viernes, 1 de julio de 2011

DEBATES X MAIL: EL SABOR (SOPOR) DE LA CEREZA Y LARS VON TRIER VS RAMBO I, II, III Y EL CINE YANQUI

MAILS PERDIDOS DE 2005 (Segunda parte):
Nota al margen: el intercambio fue quilométrico, y la mayor parte de los mensajes se ha perdido.

Martes 15 de febrero de 2005:

En cuanto a tu primero defensa, RH, no es más que un golpe bajo, perdón, un triste golpe bajo. Acá nadie dijo que mirar películas como "Hiroshima mon amour" o "Sin aliento" o "Dogville" es hacerse el intelectual (en el caso de la última película citada sería tener mal gusto por el cine, pero ese es otro debate), sino que lo que yo dije, el Pigushi estuvo de acuerdo conmigo, es que no se entendía nada lo que estabas diciendo. No porque lo que hubieras escrito no estuviera claro ni porque a ninguno de nosotros nos faltase los sesos necesarios, sino simplemente porque este medio al que recurrimos no da para llegar a semejantes niveles de abstracción. Voy a dar un ejemplo: estoy escribiendo esta mi respuesta del debate en un locutorio, un locutorio es un comercio dedicado a vender un servicio, el servicio consiste en prestarle al cliente por un período de tiempo X una computadora para que use internet; los locutorios en este país son regenteados por chinos fumadores de opio potenciales karatecas con un mal humor crónico; en los locutorios hay una atmósfera 40% oxígeno y 60% humo de cigarrillo; el 90% de la clientela de los locutorios son jóvenes adolescentes que juegan en red a juegos donde algunos ofician de terroristas decididos y otros de policías-mata terroristas igual de decididos, es decir que hay mucho ruido, si a eso se agrega que la pantalla que uno tiene que mirar irradia potentes colores que dañan la vista y que el tiempo corre (el tiempo aquí es dinero) entonces ¡¿cómo mierda querés que me ponga a reflexionar de lo que dijo Kant, de lo que dijo Benjamín o de lo que dijo la Hanna Arendt -¡¡¿y quién carajo es Hanna Arendt a todo esto?!!?!

Eso sólo. Se requiere y se exige una lectura rápida para que las respuestas puedan ser igual de rápidas para que el diálgo pueda ser fluido.

Hecha la aclaración quiero decir que el maniqueísmo que vos tanto criticas es el mismo que ejercés al hacer la reseñan de varias películas de la industria hollywoodense. Ves en Rambo III nada más que la expresión tonta de la remota idea que los remotos yankees del Medio Oeste pueden tener sobre los problemas políticos de Afganistán. Mal hecho. En primero lugar partamos de la base de que Rambo (como lo vimos en las dos películas anteriores) es un soldado renegado: es un ex boina verde devenido en linyera que ha quedado muy chapita después de vaya uno a saber cuántas misiones destripando campesinos en el tercer mundo. Durante la primer película lo meten en cana y le da una ingente paliza a unos policías matones que estaban tan aburridos que decidieron divertirse maltratando al linyera; Rambo pone en práctica todo su saber militar y les hace sudr la gota gorda a toda la policía local, a la policía del condado, al FBI y después a los milicos que lo van a buscar: es decir que Rambo aplica sus mismo conocimientos-purga-ideologías-enemigas-del-status quo-norteamericano haciéndoles la vida bastante dificil a ellos mismo. Es decir que ningún sistema es omnipresente, a menudo los sistemas más represivos generan sus propios antídotos, es verdad, pero también generan sus propios venenos.

En Rambo II nuestro protagonista está preso. Lo mandan en una misión a no me acuerdo dónde (un lugar en el que hablaban un idioma ni latino ni sajón ni eslavo) con la promesa de dejarlo libre. Se enamora, muere la mina de la que se enamora en la escena siguiente, vuelve y con la metralleta tartamuda (¿se acuerdan de la tartamuda?) les hace saltar en pedazos una computadora gigantesca a sus jefes.

En Rambo III los rusos capturaron a su amigo el coronel no me acuerdo cúanto. Lo están torturando. Los soviéticos quieren saber donde van a a caer unos misiles que los yankees están por lanzar. Por si nadie recuerda al coronel-no-me-acuerdo-cómo-se-llamaba lo tiene colgado de los brazos y una cadena le oprime el estómago. Lo dejan sin aire un buen rato, el tipo se pone todo colorado y luego entre el coronel soviético torturador y el coronel norteamericano torturado se desarrolla este brillante diálago:

-Coronel, dígame, ¿dónde van a caer los misiles? -pregunta el ruso mientras se afloja la cadena. El oxígeno regresa al agonizante torturado que responde con un hilo de voz:

-En... su... tra...sero, maldito bastardo.

Curioso, le cuesta pronunciar "En su" sin que le falte el aire pero después es capaz de decir "...sero, maldito bastardo" todo seguido.

Entonces Rambo lo va a salvar a su amigo, le dan un montón de armas y se hace amigo de los afganos con los que juega un juego a caballo en el que Rambo gana.

