viernes, 28 de octubre de 2011

INTELECTUALES, PERIODISTAS, HECHOS E INTERPRETACIONES


Hasta donde leí, Nietzsche jamás dijo que no existiesen hechos sino interpretaciones de los hechos. La cita correcta, si mal no recuerdo, era: “no existen hechos morales, sino interpretaciones morales de los hechos”.

Post Scriptum: "Contra el positivismo, que se detiene en los fenómenos: 'solo hay hechos -yo diría: no, precisamente no hay hechos, sino sólo interpretaciones. No podemos constatar ningún hecho 'en sí'; tal vez sea absurdo querer algo por el estilo" (Fragmentos póstumos, aportados x el amigo Cine Braille).


Más allá de eso, la distinción fundamental que deben tener en cuenta quienes ejercen el periodismo y la opinología es la que divide los hechos comprobados de la ficción.

Roma venció y destruyó Cartago en las guerras púnicas, y no a la inversa; la Guerra de las Malvinas sucedió entre abril y junio de 1982 e involucró a la Argentina y Gran Bretaña, y no a Pakistán o Groenlandia.

Otra cosa es la cuestión acerca de cómo reunimos e interpretamos los hechos. El periodista o el opinólogo intelectualmente honesto chequea la información, nos da herramientas para contrastar sus dichos, cita la fuente, suele incluir bibliografía alternativa o ampliatoria, pone links hacia páginas oficiales donde se publica tal o cual ley, etc.

Como bien ha dicho Hobsbawm: muy pocos relativistas son estrictamente fieles a sus convicciones, al menos cuando se trata de decidir cuestiones como si el Holocausto hitleriano tuvo lugar o no:

“Sin embargo, en todo caso, el relativismo no vale en la historia más de lo que vale ante los tribunales de justicia. Decidir si el acusado en un juicio por asesinato es culpable o no depende de la evaluación de las tradicionales pruebas positivistas, si las hay. Cualquier lector inocente que se encuentre en el banquillo de los acusados hará bien en apelar a ellas. Son los abogados de los culpables los que echan mano de argumentos posmodernos para la defensa”. (Hobsbawm Eric, Prefacio del libro "Sobre la historia")

Un modelo ejemplar de estilo periodístico lo constituye la “Carta abierta a la Junta Militar” de Rodolfo Walsh, escrita con una contundencia, un despojamiento y un rigor argumentativo realmente excepcionales. Walsh no nos habla de la cara de malo de Massera o del bigote de Videla, sino que aporta datos concluyentes. El tipo tuvo inteligencia, talento y coraje, no se limitó a disfrazar sus prejuicios de citas eruditas o lenguaje pretencioso. Tampoco se le ocurrió enturbiar las aguas para hacerlas parecer profundas.

Necesitamos más periodismo de investigación, y no tantas peticiones de principio, citas de autoridad y filosofía mediática para consumo de señoras escandalizadas.

Para no alargar más toda esta perorata, me limito a  copiar un post muy bueno que leí en el blog Nestornautas. Está dirigido a los intelectuales anti-kirchneristas, pero puede extenderse a todos los opinólogos, incluyendo a quien escribe este post:




Por Raúl Degrossi

El domingo Cristina se encamina a obtener un triunfo electoral rotundo, probablemente con el mayor porcentaje de votos que haya obtenido un presidente desde la vuelta a la democracia; seguramente con la mayor distancia con el segundo de la historia argentina.

Con ese triunfo, el kirchnerismo completará doce años consecutivos en el poder, tres mandatos presidenciales, algo que ningún otro movimiento político había conseguido nunca antes en la historia argentina.

Datos de la realidad que hablan de un proceso político que merece un análisis profundo, que aborde toda su complejidad; y que desde la vereda de enfrente -es decir aquellos que critican al kirchnerismo, o directamente lo detestan- todavía está pendiente.

Como el triunfo de Cristina implicará -entre otras cosas- que mucha gente (Sarlo, Abraham, Caparrós, Aguinis, Asís, Kovadloff, Sebrelli, Gregorich y siguen firmas) deberá soportarla a ella y al kirchnerismo otros cuatro años, van unos sencillos consejos para ver si logran levantar la puntería, y contribuyen a mejorar la calidad del debate político en la Argentina:

1. Un proceso político que se extenderá por doce años encierra -necesariamente- complejidades, marchas y contramarchas, contradicciones. Por ende, deseche de inmediato -para tratar de entenderlo o explicarlo- toda explicación simplista o monocausal: correrá el riesgo de no acertar a entender nada, y si no lo entiende, no lo podrá explicar, por más que trate.

