Vas a pegar? Vivo en Avellaneda... vení si tenés aguante!!!

ENTRE AMIGAS: CORRESPONDENCIA ENTRE HANNA ARENDT Y MARY MC CARTHY (1949-1975)

Releyendo la correspondencia entre dos amigas tremendamente lúcidas como la filósofa alemana Hanna Arendt y la escritora irlandesa Mary Mc Carthy, me encuentro con una reflexión sobre las Confesiones de Rousseau, y sobre Las palabras, de J. P. Sartre.

Muchos han elogiado la sinceridad del filósofo ginebrino al publicar sus confesiones personales, porque aparentemente fue capaz de quedar mal consigo mismo en público al confesar que mandó sus cinco hijos a un orfanato.

"Acabo de leer Las palabras (de Sartre) y me enfadé tanto que casi me pongo a escribir una nota acerca de esta complicadísima sarta de mentiras. Esto me recuerda lo que, según me contaron, ha descubierto un erudito acerca de Rousseau: no tenía cinco hijos en el orferinato por la sencilla razón de que era impotente, lo cual me parece lo más probable. El caso de Sartre es idéntico: dice "verdades" escandalosas en apariencia con un tono de gran sinceridad, para ocultar mejor lo que realmente sucedió. Me pregunto cómo explicará, o contará, su especie de "verdad" sobre el desagradable hecho de que no participó en la resistencia; en realidad, jamás movió un dedo". (Carta de Arendt a Mc Carthy, Nueva York, Navidad de 1964)

Más allá de Sartre, es interesante su juicio acerca de la hipocresía de algunas confesiones aparentemente sinceras y valientes. No sé si algo similar se podría decir de la actuación de Ernesto Sábato y sus deseos de figuración moral durante el "Nunca Más", aunque tal vez estoy siendo injusto.

http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com.ar/2011/01/borges-contra-sabato.html

http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com.ar/2011/01/borges-y-cortazar-contra-ernesto-sabato.html


viernes, 15 de junio de 2012

¡NO A LA CULTURA GOURMET AL SERVICIO DE ELEGIR DIVERSOS GUSTOS DE HELADO!


¡Seamos serios! A lo largo de una década se deben pedir dos, tres y a lo sumo cuatro gustos diferentes en nuestra heladería artesanal amiga. 

Si salís con una mina que pide un gusto distinto cada semana, te es infiel. No hace falta ser Julieta Pink para darse cuenta que si además pide tiramisú y chocolate cobertura o granizado, es trolísima. Si pedís un quilo, como MUCHO, tres gustos distintos. El que pide cinco es una mierda de persona, y además tiene tendencia a ahogarse en un vaso de agua.

El que pide sambayón y mousse de algo, votó a Macri. El que pide crema del cielo, es recontra cursi y escucha a Montaner (y sus dos películas preferidas son "The Notebook" y "500 days of summer").

El gusto de helado es como el equipo del cual sos hincha: ¡una vez que te decidís lo aguantás hasta el final de tus días!

jueves, 14 de junio de 2012

EL DISCURSO DE LANATA ANTES Y DURANTE LA CRISIS DE 2001. Segunda Parte


Borges decía que a los argentinos que venían de la cancha no les preguntaban nunca “¿cómo estuvo el partido?”, sino “¿cómo salieron/cómo fue el resultado?”. Ese ejemplo le bastaba para concluir que al hincha no le gusta el fútbol, sino que su equipo gane.

Análogamente, al televidente de Lanata, por lo general, no le interesa la política, sino “meterle el dedo en el culo al kirchnerismo", “reírse DEL PODER” o hacer catarsis. Para el televidente lanatiano ideal, la política  en general pero particularmente en la Argentina, es algo sucio, corrupto, lejano de la “gente honesta y trabajadora”. Intuyo –no tengo estudios empíricos hechos al respecto- que el televidente ideal de Lanata cree que el poder es casi sinónimo de Estado –o de Poder Ejecutivo-, y no le interesa demasiado que le hablen acerca del predominio del capital financiero, ni que profundicen explicaciones sobre cuestiones sociológicas, políticas o económicas complejas. No es casualidad que varios caceroleros lo hayan nombrado como referente.

Ilustro mi postura con un ejemplo futbolero: imaginen un programa deportivo donde se discuten los méritos para que José Sosa forme parte del plantel titular de la selección argentina. ¿Cómo argumentar el desacuerdo? Presentando un informe con la actualidad de José Sosa en su club, mostrando imágenes y estadísticas con las diversas actuaciones de Sosa en los partidos en los que le tocó jugar con la celeste y blanca, comparando su desempeño con el nivel de otros jugadores que –se argumenta- podrían ser potencialmente mejores en el mismo puesto, etc. Sin embargo, ¿qué haría un “periodista deportivo lanatiano?”. Muy sencillo: nos diría que uno de los representantes de José Sosa es sobrino del Manager, Carlos Bilardo. Luego miraría a cámara, haría un guiño cómplice y diría una frase tipo: “¿Qué curioso, no?”. Con eso sugeriría que el fútbol es corrupto, que Sabella es un títere o un corrupto, y que todo es una mierda. ¿En base a una investigación firme? ¡No, en base a elementos tan firmes como una sospecha y un guiño a cámara! 