Pero ¿porqué se puede hacer amigo de los afganos el querido Rambo? Porque él, al igual que ellos, es un aliado circunstancial del imperio yankee, es un out-sider que por una vez pelea de un lado que para él no existe o no debiera existir (no se sabe, porque Rambo habla poco) pero por un ideal personal. ¿O acaso alguien alguna vez escucho a Rambo decir cosas tales como "maldito, comunista" o cosas por el estilo? ¡No!

Una nota al pie: los milicos yankees son unos hijos de puta, los milicos soviéticos también eran unos hijos de puta y los afganos (que está bien, los estaban invadiendo y se tenían que defender) no eran ningunos nenes de pecho. Así que bueno si Rambo al final puede bajar un helicóptero de un flechazo o estrellarse contra un tanque y sobrevivir no es más que una citatardía al mito de David contra Goliat que se sabe, ganó el pequeño David, lo bajó de un hondazo al gigantesco Goliat, pero después David cuando fue rey de Israel le hizo unas cuantas agachadas a algunos amigos suyos. Así que no, Rh, Rambo III no califica como ejemplo dentro de tu teoría fanática anti-hollywood.

Eso es lo que pienso y espero no estar equivocado,

Mariano.

PD: todo lo que dije va también para: Karate Kid, las Rockys, El gran dragón blanco y Alerta en lo profundo.

Debe haber muchas más de las que me estoy olvidando.

PD 2: Tema para nuevo debate: si Bruce Willis fuera presidente se habría evitado la invasión a Irak.

Viernes 18 de febrero de 2005

"Es una película de estrellas de rock en el aire". (Tony Scott hablando de su película "Top Gun")


(...) Después, decís que Rambo II y Rambo III son una bosta (cito tus palabras) a comparación de Rambo I que no lo es. ¿Porqués es una bosta? ¿Podrías explayarte un poco más en tus ideas? Porque si me vas a salir con que esas dos películas son malas porque giran alrededor de una visión triunfalista del militarismo norteamericano o de los valores de la sociedad norteamericana o alguna cosa así te voy a ir diciendo una cosa: si pensás así entonces que después no te escuche decir que te gustaron, entre otras, "Casablanca", "Un destello en la oscuridad", "Intriga internacional" (ésta última es de Hitchcock) o cualquiera de las películas de James Bond (que no es norteamericano pero esta del lado de la OTAN). Rambo III es una buena película de la maquinita de hacer chorizos. Obviamente que es mucho, mucho, mucho, mucho peor que cientos de películas (de esas pelìculas que son, para mi tambièn, LAS PELÍCULAS) pero, prestá atención, es mucho mejor que MILES y miles y miles de otras películas. Voy a explicarme: cuando yo tenía mi proyecto de crear una videoteca interminable compraba los VHS en un lugar donde se venden objetos usados ("Cash Converters" se llama el lugar); entre los objetos usados había enormes tachos repletos hasta arriba de películas de la mencionada máquina de hacer chorizos cuyos nombres ni llegás a conocer y que leyendo la contratapa te podés dar cuenta lo malas que son. ESO es la parte más nefasta de la industria; esas películas en las que hasta el nombre de los actores es una pedorrada.

¿Entendés? Te puede no gustar Rambo II y III pero estoy seguro que la viste más de una vez y si las comparás con cualquiera de esas películas del tacho te vas a dar cuenta de lo que te digo. Eso en cuanto a la teoría. En cuanto a lo empírico quiero agregar un sólo detalle más de Rambo III: cuando Rambo revienta un montón de soldados con la tartamuda (¿porqué me mandó ningún comentario sobre la tartamuda?) y una astilla larga como una cuchara sopera se le mete en el costado del cuerpo y entonces se la tiene que sacar y después cicatrizar la herida con una antocha. Me dirás que Rambo ya se cocía heridas con aguja e hilo en Rambo I y que esto es una repetición. Pero también a Prometeo encadenado un águila (o un buitre, en fin, un bicho grande y hambriento) le comía el hígado todas las tardes; el hígado se le regeneraba y después se lo volvían a comer. No nos olvidemos que gracias a Prometeo los humanos tenemos el fuego. ¿Es Rambo el Prometeo moderno? ¿Se mantiene la humanidad en pie gracias a hombres como Rambo? Tal vez no queramos pensar que sea así.

Eso por un lado. Ahora vamos a hablar del otro tema. No es que no focalizo. Es otro tema. ¿Ta bien? (Porque por ahí es el whiskey que te hace salir de foco las cosas). Me decís que si Bruce Willis fuera presidente todo estaría peor. Es posible, pero creo que las conferencias de prensa estarían bárbaras y ningún presidente que se entrevistara con el míster presidente Bruce Willis se podría lavar la mano después de estrechársela al boxeador de "Pulp Fiction", al detective privado borracho de "El último boyscout" o al policia neoyorkino (también borracho, que curioso) de "Die Hard". Y cuando en la ONU lo acusaron de tener intereses en la industria de las armas, de invadir países sin importar la opiniòn de los demás (sí, que los europeos se quejan tanto de los yankees pero aclaremos algo: lo zarpado de Bush al invadir Irak no fue que se pasó por las bolas lo que dijo la ONU toda sino lo que había dicho el Consejo de Seguridad de la ONU que no es lo mismo, son menos países, son menos de cien, menos de cincuenta y creo que menos de diez) o de negarse a participar en los acuerdos de Kyoto el señor presidente responderìa: "Me acusás una vez más y te mato". Sería una experiencia política muy interesante. Propuesta para los debatientes: ¿Quiènes formarían su gabinete?