2. Es de buen tono en la disputa democrática  no etiquetar de antemano al adversario, menos con desmesuras históricas. Decir cada diez minutos que el gobierno es una dictadura o que practica el fascismo, no ayuda a que la gente común comprenda no ya lo que ustedes opinan del kirchnerismo; sino lo que es una dictadura, o  lo que fue el fascismo.

3. Someta a permanente crítica todos los argumentos, empezando por los propios; y no acepte ninguno que -analizado con cuidado- demuestre que fue construido bajo el previo y necesario supuesto de que los eventuales interlocutores (sean estos lectores, oyentes, televidentes o asistentes a una conferencia), son tarados o estúpidos.

4. Ensaye permanentemente explicaciones del fenómeno kirchnerista prescindiendo de los vocablos “clientelismo” y “cooptación”, u otros similares, que presupongan que alguien obra exclusivamente movido por el dinero. Todos los movimientos políticos de la historia -aun los más execrables como el nazismo- han tenido quienes adhirieron a ellos por razones que juzgaron valederas; aunque uno no las comparta. El asunto para el intelectual es tratar de entenderlas, no de juzgarlas.

5. Deseche por inservibles todos los argumentos vinculados a la “impostura” del kirchnerismo, según los cuáles este se apropiaría de causas justas en las que en realidad no cree; y tampoco pierda demasiado tiempo en buscar en todo acto político -aun en el más noble o beneficioso para el conjunto- las verdaderas intenciones ocultas; y menos que menos las decrete a priori como macabras. No explicará nada con eso, y ni con la máquina de la verdad de Chiche Gelblung podrá demostrar su punto: lo relevante es lo que alguien hizo, sea bueno o malo; por que lo hizo (o peor aun: por que cree usted que lo hizo) es secundario, y puede llegar a ser irrelevante.

6. Deje de repetir constantemente que el kirchnerismo en el gobierno busca “tener caja y acumular cada vez más poder”: no hubo un gobierno en la historia que renunciara a tener y acrecentar una y otra cosa; excepción hecha quizás del de De La Rúa. Ambos elementos son consustanciales a la idea misma de lo que es un gobierno (según la define unánimemente la teoría política); de modo que repetir eso lo convertirá en el hazmerreír de los que entienden del asunto. Concéntrese más bien en analizar para que se usan los recursos de la “caja”, y los instrumentos del poder.

7. Nunca olvide que las personas -en tanto ciudadanos- obran políticamente según sus propias racionalidades instrumentales, y lo que usted considera importante o vital, para otro puede no serlo tanto. Dejar de lado esta regla elemental y sencilla de análisis puede llevarlo a repetir sandeces como “claro, la votan porque cobran la jubilación del ama de casa o la asignación universal, y se olvidan del Indec y el Consejo de la Magistratura”, o peor aun: “ganan las elecciones porque la economía anda bien, la gente tiene trabajo y le aumentan el sueldo, y el gobierno les hace cloacas”. Piense por un momento -sólo por un momento- que en esas circunstancias, lo ilógico sería que el kirchnerismo perdiera las elecciones.

8. No olvide que todos (hasta los propios corruptos) dicen ser honestos y combatir la corrupción; de modo que centrar el análisis político exclusivamente en ese aspecto lo llevará a un irremediable punto muerto: todos le darán la razón, pero nadie le dará bola, porque queda mal darse por aludido en público con ese asunto. Por otra parte, no se puede afirmar que se cree en las instituciones, y al mismo tiempo pretender que, simplemente porque uno diga que alguien es corrupto, ese alguien deba ir de inmediato preso, sin necesidad de pruebas, sentencia o juicio alguno.

9. Respete la expresión de la voluntad popular en todas las circunstancias, le gusten o no sus resultados: no es lógico sostener que los votantes son lúcidos ciudadanos independientes cuanto votan a Macri en la Capital, y pobres víctimas del clientelismo cuando hacen lo mismo con Gildo Insfrán en Formosa. Es casi obvio destacar que, en democracia, todos los votos valen lo mismo: uno.