No tengo elementos para afirmar que Sosa juega porque es representado por el sobrino de Bilardo. Sí puedo sospechar, pero… ¿de qué sirve discutir sospechas? ¿Cómo pruebo que tengo razón? ¿Trato de conseguir una cinta donde Grondona y Bilardo le dicen a Sabella que Sosa tiene que jugar?

La antipolítica es el combustible que hace funcionar a PPT: un programa que viene a ser algo así como adrenalina para antikirchneristas furiosos y televidentes indignados, que en el fondo no quieren entender la realidad sino reírse del poder. 

Ejemplo: en el último programa, Lanata retomó una noticia vieja como si fuese nueva -que en su momento habrá pasado desapercibida- que data del primero de diciembre de 2011:


A quien no le interesa la política, no sabe que esa práctica de pedir un diezmo es típica de la militancia política desde hace décadas. Al televidente “lanatiano”, eso le puede parecer gravísimo o cuentimenos "sintomático".

Un televidente que lee este post, me podría decir: “¡sí claro, pero discutí si lo que dice Lanata es cierto!”. Respuesta: por lo general no me resulta interesante discutir lo que a Lanata le parece importante, por eso generalmente no miro su programa. Sería como pedirme que haga una crítica profunda del contenido de la obra de Paulo Coelho. 

Además, ¿de qué voy a hablar, de que Moreno habla mal portuñol, de que el primer mandatario de Angola es un dictador, de que Cristina se maquilla como una puerta y tiene mucha guita o Barone laburó en Clarín y ahora está en 67rocho? No, yo quiero que me expliquen, con perspectiva histórica y con información sólida, lo que se puede hacer en salud, educación, el mal estado de los trenes, que diversos especialistas –no lobistas- hablen de cómo hacer para generar crecimiento con distribución y baja inflación, sobre el estado de las cárceles en Buenos Aires, reportajes a la Ministra de Seguridad y a especialistas en el tema, etc. Prefiero un programa como “Palabras más palabras menos” -Tenembaum y Zloto-; donde a veces invitan a gente como Miguel Bein para hablar de economía, que las gansadas de Sanata. Y aclaro que PMPM no es un programa que me  guste mucho, pero cuantimenos le reconozco el estatus de -aún con la incidencia del enfrentamiento Clarín vs Gobierno- estar ejerciendo el periodismo.

La pregunta es: ¿si tan malo te parece Lanata, por qué hablás de él? Precisamente por eso, porque creo en el mejoramiento de la democracia y en la necesidad de que surja una OPOSICIÓNLÚCIDA. ¡¡Quiero críticas racionales al gobierno, no chicanas baratas!!

Análisis del discurso de Lanata en 2001:

Ana Wortmann, quien realizó un estudio comparativo entre “Después de hora” –conducido por Hadad, Laje y Feinmann- y “Detrás de las noticias”, el programa que hacían Lanata, Verbitsky, Zlotogwiazda, nos habla acerca del programa de Hadad, durante el corralito y la crisis de 2001: “Se insistía con la frase ‘políticos devuelvan el dinero’, en lugar de responsabilizar a los bancos. Sin embargo, Hadad, a pesar de sus diagnósticos terminales, no quiere aparecer como disruptivo o antidemocrático. Para referirse a la autoridad presidencial dice ‘hay que acompañar a este señor, que lo votamos’. Laje habla de ineptitud, pero sin embargo no se compromete con ninguna idea: ‘¿a quién le vas a dar el poder?2, se pregunta y pregunta en un tono escéptico y descreído. Como si todo fuera lo mismo, a través de este razonamiento consolidan otra frase del sentido común: ‘todos lospolíticos son iguales, todos roban’, etcétera. Pero, por otro lado, no quieren aparecer como antidemocráticos, acompañando la lógica empresarial típicamente argentina de no comprometerse políticamente, de no involucrarse sino de opinar sobre política según convenga a los negocios empresarios de coyuntura”.

Según Wortman, y OJO QUE ESTO LO DIJO ANTES DEL KIRCHERNISMO: “hay puntos en donde los dos convergen, lo cual pone de manifiesto que si bien Lanata pretende montar una estética más progresista y más “juvenil”, ambos discursos traducen cierta lógica mediática y, en el caso de Lanata, tampoco puede salirse aún de la existencia del llamado pensamiento único que ha hegemonizado el mundo occidental. ¿Son posibles discursos transformadores en empresas mediáticas de capital concentrado?

Respecto de la crisis en su conjunto, ambos programas adoptan algunas ‘frases eslogan’ para mostrar el grado de deterioro de las relaciones sociales: ‘es una guerra de pobres contra pobres’ es una de las más recurrentes, y en ‘Detrás de las noticias’ (Lanata) aparece también la reflexión sobre la abulia de la población, y se habla del ‘milagro de la no violencia’”.

Según Wortman, la supuesta ausencia de ideologías está presente tanto en el programa de Lanata como en el de Hadad -¡estamos hablando de 2001, no del actual programa!-: no hay política (ni de derecha, diría Hadad, ni de izquierda, diría Lanata); la no ideología es equiparada al “sentido común” en el caso de Hadad, y a la “realidad estadística” en el caso de Lanata: el 39% de la economía es informal, hay tantos millones por debajo de la línea de pobreza, etc. Ninguno de los dos asume  que incluso en el contexto del clima posmoderno, con el debilitamiento de las ideologías, existen matrices ideológicos que estimulan imaginarios, creencias. Mientras que la no ideología de “Después de hora” habla de la carencia política a partir del sentido común, la de “Detrás de las noticias” habla de la verdad y la justicia.