Despuès releì y releì tus propuestas para presidente. Sean Penn puede ir bien. A lo mejor tendrìa una polìtica un poco más favorable para América Latina o le borraría un par de ceros a la deuda pero Michael Jackson, una de dos, Schuff, o me la estás dejando picando o acabo de descubrir que te gusta comerte pibes, haceme el favor, tomanos en serio que no estamos discutiendo "el precio de la papa" (Pablo Perez, dixit).

Bueno, eso es todo por ahora. Quiero aclarar que por supuesto Rh tiene derecho de citar a cualquiera, total si los perros tiene derecho a cagar y mear en el medio de la calle acà, en este paìs, todo el mundo tiene derecho a todo. Antes de despedirme quisiera pedir un minuto de silencio por María José que parece que tiene la gargante inflamada en la mitad del verano. Espero que esté tomando los medicamentos adecuados y sobre todo espero que haya sido sincera con su doctor y le haya confesado que fuma desde los catorce años. Un abrazo,



Mariano

PD: siempre hay una posdata pero hoy no sé que poner. Sólo una cosa: ¡Moyano, contestá, participá del debate!

Domingo 27 de febrero de 2005

Hoy quiero hablarles sobre cierta incapacidad del señor Mariano para apreciar exponentes del cine no yanqui (ni hablemos de Pérez, que es capaz de dejarle propina a un taxista como si estuviese paseando por la Quinta Avenida llevado por un conductor pakistaní).

Sucede que una vez más, en el transcurso de una conversación mediada por la cerveza y los “maníses” en el bar de Robert, el señor Mariano confesó cierta indiferencia ante la visión de “El sabor de la cereza”, la película del iraní Abbas Kiarostami. El señor Petreco demostró la misma displicencia receptiva que el señor Pigushi ante “Los idiotas” de von Trier.

Está claro que nadie está obligado a admirar cualquier verdura en forma de film que venga de Irán o de oriente o de Francia y que narre una historia lenta y llena de silencios: lo que afirmo es que advierto un rechazo sintomático por parte de Mariano y Pigushi ante películas que a mí me gustan, y les prevengo que los viá cagá trompadas si siguen bardeando mis gustos cinéfilos porque soy de provincia y me la banco.

Resulta una obviedad, y me cansa repetir, que una buena parte de los productos del cine hollywoodense (aunque no exclusivamente) -muchos de los cuales, nobleza obliga, son excelentes y además entretenidos-, nos han acostumbrado a una temporalidad que nos impide disfrutar de miradas distintas sobre la realidad.

Cuando observamos una película cuyo inicio parece “no mostrarnos nada” porque no hay acción o promesa de acción a los diez segundos, porque no hay efectos especiales ni despliegue visual ni imágenes escópicas, tendemos a querer huir de la sala. Le tememos al silencio como nos acostumbran a temerle, por caso, en los boliches, donde ponen un estridente “punchi-punchi”, como asumiendo de antemano que los presentes no tienen nada que decirse, que hay que enchufarlos al ruido porque no son capaces de enchufarse a sí mismos y mantener un diálogo con la compañera/o que tienen al lado… pero en fin, no nos vayamos al carajo.

Godard decía que un hombre, una mujer y un auto son lo único que se precisa para hacer cine (y hablo de Godard a pesar de que me cagué de embole luego de terminar de ver “Pierrot el loco”). La capacidad de filmar casi sin recursos es propia de pocos, la capacidad de generar una obra de arte “con nada” es privilegio de Abbas Kiarostami.

El director iraní elude las elipsis, recurso gracias al cual el espectador sufre la recorrida al par que el protagonista, y el espectador que odia sufrir se quiere ir porque no se banca el sufrimiento y la incomodidad.

El protagonista, Badii -no confundir con Badi, el famoso cantante- recorre la ciudad de Teherán en auto, en busca de un hombre para hacerle un encargo. Poco a poco vemos el desfile de candidatos desconocidos que son abordados por el chabón. La ausencia de novedades dramáticas (mal que le pese a los fanáticos de Hollywood) sirve para densificar el asunto: cada espectador, con su exclusivo bagaje de conflictos, es convidado a dejarse llevar por los arrabales de la ciudad.

Entretanto, aquí, en Buenos Aires, Mariano y Pigushi, quienes sentados en su butaca esperan el advenimiento de una progresión dramática, conflictos, desarrollo, pico emotivo y resolución, bostezan y piensan en palomitas de maíz bañadas en azúcar blanca.