10. No reclame con insistencia ir a lugares a los que -si lo invitaran- jamás iría, como lo prueba el hecho de que los descalifica de antemano, permanentemente. O sea: no despotrique porque lo excluyen de los medios manejados por el Estado, o que son afines al gobierno; cuando dice todo el tiempo que allí sólo aparecen obsecuentes alcahuetes del poder, que venden su alma por dinero.

11. Resista la tentación de salir corriendo rápidamente a escribir un libro sobre el kirchnerismo y sus circunstancias al calor del momento político, nada más que para poder llegar a tiempo a la Feria del Libro. Las urgencias de las editoriales (y de la propia cuenta bancaria) no suelen ser buena compañía para la reflexión crítica.

12. Infórmese debidamente en forma previa cuando vaya a incursionar en temas ajenos a su área habitual de competencia, cualquiera sea ésta; en lo posible por fuentes científicas y sin recurrir a Wikipedia. Un intelectual no es un todo terreno ni un “experto en cosas”; menos un Pico Della Mirándola, de quien se decía en su tiempo que “sabía de todo lo sabible”. No atender debidamente este punto puede resentir su credibilidad: si usted es crítico literario y dice sandeces sobre economía o sanatea sobre derecho y alguien se da cuenta, probablemente y por carácter transitivo, dejen de comprar los libros que recomienda. 

13. No diga todo el tiempo que es una persona informada porque lee los diarios o mira todos los noticieros, de un intelectual se espera algo más que eso para comprender la realidad y explicarla. Además le acercamos un dato que puede resultar de interés: los medios que lee, mira o escucha a diario, podrían no estar dando una visión completa y plural de la cosa.

14. No repita la bobada de que un intelectual debe ser crítico y estar siempre en contra del poder, y que éste reposa exclusivamente en el Estado: es una idea de la sociedad que se remite a la Carta Magna de 1215, o sea un poco pasada de moda; y un intelectual es –por sobre todas las cosas- alguien que reflexiona, sea donde fuera que su reflexión lo conduzca. ¿O acaso si usted es marxista y mañana se implanta la dictadura del proletariado se va a poner de inmediato en contra, de puro crítico nada más?

15. Tampoco ande diciendo todo el tiempo y por cuanto medio tenga a su alcance, que lo censuran o lo prohíben, porque es un oxímoron: si eso realmente pasara, no podría decirlo, simplemente. Además mirarse permanentemente el ombligo (o tomar exclusivamente en cuenta lo que le pasa personalmente) no es un buen punto de observación para analizar los procesos sociales.

16. No renuncie a la propia identidad política y asúmala sin complejos, sea de izquierda, de derecha, radical, socialista, peronista o -sobre todo- anti peronista: es una de las cosas buenas de haber reconquistado la democracia, nadie debe andar escondiendo sus preferencias. No luche consigo mismo, fingiendo todo el tiempo ser lo que no es, y trate de ser coherente con lo que es, asumiendo las consecuencias. Siempre es bueno -y pertinente al debate- aclarar el lugar desde donde uno habla.

17. Sin caer en el argumento ad hominem, tenga en cuenta con quienes coincide o disiente con frecuencia en sus argumentos, y si le sucede que casi siempre está en compañía de manifestaciones de la mente humana no debidamente tratados aun por la sicología como Carrió, o exponentes vivientes del fracaso del sistema educativo como Majul, revise su discurso: algo debe estar haciendo mal.

18. Resista por todos los medios la tentación de hacer pronósticos o responder a los que se los pidan, el análisis de la realidad  política y social no corresponde al ocultismo o las ciencias arcanas. No se espera de un intelectual (no debería esperarse, al menos) la adivinación del futuro, menos tratándose de procesos sociales, que no tienen las leyes de causalidad inexorables de los fenómenos naturales.

19. No confunda la realidad con los propios deseos: por más que usted quiera que Cristina y todo el kirchnerismo estallen por los aires por autocombustión espontánea, eso no sucederá; y si es irracional esperarlo, peor aun es decirlo una y otra vez, como predicción resultante del análisis. De un intelectual se espera -justamente- que apele al intelecto como sublimador de las pasiones y sentimientos.

20. Por último y por sobre todas las cosas: bajo ningún concepto acepte que lo llamen “intelectual”, al menos hasta que haya hecho algo realmente digno de que le asignen tal título.

Y ni aun así se la crea, porque esto es como en el boxeo: al título hay que revalidarlo todos los días.     