En 2001, Hadad era el vocero de las empresas privatizadas a quienes no favorece la devaluación y la pesificación, mientras que Lanata representaba a grupos monopólicos nacionales que tienen deudas en dólares y a quienes les  conviene la pesificación.

Los comentarios de Lanata son chicanas, asociaciones libres un poco pelotudas, como la siguiente: “todos hablamos, pensamos sobre el día 90 y qué va a pasar en el día 9. ¿Sabés qué es en la quiniela el 91? El excusado. El 91 van a tirar la cadena, me entendés. Esto va a durar bastante más de 90 días y la guita no la van a devolver”. En Lanata, el periodismo explicativo e informativo es reemplazado por la indignación escéptica del que “no cree en nada” porque “en este país todos te cagan”.

En el programa del 11 de diciembre afirma: “están desconociendo la autoridad de un juez” (los bancos). “El Estado regula nuestra plata y no regula a los bancos”, expresión que da cuenta de una profunda confusión en relación al papel del Estado, estableciendo una asociación falsa. Por un lado hace referencia a una inexistente autonomía del Estado y, por otro, habla de los bancos como desvinculados del Estado.

Lanata se refiere constantemente a “El Poder”: al económico -en este caso los bancos- y a “los políticos”. También se destaca su identificación con aquellos valores que el sentido común ha instalado sobre el comportamiento de las clases medias argentinas. Uno de ellos es la crítica social y política a través de la crítica a la corrupción, muy próxima al ex vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. El énfasis en la crítica a la corrupción lo lleva a decir casi siempre que los problemas son inmorales e injustos: el hambre es inmoral, el comportamiento de loas bancos es inmoral (sic), el desempleo es inmoral. Para Lanata, los políticos son algo ajeno, maléfico, y el país es “lo indomable”.

Podría seguir, pero francamente me agoté de escribir sobre Lanata. El que tenga ganas de mirarlo, divertirse y ejercer la catarsis, que sea feliz. ¡Saludos!

sábado, 9 de junio de 2012

¡¡AYUDEN A MESSI, SE LOS PIDO POR DIOS Y LA VIRGEN DE YPACARAÍ!!


Le ganamos 4 a 3 a Brasil -tres goles de uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol-, con la diferencia abismal de siempre entre funcionamiento ofensivo y defensivo. Messi no nos puede salvar las papas siempre. Falta mucho, ojalá podamos mejorar, porque con esa defensa no creo que alcance para aspirar a cosas serias en 2014.

martes, 5 de junio de 2012

EL DISCURSO DE LANATA ANTES Y DURANTE LA CRISIS DE 2001. Primera Parte.



Muchos sienten que el  país, tal como es, no debería existir; y tal como existe, no debería ser. Me da la impresión de que para Jorge Lanata, un pueblo que no reconoce que él es un genio, es un pueblo sin cultura. 


Axioma evidente: Lanata hace menos periodismo que política,  y su discurso político se basa en desacreditar a la clase política y en hacer oposición. ¿Crítica? No, OPOSICIÓN Y LOBBY.


Sólo se puede comparar a Moreno con López Rega -como hizo el amigo Jorge- si uno es un ignorante, un mala leche o está bajo los efectos de la emoción violenta causada por un antikirchnerismo rabioso.

Las comparaciones verticales, casi siempre desembocan en el cualunquismo, de  modo tal que uno deja de entender quién fue López Rega y qué función cumple hoy Guillermo Moreno. Casi como asemejar a Chaplín y Hitler porque ambos usaron un bigote diminuto,  nacieron en Europa y vivieron durante la Segunda Guerra Mundial. ¿En qué se basa Lanata para emitir semejante juicio? En su ego, o en su mala leche. Entiéndaseme bien: estoy argumentando por el absurdo, es evidente que Moreno no es ningún bebe de pecho...

Admito que Lanata nunca me cayó del todo bien. Me parece un tipo inteligente y bastante culto, pero creo que es mucho menos inteligente y culto de lo que él mismo se cree. Me cae mal su soberbia, y sobre todo su tendencia a remplazar el auténtico periodismo político por el show, el insulto, la chicana y la argumentación ad hominem. En definitiva, me ocurre algo no muy distinto de lo que describe Abel en el siguiente post:


Reconozco que el tipo es muy laburador, que se hizo de abajo –nació o se crió en Sarandí, cerca de donde vivo yo- y, como se cree un groso, su autopercepción lo impulsa a “hacer cosas”. Yo, en cambio, soy mucho más quedado: tiendo a no emprender muchas cosas por miedo a fracasar. Lanata es capaz de escribir un libro sobre física cuántica y recomendárselo a un Premio Nobel de Física. Le chupa todo un huevo. En ese sentido lo envidio, porque el tipo tiene un ego a toda prueba. Nobleza obliga: no cualquiera tiene la confianza en sí mismo y la iniciativa para fundar un diario con tan sólo 26 años.