Luego nos enteramos de que el protagonista quiere suicidarse, aunque no sabremos por qué, y que está buscando ayuda para ser enterrado. Como dice a uno de sus interlocutores: “lo que necesito es muy simple, que agarres una pala y me entierres”, pero le pide que antes se asegure de que está muerto para no ser enterrado en vida.

Los candidatos a enterrador se suceden de la siguiente manera: el primero es un soldado, tan tímido que apenas alcanza a balbucear una respuesta negativa. El segundo, un religioso, se escuda en su fe, que le impide quitar la vida a un semejante, y le sale con algunos argumentos filosóficos.

El último es un taxidermista, Baghi. También, creo que en tercer lugar, hay un tipo muy pobre que maneja una maquinaria que no acepta enterrarlo pero que le dice “no tengo nada que decirte pero te convido una tortilla”, como una muestra de hospitalidad de alguien que no tiene casi nada material que compartir.

Los personajes con los que Badii establece diálogo son casi marginales. El soldado es un kurdo del Kurdestán, un campesino; otro de los personajes centrales, el seminarista, es afgano; y el empleado del museo es un hombre aparentemente urbano, con un tipo de sabiduría más bien ligada a ciertas tradiciones populares no muy vinculadas con lo urbano.

El modo en que se van ofreciendo los personajes es ambiguo, al principio la aproximación se parece a cierta búsqueda sexual (salvo que uno haya ido al cine habiendo leído el argumento).

El suicidio es un acto que rompe con lo social, que renuncia al mundo de los hombres al tiempo que a la vida. Sin embargo, en eso hay una ambigüedad porque el personaje recurre al mundo de los hombres para pedir ayuda y dice padecer un dolor que si cualquiera conociera su carácter, lo comprendería. Al mismo tiempo, asegura que su dolor es incomprensible. Hay un diálogo donde trata de mostrarle al personaje que está conversando con él que por más que lograse explicarle el origen de su dolor –ese dolor tan íntimo que está tan interiorizado- las palabras no posibilitarían la comprensión del otro porque no lo puede experimentar.

Ese es otro punto central: la soledad de la muerte, el suicidio como condensación de una experiencia que es absolutamente personal y la presencia de la soledad.

Si nos vamos un poco de mambo, durante uno de los diálogos, el protagonista pregunta por vidas ajenas, por detalles de vidas ajenas, como si fuese la forma de terminar de interiorizar la suya, que nunca aparecerá como relato.

Lo loco es que el suicidio es un acto profundamente solitario, en parte por una cuestión de insoportabilidad de un testigo, y sin embargo es como que el protagonista quiere quebrar esa soledad propia de todos los que se quitan a sí mismos la vida.

Es como si el protagonista, ante una sociedad que lo ha desamparado dejándolo completamente solo, buscara un interlocutor para rehumanizar su propia muerte y humanizar al otro.

Otro punto es la ausencia de la mujer en el film, y el diálogo altamente provocativo con el soldado que forma parte del ejército de Irán. El protagonista le pide que le eche unas paladas de tierra y el soldado adopta una actitud de pánico. Finalmente huye a campo traviesa y el protagonista le dice “pero a vos te dan órdenes mucho peores, tenés que hacer cosas mucho más complicadas, lo que te pido es muy simple, cómo puede ser que cumplas las órdenes que te dan y no quieras hacer esto”. Y el soldado no le puede contestar. Con el religioso pasa otro tanto. Frente a un tema tan tabú, el seminarista no le puede contestar, no le puede decir nada, evita el tema, no puede ni hablar de la cuestión. El religioso codifica, habla de la moral, “no hay que suicidarse y se terminó”. O sea, la singularidad, el evento, lo que acontece en la vida de ese hombre que está pidiendo algo a otro hombre como hombre en un plano de equiparación, de igualdad, de diálogo, de eso no puede hablar.

El personaje que finalmente decide hacerle el favor es la figura nietzscheana del artista en el sentido occidental. Es el que no tiene moral, el que no tiene códigos, el que está dispuesto a la aventura, pero también al compromiso trágico. Es el que ha atravesado la experiencia del suicidio.

Con su enfrentar al silencio del decir y la respuesta, Kiarostami se pone, consciente o inconscientemente, en las antípodas del diálogo resolutivo, soberbio en su capacidad de encerrar o vencer la muerte de la cultura yanqui inmortal del no fumés, corré todas las mañanas, andá a terapia sexual pero por favor no te mueras ni hables de muerte que me deprimo. (Aclaración: en el cine de acción de Hollywood se mata a medio mundo, pero NO SE HABLA DE LA MUERTE).

La respuesta de Baghi no tiene nada que ver con la de cierta etapa de Mario Sánchez en “Polémica en el bar”, donde nuestro humorista hablaba de la hermosura de la vida, con los campos, las flores, los pajaritos de colores... El taxidermista no es un sentimental que le dice que la vida es hermosa, el que entiende eso es, a mí juicio, aquel que no entendió un carajo de la película: el tipo le sugiere que la vida es hermosa como dionisíaca. Cuando te estás por matar te salva el sabor de las cerezas, porque el árbol del que te ibas a colgar tenía cerezas, las probaste y seguiste viviendo. Es una figura bien nietzscheana, del artista moderno secular, y no una filosofía basada en el humor de Mario Sánchez, ni tampoco del chiste del héroe cuando está por morir, tipo James Bond el mismo Aníbal Smith de "Brigada A".

El taxidermista es un personaje fuertemente secular, que está más allá del bien y del mal, que está tan dispuesto a ayudarlo (entre otras cosas porque necesita el dinero para operar al hijo) como a convencerlo de que vale la pena vivir.

El protagonista hace una suerte de soliloquio: su infinito dolor le impide escuchar a los otros, salvo al taxidermista.



Todos recuerdan la definición de Videla: “(…) mientras sea un desaparecido no puede tener un tratamiento especial. Es un desaparecido, no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido”.

Kiarostami pone en evidencia el cadáver, los restos de una persona en la tumba ante los cuales el prójimo debería comparecer como testigo y garante de que el cuerpo existió.

La memoria de “el sabor de la cereza” está en una visión totalmente opuesta al culto conmemorativo del cine norteamericano que construyó el tópico de la tumba y las exequias como parte de la trama de la gran novela nacional, con una insistencia dirigida a no olvidar que sus cuerpos muertos trabajan para el cuerpo de la nación y en el caso de los héroes, para la conciencia de la patria.

Para finalizar, y previniendo objeciones, es lo de menos si Kiarostami quiso decir lo que yo digo que quiso decir, porque el monopolio del sentido de la obra no la tiene nadie, y mucho menos el autor. Esta es una obra que se presta a múltiples e infinitas miradas, siempre y cuando dejemos a un lado nuestra percepción ayanquizada del cine y nos abramos a nuevas maneras de mirar, no como el señor Petreco, cuyo espíritu hacia el cine iraní está más cerrado que culo de muñeco.

Saludos,

Erre

Martes 1 de marzo de 2005:

"Ayer la ví a tu hermana llena de sangre, la habían violado por vigilante". (Flema)


Estimados,

Parece que nuevamente el señor RH esgrime ante nosotros su automipuesta misión de educar al soberano. Como aquellos eximios profesores que se atrincheran en los fortines derruídos de la "alta cultura" el señor RH nos quiere "hablar sobre cierta incapacidad del señor Petreco para apreciar... cine no yanqui" (RH, dixit). Cita después mi alarmante "indiferencia ante la visión EL SABOR DE LA CEREZA" (RH, dixit) película que aclara inmediatamente es iraní.

PRIMER LUGAR:

El señor RH esboza lo que parece ser una especie de superioridad moral (intelectual, diría) que en su caso resulta casi profética: al igual que Moisés en la cima de los montes el señor RH experimenta visiones cuando va al cine (al cine no yanqui, aclaremos) que lo hacen entender profundos condimentos del alma humana. Mi tan mentada "incapacidad" no es sino una excusa para expresar su visionaria y elevada interpretación de una película.

SEGUNDO LUGAR:

"El sabor de la cereza" es una película bien conocida. Estuvo en cartel bastante tiempo en Buenos Aires hace algunos años (cosa rara que haya estado en cartel con las hienas de la industria hollywoodense al acecho; pero bueno, se ve que la CIA también comete "errores" al igual que los militares argentinos, como vemos).

Todos sabemos que es iraní. El señor RH sabe que todos sabemos que es iraní. ¿Por qué lo aclara tan visiblemente entonces? Bueno porque, creo yo, entre cierta intelligentzia muy presente en países como el nuestro (periféricos y atemorizados de merecer ante la ilustrada Europa el calificativo de "tercermundistas"), decir cine iraní es sinónimo de prestigio. ¿Por qué es sinónimo de prestigio? Porque es evidente (y no lo niego) que hay mayor difusión de cine norteamericano que cine de cualquier otra región del mundo. Para mucha gente es una certeza a priori que las películas que provienen de los rincones más recónditos del planeta son buenas por el sólo hecho de ser no-yanquis. Son buenas porque narran historias llenas de silencios o no narran nada en absoluto o cosas por el estilo. Vamos a deternos unas líneas en este punto:

Creo que el señor RH a pesar de su evidente erudición manifieta un malestar muy común hoy en día entre nuestros co-culturales occidentales. El señor RH manifiesta la poco conocida CULPA OCCIDENTAL. ¿En qué consiste esta culpa? Para mí es algo así: Europa, en su etapa feudal se comió al continente Americano. Después en su etapa capitalista se comió a África, a la India, a Oceanía y varios pueblos de Asia. Europa (Occidente, digamos) consideraba que las culturas locales eran insignificantes al lado de la cultura europa. Por lo tanto Europa consideraba conveniente erradicar esas culturas e implantar sobre sus escombros sus propias instituciones culturales. Esto se hizo, como sabemos, pero no se logró hacer del todo como bien debiéramos entender de una vez. Pasó el tiempo, los países que eran colonias se liberaron y tras algunas expectativas revolucionarias acabaron todos en el tacho, pobres, miserables y en el meollo de los conflictos bélicos más terribles de la actualidad. La culpa occidental hace que gente como RH diga "Uy, no, yo no quiero ser como esos occidentales que negaban a las demás culturas, yo tengo que entender a todo el mundo, tengo que quererlos a todos, tengo que entronizarlos; era todo mentira, mi cultura es mala, la de ellos es la buena, etc, etc, etc". Entonces allí cabalgan los RHs del mundo tragantándose con bodrios ajenos sólo por el hecho de que son extranjeros (extranjeros a Occidente, quiero decir).