Por otra parte, entiendo que “ser aburrido” en televisión es un pecado mortal, que el rating es necesario para la subsistencia de cualquier programa que se emita en la televisión abierta, y demás etcéteras. Como bien sugirió Bourdieu en Sobre la televisión, la estructura televisiva no favorece la discusión política profunda. Lanata lo sabe bien, por eso cuando hacía Día D confesó –palabras más palabras menos- que estuvo de acuerdo en rajar a Verbitsky porque sus informes, llenos de datos certeros y de reflexión POLÍTICA, eran un embole.


Es así: el tipo rajó a uno de sus periodistas más sólidos para que “la gente” no  se aburriera. Una buena solución podría ser que Jésica Cirio leyera en pelotas un informe sobre YPF, con dos elefantes africanos a los costados haciendo malabares con la trompa, y flashes de Messi haciendo jueguitos con una naranja. Costaría plata, pero creo que la gente vería el programa. ¿Atendería lo que dice el informe sobre YPF? Es lo de menos boludo, es televisión.

En fin, también me molesta que algunos trasnochados crean que mi inquina contra Lanata se debe a que soy una especie de “ultra k” a quien le molesta que el gran Jorge le “moje la oreja”. Para serles sincero, no me considero un ultra k ni un soldado ni nada que se le parezca. Tampoco pretendo “defender lo indefendible”. Ni gobierno ni soy corrupto ni le robé la plata a nadie...

Simplemente creo que la proliferación de críticas lúcidas y bien fundadas, así como también de investigaciones periodísticas serias, constituye un aporte muy necesario y bienvenido para este o cualquier gobierno, y para esta o cualquier otra oposición.

Vale decir: prefiero un informe periodístico detallado y preciso –¡en lo posible sin sensacionalismo barato!- sobre, por ejemplo, la “tragedia anunciada” de TBA en lugar de la pavada sobre los twitteros k truchos. Hecha esta aclaración seguramente innecesaria, empiezo a argumentar.

EL DISCURSO LANATIANO ANTES Y DURANTE LA CRISIS DE 2001

Hasta la década del noventa y pese a su carácter comercial, la televisión argentina era gratuita, luego los argentinos comenzamos a pagar por la televisión, como también por la educación y la salud.

Con Menem y su troupe, desaparecieron casi por completo los programas de periodismo político. En el nuevo imaginario cultural, la seriedad y la tristeza se constituyeron como parte del pasado, y la farándula estrechaba lazos con la política.

Varios programas ponían en escena la vida privada de los políticos, las gambas de María Julia, a Menem jugando al básquet y al golf, o al riojano bailando con una odalisca… Las pocas críticas que se hicieron a este nuevo estilo político se plasmaron en unos videos que difundió la revista Noticias titulado Las patas de la mentira, en el cual a través de los discursos fallidos de políticos y funcionarios se pretendía dar cuenta del nivel de expoliación y corrupción existente en el Estado y en la sociedad argentina.

“Hasta 1996, la televisión no hizo más que hablar de sí misma, como una exaltación de un país que se iba empobreciendo, pero legitimado en un discurso de ficción para sus clases medias y altas, aquellas que el modelo económico no hacía más que favorecer” (Ana Wortman, en adelante A.W.)

Se trataba de un fenómeno bastante global. Los sociólogos británicos Morley y Silverstone,  en relación con el thatcherismo inglés, hablaban de “farandulización” de la política y la cultura.

Un ejemplo puede ser la aparición del difundido aviso “Llame ya”, espacio de publicidad de productos importados que ocupaba varios minutos en pantalla, promocionando el emblema del consumo de productos inútiles, típicos de un estilo de vida yanquilandia, junto con otros de carácter más suntuosos, donde se escenificaban los beneficios y los cambios en la vida de las personas a partir de su adquisición.

Fue la época del apogeo de Tinelli y Pergolini, este último exponente de la televisión juvenil, de tono sarcástico y cínico. En épocas donde estaba de moda ser medio pelotudo, surge “Caiga quien caiga”, donde los políticos eran tomados en joda, representados como sujetos irracionales y corruptos.

Ya desde el año 2000, y en el marco de una híper-recesión, empezaron a aparecer en televisión abierta diversos programas periodísticos.

Si leemos a Pierre Bourdieu, parece que estuviera pensando en Jorgito Lanata cuando escribe sobre la tendencia, tanto en Europa como en Estados Unidos –y en América latina, agrego yo- de “sacrificar cada vez más el editorialista y el reportero-investigador al animador-bufón; la información, el análisis, la entrevista profunda, la discusión de especialistas y el reportaje a la mera diversión y, en especial, a los chismorreos insignificantes de los falsos debates entre interlocutores adictos e intercambiables”.Por otra parte, la visión deshistorizada y deshistorizante de la realidad que predomina en los medios masivos, junto con la preocupación primordial por el entretenimiento, el sensacionalismo barato o la proliferación de imágenes violentas –que tienden a asociar pobreza a violencia, por caso- termina por favorecer una “filosofía pesimista de la historia que estimula más el retraimiento y la resignación que la rebelión y la indignación, y que lejos de movilizar y politizar sólo puede contribuir a aumentar los temores xenófobos, de la misma manera que la ilusión de que la delincuencia y la violencia no dejan de aumentar favorece las ansiedades y las fobias por la ‘seguridad’”.