Digo yo, ¿esto no tiene cierto paternalismo hacia esas culturas? No sería más cabal decirle a un chino: "Che, loco ustedes para hacer su música usan toda una gama de notas distintas a las que yo estoy acostumbrado a escuchar, la verdad es que su música no me gusta ni medio, pero está todo bien porque yo no niego que sea música lo que ustedes hacen". Todos nos burlamos de Jimena Cyrulink porque lee a Osho y está encantadísima; yo creo que si Bush saliera a prohibir los libros de Osho RH se haría una nueva repisa en su biblioteca.

Después hay otra cosa que se le escapa acá al señor RH: cuando habla del cine no-yanqui (porque esto para él es un género) es todo matices. Cuando habla de lo yanqui es todo monocolor. Para él lo yanqui bueno es sinónimo de films "excelentes y entretenidos". Una de dos o estamos hablando de otra cosa o te faltan ver un par de películas norteamericanas (no sé, ¿oíste hablar de Chaplin, Orson Welles, Ridley Scott, Quentin Taratino, Billy Wilder, Francis Ford Coppolla, Stanley Kubrick, Tim Burton, Alfred Hitchcock, Elia Kazan, los hermanos Cohen, Jim Jarmusch, Alexander Payne, Wes Anderson, Martin Scorcesse, Roman Polanski, Woody Allen, John Ford y otros?) Para mí que los RHs del mundo todavía creen que cuando una película yanquee es buena en realidad no es yanquee, sino que es una película europea hecha en EEUU.

Para el señor RH parece que es una especie de pecado levantarse del cine e irse cuando una película no gusta. ¡Qué raro que el señor RH diga esto! Le he escuchado asentir afirmativamente ante uno de los consejos más famosos de Borges: cuando un libro no gusta hay que dejar de leerlo.

Parece que si hacemos eso en una sala de cine es expresión de inferioridad de carácter o de sumisión ante el fantasma de la mediocridad. (Dicho sea de paso, no tendría que aclararlo pero lo hago igual: yo "El sabor de la cereza" la vi en el cine de principio a fin; nunca había visto cine iraní y la fuí a ver sin leer las críticas. Me aburrí. Me pareció terriblemente redundante. Terriblemente trivial. Y sí, también terriblemente poco entretenida además de ser terriblemente pretenciosa. Después salí del cine y leí las críticas que estaban pegadas contra la vitrina de la entrada. La aclamaban en nombre de no se qué sensibilidades; así que cada vez que veo de que la van las críticas con el cine iraní empiezo por allí mismo y a partir de esa lectura y del doloroso recuerdo de mi culo aplastado contra una butaca viendo a un tipo dar vueltas en un auto por el desierto elijo no ver cine iraní (Después siendo un poco rhsianos podríamos plantearnos la pregunta de si una película de una cultura teocrática que relega a las mujeres (50% de la población) a un lamentable segundo plano puede enseñarme algo).

Voy a explayarme un poco más en este asunto de las películas que tienen cosas que las películas yanquis no tienen. En primer lugar pareciera que el argumento no gira en lo que tienen esas películas que se pretende alabar sino en lo que les sobra a las películas yankees: y siempre (y desde que soy niño lo escucho) es lo mismo: tiene muchos efectos especiales.¡Qué pelotudez es esa! Cuando una película es mala no le sobra nada: le falta. En todo caso cuando parece que tiene demasiados efectos especiales es porque le falta argumento. Esta estupidez de las cosas que obran en el cine lo tenemos que padecer en la actualidad primero con los tontitos del cine Dogma. Lars Vons Triers es, a mi entender, la mentira más grande desde que alguien dijo que Héctor Alterio era un excelente actor. Pensemos en su última película (bah, no sé ya si es la último pero espero que lo sea) "Dogville"; sin decorados, sin un carajo, y parece que era una joya porque criticaba al imperialismo yankee (¡Ah, pero qué dificil que es criticar a Bush, a Powell y Condoleeza Ricce!) Otros me dijeron que vieron no sé qué carajo de la moral de Nieztche, y sí, decorado seguro que no vieron.

Otra que no ví ni pienso ver: "El arca rusa". Uno tiene que escuchar a cierta gente decir: "es una genialidad, está toda hecha de una sola toma". ¿A mí qué mierda me importa que la hayan hecho en una toma o en seiscientas si cuando les preguntás de qué se trata te dicen "ay, no sé, tenés que verla"? Si quieren me voy anticipando a los próximos genios del cine: un viejito camerunés sentado en un banquito leyendo en voz alta el guión de una película que el director nunca filmó ("Ay, es genial un tipo te lee el guión. Si para hacer buen cine no necesitás escenas, ni actores, ni nada").

TERCER LUGAR:

Típico. Aparece la cita de autoridad. "Godar decía". Bueno, le aclaro al señor Rh que si hubiera leído por completo esa cita de Godar él dice algo así como "Como aprendí con Orson Welles se precisa sólo un hombre, una mujer y un auto para hacer buen cine". Si mal no tengo entendido Orson Welles eran norteamericano. Si mal no tengo entendido trabajaba para la industria. Si mal no tengo entendido Orson Welles se hizo muy famoso con un fraude mediático: les hizo creer, por radio, a sus conciudadanos que su país estaba siendo atacado por tropas marcianas. Ah, pero miren que tonto que era Orson Welles. Lo único que hizo de su vida fue filmar "El ciudadano", "El proceso", "Sed de mal", "La dama de Shangai". Le voy a decir una cosa sobre esta última película señor Rh, que seguro no vio. Es un policial y me parece espectacular. No sólo te entretiene sino que como todo buen policial negro te muestra las miserias ocultas en los círculos de poder de la sociedad norteamericana (porque no sé si alguna vez notaste que en las buenas novelas de policial negro el revelamiento del misterio no importa tanto como el derrotero que sigue el protagonista por la ciudad corrupta). Para hacer esta película, dice la leyenda, Orson Welles tuvo que convencer a un productor. Parece que Orson andaba sin un mango y por el teléfono le inventó el argumento. Ahora como podés ver Orson Welles no le mató la cabeza al productor con disquisiones filosóficas o problemas existenciales del ser humano. Lo convenció. Hizo una película que es buenísima. Ahora, sinceramente a mí me parece mucho más meritorio la labor de hombres como Orson Welles que tienen que trabajar en una estructura donde mandan tipos que lo único que pretenden es llenarse de guita lo más rápido posible. Y sin embargo hacen películas geniales. Me parece que ésto es mucho más dificil que recibir un subsidio del estado y hacer lo que se te canta el orto como hace Godard que, dicho sea de paso tiene una película que se llama "Sin aliento" que es espectacular.

CUARTO LUGAR:

Al final el señor RH nos expone su interpretación "El sabor de la cereza". Todo bien si esa es su interpretación. Pero señor Rh, con una mano en el corazon ¿me va a negar que todo esto sobre el suicidio no lo sabía ya antes de entrar al cine y ver esa película? Acabemos con la idea de que el cine te puede hacer pensar. El cine es el lugar menos ideal para pensar: estás a oscuras, sentado en una butaca rodeado de extraños y frente a una pantalla colosal que durante dos horas irradia luces de colores y sonidos. Hay que prestar atención a un hilo argumental, hay que leer los diálogos (porque están subtitulados en este caso) y seguir las imágenes. No. Ese no es definitavemente un buen lugar para ponerse a sacar semejantes elucubraciones sobre el suicidio (que me imagino que varias las habrá sacado de Durkheim, otras de las críticas que dijo haber leído previamente y otras más seguro de la señora Arendt).

Si esa es su interpretación, bien por usted. Pero no suponga que a mi no me gustó esa película porque nunca he reflexionado sobre el suicidio, ni tampoco suponga que don Kiorastami no podría leer su mail y decir "¿Este qué película vio?". Deseo que no le pase lo que a Woody Allen en una de sus películas; allí Woody interpretaba a un documentalista que estaba trabajando sobre un pensador judío que había estado en un campo de concentración y teorizaba sobre el amor; a punto de terminar de editar su documental, este hombre, el pensador judío, se suicidó sin mayor explicación que una nota que decía explicaba lo evidente "Salgo por la ventana". Eso habla, si usted quiere, también mucho del sucidio y de lo enigmático de la situación que rodea al suicida. Y le aclaro que Woody Allen es yankee hasta el tuétano.

QUINTO LUGAR:

Bueno, como no podía faltar el señor RH nos deleita con el golpe bajo del tema de los desaparecidos. Acá yo tendría que darle la razón para que nadie piense que pienso como Videla. Sinceramente no encuentro la relación entre los dichos de Videla y que Kiorastami muestre el cadáver de un tipo que se va a suicidar. Me parece que apela usted a un lugar común de nuestra historia y nada más.

SEXTO LUGAR:

Por último si la memoria de "El sabor de la cereza" está opuesta a tal o cual visión del cine norteamericano, dos cosas. 1) Eso no la hace necesariamente una buena película. 2) cine norteamericano, le repito, es una generalización demasiado arriesgada.

POR ÚLTIMO:

Conclusión: elijo no ver cine iraní (hasta la fecha pienso así y tengo mis razones) y no siento ninguna culpa por ello. Yo no tengo obligación de ver todo lo que hay y si esta posición mía me perjudica en algo creo que llegado su debido momemento lo sabré corregir. Espero que usted, de tanto abrirse a nuevas experiencias y nuevas visiones y nuevos demases no se olvide de que el maestro Borges recomendaba más la reelectura que la lectura de nuevas obras.