Para no irme más por las ramas, paso directamente a Lanata:

En su Construcción imaginaria de la desigualdad social, Ana Wortman analizó “Detrás de las noticias”, el programa que salía de lunes a viernes de 21 a 22hs y que era conducido por Jorge Lanata. El período de análisis corresponde al antes, durante y después de la huida en helicóptero de De la Rúa y la crisis de 2001.
Según Wortman, en las aperturas, Lanata “describe la hipocresía, la corrupción e inclusive el consumo de drogas de buena calidad por parte de los funcionarios políticos”. También establece guiños, juegos de palabras y chistes cómplices con el espectador, por lo cual interrumpe habitualmente los informes con alguna gansada.

Una buena sección era el “Desfile de modelos”, auspiciado por Carrefour, que iba los viernes y mostraba a ciudadanos sin filiación política partidaria –el dato es clave, porque Lanata mira a los políticos con suma desconfianza-  que realizan tareas solidarias.

“El 4 de diciembre de 2001, ante una discusión sobre la conveniencia de dejar caer a los bancos o no, Marcelo Zlotogwiazda, el economista del programa de Lanata, dice que otra alternativa es la total estatización de la banca, pero que eso implica otra ideología, otro proyecto, otro modelo de país. Lanata le responde ‘el último que estatizó todos los bancos fue la URSS y así le fue, la gente estuvo 50 años pidiendo McDonald’s’”. (A. W.)

Lanata suele mirar con malos ojos todo lo que provenga del Estado, por algo se definió más de una vez como “liberal de izquierda”. Su tendencia es a asemejar “intervención del Estado” con “corrupción” o “estalinismo”. Por caso,  una perla cínica en relación al socialismo soviético, nos dice Wortman, “se pone en pantalla en el programa del 5 de diciembre, cuando Lanata dice: ‘ya empezaron a patinar, ya empezaron a retroceder. Ahora para salir a cualquier lugar del país como Moscú o San Petersburgo se pueden llevar 10.000 pesos’”.

Según Wortman, y mucho antes de que tuviésemos noticia de quién era Kirchner: “Esta metáfora parece más lógica en el programa “Después de hora” (el de Hadad), en el marco del imaginario de derecha neoliberal que atraviesa sus afirmaciones, pero nos preguntamos qué significa en el programa “Detrás de las noticias”. ¿Por qué esta insistencia en explicar lo inexplicable en el marco de posicionamientos que no hacen más que confundir a la gente?”.

Vale decir: tanto en el programa de Lanata como en el de Hadad, aún siendo pretendidamente antagónicos desde el punto de vista ideológico, se trata de corroer las figuras políticas. De modo sutil pero firme, se comienza a cuestionar si es golpista pretender que De la Rúa se vaya.

El 6 de diciembre, al estar ausente Lanata, el programa es conducido por Adrián Paenza, quien se pregunta “¿es golpista preguntarse si De la Rúa va a seguir? (…) Acá falta conducción y no estoy siendo golpista ni nada, pero acá falta conducción”. A. W. reflexiona: “es evidente que el presidente no tenía autonomía en un contexto político-económico como el que se vive a partir de un modelo de acumulación capitalista fundado en la primera parte de este trabajo. No se explica el problema centrándolo en la idea de ‘falta de conducción’. ¿Por qué los periodistas no informaban acerca de las verdaderas causas de la crisis económica? Parafraseando a Bourdieu, nuevamente el periodismo apunta a lo visible y no a desentrañar la trama de poder. (…)

Se construye un discurso en el cual lo que se ve es la realidad existente –‘no se puede sacar efectivo’, y esto naturalmente nos afecta en nuestra vida cotidiana –pero no se establecen vínculos ni relaciones. Si ellos saben qué pasa, no explican 'al vulgo’ las causas estructurales".

El análisis de Wortman sobre el programa de Hadad y otros medios masivos, guarda ciertas coincidencias con la frase de Lanata,  quien hace un tiempo se preocupaba porque “en el exterior se nos cagan de risa”. Me explico con Wortman:

“Así como los medios comenzaron a construir y convalidar la idea de amplios sectores de la oposición gubernamental de que el presidente era débil e ineficiente, también colaboraron en la construcción del ya famoso y vago ‘que se vayan todos’. Un fuerte e insistente discurso antipolítico, fundado en la desconfianza y en el sentido común acerca de cierta corrupción casi innata a los políticos como consecuencia del financiamiento de la política, tema repetido hasta el cansancio por la derecha, acompañó el año 2002. Si la sociedad o al menos una parte importante de  ella creía que los políticos eran todos corruptos, los medios no reflexionaban, actuaban con sentido práctico, convalidaban el sentido común. Aunque, obviamente, aparentando representar al sentido común, en la realidad se apoyaban en la mirada externa: el poder económico sobre el sistema político para criticarlo. Los empresarios, “los inversores”, la CNN internacional, el FMI estaban en primer lugar; en definitiva, el ‘como nos ven’ constituye el fundamento primero para deslegitimar el sistema político. Estos siempre tienen razón, o al menos nunca se duda de la veracidad de sus afirmaciones o sus presupuestos. Por el contrario, el problema de la deuda externa sería responsabilidad de todos y todos podríamos hacer un esfuerzo para pagar. Un modo de resolver la crisis económica, que para Hadad se funda en el modo en que se financia la política, lo llev a decir, desde la moral y un lugar autoritario, ‘yo haría un aporte patriótico para pagar la deuda, si un millón de personas ponemos 1.400 dólares, resolvemos el próximo vencimiento’. Apelando a la idea de igual responsabilidad, todos somos culpables, pero sin explicar nunca cómo se generó la deuda”.

Más adelante posteo la segunda y última parte, ya que el post me está quedando demasiado extenso. Con esto trataré de terminar con el análisis de los programas de Lanata, al menos por el momento. Ocuparse de alguien a quien mucho no respeto, no me suma demasiado.

SER ESCRITOR Y TIENE QUE VER CON LA FURIA, DE ANDREA STEFANONI Y LUIS MEY


“Si no trabajás, te morís de hambre. Si trabajás, te volvés loco. ¿Cuántos trabajos satisfacen el hambre, los sueños y, al mismo tiempo, dan espacio a sonreír durante y después? Tan pocos como para que la humanidad entera esté chiflada. Y para que los pocos que tienen aquello duerman mal con los murmullos de los que nunca duermen”, nos dice Andrea Stefanoni. ¿Cómo hacer para vivir de la literatura? “Lo logran dos de un millón: uno, poco antes de morir”.

También uno quisiera escribir, en orgullosa soledad, libros que encierran la violencia de una patada del Flaco Schiavi.

Y nadie te apunta con una pistola en la cabeza para que escribas, para que te metas en ese laberinto en donde pocas veces existe una salida. Y uno escribe porque no desea morirse, o porque desea que lo quieran, o para seducir una chica o para tratar de evitar el tener que permanecer durante horas y horas en un trabajo rutinario, pleno de sinsentido. La literatura, amigos, nace también del miedo y de la pereza.

¿Conocen ustedes a personas que disfrazan su pereza de marxismo? Yo sí. Es más, a veces creo que soy esas personas.

Aunque, como diría Bolaño: “¿Qué hace un político en la cárcel? ¿Qué hace un abogado en el hospital? Cualquier cosa, menos trabajar. ¿Qué hace, en cambio, un escritor en la cárcel y en el hospital? Trabaja. En ocasiones incluso, trabaja mucho. Y no digamos los poetas”.

En fin, la cuestión es que terminé de leer Tiene que ver con la furia, de Andrea Stefanoni y Luis Mey. Muy lindo libro del que no quiero seguir hablando, porque lo pueden comprar, leer y juzgar por ustedes mismos.

Este jueves a las 19 hs, voy a ir a la presentación del libro, que será en Avenida Santa Fe 1860. Si alguno quiere venir, acompañarme, invitarme una cerveza con maníes, comprarme un libro caro aprovechando que está en la librería o darme un re abrazo (?), está invitado. 

Por último y para quien guste de escribir, acá van algunos consejos de Abelardo Castillo:

Nunca adjetives en orden decreciente, nunca digas: “Era una montaña titánica, enorme, alta”. Si no te das cuenta por qué, nadie puede ayudarte. Si adjetivaste en la dirección correcta tampoco te creas un gran estilista. Tal vez buscaba el último adjetivo y te olvidaste de borrar los otros dos.

Podrás corregir tus textos o no corregirlos. Tolstoi escribió siete veces Guerra y paz; Stendhal terminó La Cartuja de Parma en cincuenta y dos días. El único problema es cómo se las arregla uno para ser Tolstoi o Stendhal.

- No confundas imaginar con combinar. La imaginación es una locura lúcida. La combinatoria sirve para elegir corbatas.

- “El lenguaje fastuoso; no un lujo sino una necesidad” (León Bloy). Lo que León Bloy quería decir con esto es muy sencillo. Cuando se escribe para convencer, como escribía él, la elocuencia es casi un deber moral. La mayor verdad del mundo, mal dicha, parece una estupidez. Por ejemplo, uno puede decir que una flor es más bonita que un rey, o puede decir: “Mirad los lirios del campo, ni Salomón, en toda su grandeza…”, etcétera. Si se quiere propagar el Cristianismo, la segunda versión es la correcta.

Ninguna historia cuenta una sola historia, ni en los libros ni en la vida. Pero, sobre todo en la literatura, si la historia subterránea no es en cierto modo la esencial no hay obra de ficción.

domingo, 3 de junio de 2012

ENTREVISTA A LUIS MEY, ESCRITOR ARGENTINO


La semana pasada había terminado de leer Los Abandonados; y hoy, en pocas horas, me devoré otro muy buen libro de Luis Mey: Las garras del niño inútil. En ciertos aspectos me recordó el argumento de La senda del perdedor, de Charles Bukowski. Las similitudes son bastante ostensibles: tanto Maxi como Henry Chinaski comparten una visión desencantada de la familia y del barrio en el que nacieron; y además hay un narrador que, usando la tercera persona, nos cuenta aspectos de su infancia, adolescencia y juventud en “las garras” de un padre alcohólico y brutal, y de una madre cómplice.

Tenía ganas de escribir una reseña crítica de ambos libros, pero me decidí por dejarles una entrevista con el autor, a propósito de Los Abandonados:

¿Cómo fue que empezaste a escribir?

Escribiendo. Alguien me dijo que podía hacerlo aunque nunca lo había hecho, a los quince. Y si alguien me dijo que podía, entonces podía. Debe ser así para todos en algún momento de su vida con algo fundamental: una mentira como impulso.