Saludos,

Mariano

PD: cuando quiera nos reunimos en Bar Roberts a hablar de cine europeo. A ver si me dura siete segundos.

PD II: ya le dije al señor RH aquella vez en Bar Roberts que "Flores de Fuego" es una película no yankee, muy lenta, muy violenta, muy poética y donde mueren muchos pero muchos yakuzas. Pero si usted sigue sosteniendo que lo aburrido es lo sublime entonces allá usted.

Domingo 6 de marzo de 2005

Dejo mi última opinión sober el caso. Voy a citar un libro de José Pablo Feinman que se llama "Pasiones de celuloide":

página 292 (hablando de la muerte) :

"... ¿Y qué es Rosebud? Es el aspecto más cálido de un film unívocamente cerebral, obsesivamente inteligente. Rosebud es un pocket-Freud. Un trineíto -todo secreto reside en algún oscuro y lejano lugar de la infancia- con el que el poderoso Kane solía jugar de niño. ¡Qué metáfora, genial Orson! Kane, que vivió rodeado de objetos, acumulándolos como símbolos de un poder sin límites, apenas recuerda en su instante final un pequeño objeto, una insignificancia que los desmanteladores del rumboso palacio Xanadú no vacilan en entregar a las llamas: un trineo que lleva impreso la palabra Rosebud, que será, así, la última palabra de Charles Foster Kane en uno de los films más aclamados de la historia del cine...".

Eso va para Rh que siempre que uno le menciona a los cineastas de EEUU geniales te dice "sí, sí, tenés razón". Mirá, Rh, esta película es genial, Orson Welles era un genio y seguramente se ponía la mano sobre el corazón cuando escuchaba el himno yankee. Si vos no podés vivir con esa realidad es un problema tuyo. Y te aclaro que a pesar de que la película puede ser considerada un testimonio en contra de la acumulación de poder de los monopolios y todo lo que quieras, la pura verdad es que los monopolios siguieron acumulando poder, las empresas grandes se comieron a las chicas, los sindicatos se llenaron de gordos mafiosos y los políticos del mundo siguieron haciendo más o menos lo que las necesidades del poder económico requerían. Así es el mundo. Es una mierda. Algún día puede ser que cambie. Pero el cine no puede hacer nada demasiado significante para que cambie (entre otras cosas porque los únicos que tienen un verdadero poder político de masa para generar cambios, la gente pobre, la gente más explotada, la clase obrera o cómo quieras llamarla, es la gente que lamentablemente no suele concurrir al cine por un sinfín de razones).

Después para Schuff que parece que en cuanto a sus verdaderas y profundas opiniones de cine reniega de los guiones que suele escribir le doy esta cita de la página 293:

"No podía ser de otro modo: las muertes en los films de gángsters suelen ser violentas. Descarto - por abusivas - las muertes que se producen a raíz de ametralladoras que hacen fuego desde autos negros y vertiginosos. Son excesivas. Son las tortas de crema de estos films, así com Max von Sydow jugando al ajedrez con la Muerte en El séptimo sello (1957, Ingmar Bergman) son las tortas de crema de la metafísica. Si se me permite ser así de irreverente con el genio sueco".

Y esto lo dice un tipo que en su juventud militó en la JP, quería tomar el poder, hacer la patria socialista y todo eso. Porque Feinman será medio insoportable para muchas cosas. Pero al tipo le gusta el cine. ¿O ustedes se creen que Marx no iba a la ópera?

Por último voy a pisar fuerte una vez más. El capítuo del libro menciona un montón de muertes importantes en el cine de EEUU. Y muy a su pesar, Feinman menciona.... "El último boyscout": un jugador de fútbol americano que es presionado en el vestuario por los corredores de apuestas se toma un par de pastilla; sale a la cancha, le pasan la pelota y entra a correr. En cuanto se le vienen encima los jugadores del otro equipo el tipo saca un arma de debajo de su pechera y les dispara. Llega así al lugar donde debe apoyar la pelota. Lo hace. Los policías y los otros jugadorse se acercan despacio. Aquí la cámara desciende hasta el pasto, toma la peltoa apoyada en el punto de gol y el jugador de espaldas que les dice a quiénes se le acercan "la vida es una mierda, ¿no?" y se pega un tiro en la cabeza. Para mí es una gran película y se acabó qué carajo tengo que andar dan explicacioens. Para mí Bruce Willis es un actorazo y dentro de veinte años más de uno me va a dar la razón.

Mientras tanto yo voy a seguir mirando el cine que a mi me gusta. Chau.

Mariano

Nota del editor: el mail que contenía las citas de Hanna Arendt y Walter Benjamin, a propósito de vaya uno a saber qué divague, no lo he podido rescatar, con lo cual la respuesta quedó descontextualizada.

3 comentarios:

  1. jaja es buenisimo, aunque muy largo! se nota que se te perdio la respuesta, porque no pusiste la respuesta al mail de mariano.

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  2. ¡Gracias por pasar! Y no, no encontré mis mails.
    Saludos

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  3. Sobre cultura me gustó lo que pusiste acá, muy bueno.

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