¿Qué escritores te influenciaron, directa o indirectamente, para escribir “Los abandonados”?

Fante, Bukowski, Ciorán, Vallejo, un pibe de mi barrio y Woody Allen.

¿Cómo es tu relación con otros escritores? ¿Percibís mucha soberbia, egoísmo y/o envidia, o sos de llevarte bien con "el gremio"?

Es una relación formal, cariñosa en ciertos aspectos, de admiración y empuje. No percibo mucha soberbia ni nada porque no estoy en contacto con casi ninguno. Claudia Piñeiro, Leonardo Oyola, Leopoldo Brizuela: gente como esa es gente fabulosa. Buena gente. Brillantes y trabajadores y muy generosos. El resto, no lo sé. No tiene mucho sentido eso del ambiente. No me gusta como no me gusta casi ningún ambiente.

Me gustó tu libro, me lo leí en dos o tres tirones, no me resultó nada aburrido. Mientras lo leía, recordé una frase que se le atribuye a Adorno (cito de memoria, puede fallar): “serás amado el día en que puedas demostrar debilidad, sin que el otro se aproveche para reafirmar su fuerza”. En los personajes de tu libro, resalta la falta de capacidad de amar: el protagonista tiene actitudes egoístas, inmaduras, desesperadas… Es como si al percibir sangre, se lanzara sobre su presa como un tiburón hambriento.

Es que así nos comportamos todos. Sin excepción: sólo que alguno tiene algún argumento que lo sostiene. Aún así, con argumentos, no es más que retórica: somos una plaga de langostas, como dijo Hawkins. Los personajes de Los abandonados, por hablar del caso, solamente se pierden la idea de que están abandonados de sí mismos, no por nadie. Todo pasa por uno, eso quise decir. Que nadie fue más lastimado de lo que se dejó lastimar. Y así con todo.

También me gustó la cita que pusiste de Ciorán: “hay seres a quienes vivimos tan intensamente en nosotros, que su existencia externa se hace superflua y volver a encontrarlos resulta una sorpresa desagradable”. Ocurre a menudo que no toleramos la visión de personas que tengan casi los mismos defectos que nos molestan en nosotros mismos. ¿No te parece? Y más si esos defectos están magnificados.

Por supuesto que no lo toleramos. La idea de magnificar el defecto, en el caso de la novela, solamente es un artificio de escritura: todo tiene que ser magnificado. No en grande y ancho ni nada fálico: sino con la costura de la narrativa. Muy sutilmente, una historia tiene que estar magnificada en el sentido de contada con la audacia de la gracia y la tragedia. Así encontramos que mil veces la misma historia puede ser retomada por un mejor narrador o con una época o contexto de audiencia más avispada o medios menos influyentes porque, también, creo firmemente que los medios de comunicación quieren ser los dueños de la narrativa, quieren ser los dueños del proceso del cuento, quieren vender el relato del día como si se tratara de un relato reproducible a libro o película. quieren contar noticias como películas: eso. Y, volviendo a la idea del defecto, creo que lo que más une a dos personas enamoradas es la minimización del defecto: odiarlo generaría lo contrario.

Si te fueras a vivir dos meses a una isla con electricidad pero sin conexión a internet: ¿qué diez discos, diez dvd’s y diez libros te llevarías?

No me llevo nada. Lo juro. Encontraría la manera de no arrastrar nada que no sea útil. Cambio las treinta propuestas por una Victorinox.

Hablános de tu último libro.

Es pura satisfacción. Que cada persona que lo leyó nos diga -a mí y a Andrea Stefanoni, coescritora- que le gustó mucho, que citen partes y se saquen fotos con él, solamente me genera la pasión sobre la misión cumplida. Pudimos colocar y sostener y equilibrar, batido todo, y ordenada y sorpresivamente  al mismo tiempo cada elemento. Una historia de amor moderna, sin anticipo de final feliz, con ese matiz de lo real, de lo que no te puedo contar, de lo que no podés leer hasta que lo leas, como si no lo pudieras contar hasta que lo vivas. Pudimos hacer reír, reírnos nosotros mismos. Hacer de cada página un cuento de la vida de Sofía o de la vida de Luciano. Que cada cuento sea un todo. Hacer EL GRAN PEZ de las novelas urbanas. Esa idea me gusta: el gran pez de la novela urbana. Te puedo hablar horas, pero mejor omitamos hablar demasiado hasta que cada cual opine lo que quiera. A mí me gustó mucho: y odio casi todo lo que hago. Así que... hablo desde ahí.

Reflexión final, a modo de confesión:

Como dije en el post anterior, no soy un lector muy asiduo de la obra de Bukowski. Luego de leer por primera vez a Mey, decidí seguir sus recomendaciones: me compré un libro de Fante -Espera a la primavera, Bandini- y otro de Bukowski. ¿Saben qué? Los estoy leyendo, y no me arrepiento para nada. Haber leído a Mey fue una influencia positiva para mí, porque me liberó todavía más como para seguir corrigiendo y ampliando los cuentos y novelas que tengo en el disco rígido y que -por pudor, cobardía y/o excesiva autoexigencia- no me animo a publicar.

En Derivas de la pesada, un texto muy polémico, el escritor chileno Roberto Bolaño nos dice que la literatura argentina actual ha dado lugar a tres “reacciones antiborgeanas”, representadas por los herederos de Osvaldo Soriano, Roberto Arlt y Osvaldo Lamborghini. El tipo concluye su artículo así: “Corolario. Hay que releer a Borges otra vez”.

Cito dos fragmentos significativos, no sin antes recomendarles que lean el artículo de Bolaño, que es muy divertido:

SOBRE LA HERENCIA DE SORIANO: “Con Soriano hay que tener el cerebro lleno de materia fecal para pensar que a partir de allí se pueda fundar una rama literaria (…) No quiero decir que Soriano sea malo. Ya lo he dicho: es bueno, es divertido, es, básicamente, un autor de novelas policiales o vagamente policiales, cuya principal virtud, alabada con largueza por la crítica española, siempre tan perspicaz, fue su parquedad a la hora de adjetivar, parquedad que por otra parte perdió a partir de su cuarto o quinto libro. No es mucho para iniciar una escuela”.

SOBRE LA HERENCIA DE  ARLT: “La literatura de Arlt, considerada como armario o subterráneo, está bien. Considerada como salón de la casa es una broma macabra. Considerada como cocina, nos promete el envenenamiento. Considerada como lavabo nos acabará produciendo sarna. Considerada como biblioteca es una garantía de la destrucción de la literatura.

O lo que es lo mismo: la literatura de la pesada tiene que existir, pero si sólo existe ella, la literatura se acaba. Como la literatura solipsista, tan en boga en Europa, hoy que el joven Henry James vuelve a cabalgas a sus anchas. Una literatura del yo, de la subjetividad extrema, claro que tiene que existir y debe existir. Pero si sólo existieran literatos solipsistas toda la literatura terminaría convirtiéndose en un servicio militar obligatorio del mini-yo o en un río de autobiografías, de libros de memorias, de diarios personales, que no tardaría en devenir cloaca, y la literatura también entonces dejaría de existir. Porque,  ¿a quién demonios le interesan las idas y venidas sentimentales de un profesor? ¿Quién puede decir, sin mentir como un verraco, que es más interesante el día a día de un triste profesor madrileño, por muy atildado que sea, que las pesadillas y los sueños y las ambiciones del insigne y ridículo Carlos Argentino Daneri? Nadie con tres dedos de frente. Ojo: no tengo nada en contra de las autobiografías, siempre y cuando el que la escriba tenga un pene en erección de treinta centímetros. Siempre y cuando la escritora haya sido una puta y a la vejez sea moderadamente rica (…).

Más allá de Bolaño, creo que uno debe escribir lo que siente y lo que puede, sin darle tanta pelota al superyó literario que nos dice una y otra vez lo que debemos hacer. Es más, cada tanto me hago a mí mismo la siguiente recomendación: a) felizmente no nos debemos a una tradición, podemos aspirar a todas (Borges dixit); b) no le des pelota al policía literario que hay en tu interior, porque la idea de gran literatura te impide escribir, y muchas veces hace que no escribas más ni mejor, sino que SEAS ESCRITO por los otros. No es sólo que uno tiene que esperar a tener algo que decir para decirlo, sino que en realidad aprende lo que tiene para decir mientras lo dice. En cierto modo, la escritura se origina en una carencia, por eso uno escribe no tanto acerca de temas que domina, sino  más bien acerca de temas que nunca termina por resolver de modo satisfactorio: el amor, la soledad, la tristeza, la impotencia, el deseo, los celos... Y todo ha sido dicho ya, pero como nadie escucha, hay que volverlo a decir.

Para seguir leyendo:


viernes, 1 de junio de 2012

TANTO ME INSISTIERON, ¡QUE ESTOY LEYENDO Y DISFRUTANDO A BUKOWSKI!


Estoy leyendo La senda del perdedor, de Charles Bukowski (1920-1994); y también me compré Espera a la primavera, Bandini, escrito por quien es considerado su precursor: John Fante (1909-1983).

Al final,  el gran borracho venció mi resistencia borgeano/nietzscheana/adorniana (?). Me estoy dejando convencer por su "realismo sucio". Aunque en rigor de verdad, la pared comenzó a derrumbarse hace años, gracias a Trópico de Cáncer, de Henry Miller:

"No tengo ni dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, pensaba que era un artista, ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. No hay más libros que escribir. ¿Entonces esto qué es? No es un libro. Es un libelo, una difamación. Es un prolongado insulto, un escupitajo arrojado a la cara del arte, un puntapié en el culo de Dios, del hombre, del destino, del tiempo, del amor, de la belleza..."

Haber leído ese fragmento fue para mí una liberación, aunque no definitiva: la pelea contra los demonios interiores nunca termina. Cada tanto, las ganas que tenemos de expresarnos gana la batalla contra la tentación snob de "distinguirnos del rebaño ignorante", contra el deseo exclusivo de parecer interesantes.

Muchas veces, el "perfeccionismo" no es otra cosa que un disfraz que usamos porque somos cobardes, porque tenemos terror  a equivocarnos o a descubrir que no escribimos lo que queremos, sino lo que podemos.

Con seguridad, Bukowski jamás será mi autor favorito, ¿y qué importa? Es un alma más que acompaña mis momentos de soledad.

¡RODRIGO, QUE NUNCA EL PEPE GRILLO QUE TE HABLA DE "LA GRAN LITERATURA" TE IMPIDA LEER NI ESCRIBIR!