14 comentarios:

  1. Todo lo dicho es válido para ambos bandos. Me pregunto: ¿Porqué alguien tan inteligente como el señor Verbitsky, (ahora fiel kirchnerista, que supo ser un lúcido crítico del menemismo y de la Alianza), no es capaz de hacer alguna crítica al gobierno?. ¿No es también una falta a la honestidad, la calidad, la profundidad y la cientificidad del periodismo convertirse en un mero acatador al estilo militante?.

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  2. Ortega y Gasset dijo que "Las ideas se las tiene, en las creencias se esta".
    Cualquier intelectual tiene creencias sobre las cuales basará parte de su personalidad, como también las tienen los científicos. Si no son capaces de someter a la crítica sus creencias por lo menos deben ser capaces de hacerse cargo de su falta de profundidad en aquellos temas en los cuales no pueden apelar a la autocrítica.
    ¿Serán las ilusiones necesarias que despierta la política en cualquier alma que se dice racional?
    ¿Será la alienación o las ideas a las que uno adhiere -mediante un proceso inconsciente (?)- de acuerdo a la posición que ocupa o la clase a la que pertenece en el proceso productivo, como dijo Carlitos Marx?

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  3. Muy buen post y coincido con todo lo que Degrossi les aconseja a estos personajes. Sólo tengo una observación: poner a Sarlo al lado de Abraham, Aguinis y Kovadloff me parece un abuso contra la ella, que les lleva varios cuerpos de distancia en cuanto a solidez y calidad argumentativa. Ayer leía lo que dijo Horacio González (capaz ya lo viste, pero si no, está acá: http://www.lanacion.com.ar/1418876-horacio-gonzalez-vale-la-pena-discutir-con-beatriz-sarlo) y pensaba "bueno, por fin alguien desde el kirchnerismo que no mete a todos en la misma bolsa y que apuesta a enriquecer el debate con gente que piensa y escribe desde la vereda opuesta". Si nos quejamos de la simplificación pobretona en la que se suele caer desde la oposición, creo que no tenemos que terminar en algo parecido y decir que toda la oposición es lo mismo y todos los intelectuales y escribidores de oposición son iguales. Hay que ampliar el debate y dejar de lado cierta actitud superada/ninguneadora que a veces uno ve que sale como por reflejo. Con un 54% de votos a favor y con ideas, argumentos y acciones (como ha venido pasando a lo largo de los últimos años) no hay a qué tenerle miedo; al contrario, hay que seguir dando el debate con altura y reconocer que desde los intelectuales de oposición a veces también vienen ideas con las que vale la pena discutir, y esa discusión nos va a ayudar a elevar todavía más el techo.
    Abrazo,
    Claudio

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  4. Ana y Claudio: coincido absolutamente! Para mí Sarlo es mejor que el resto de esos cuatro, y el más gilastro me parece Aguinis.
    Es cierto que muchas veces mostramos una actitud soberbia y ninguneadora, haciendo lo mismo que criticamos en la oposición (o las "oposiciones" o "alternativas", para que nadie se ofenda).
    Yo a veces caigo en eso de chicanear a comentaristas que participan en otros foros, como una cuestión folklórica que no me aporta nada ni a mí ni a ellos.
    Abrazo de gol!!

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  5. Erre querido, ponete los cortos y vení a jugar. A las 4, donde siempre. Dale que falta uno.

    Ah, Hilados Tomasito es un caso perdido. Leí tres veces Historias de la Argentina Deseada y vuelvo a él una y otra vez, sobre todo a sus apartados sobre Frondizi y Grondona, que son sencillamente geniales.

    La transición a la ancianidad es un camino durísimo.

    Abrazo

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  6. Por otra parte, los "neo-populismos" (por meterlos en una etiquetita que no debe tomarse tan en serio) suelen ser antiintelectualistas.
    Yo no soy antiintelectual, y creo que es bueno el debate. Siempre sabiendo que los "intelectuales" (un término de mierda, pero "dejemoslón" así) no tienen la misma tarea ni la misma responsabilidad, en tanto que analistas/comentaristas de la realidad política, que los políticos. Una obvbvbvbviedad.
    Sin embargo, es muy difícil que muchos militantes no se ensañen con Sarlo. Muchas personas vienen de palos muy distintos, no se parecen a Sarlo ni en la raya, jamás van a darle pelota.

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  7. Queridísimo Pode, reciente padre, tengo ganas de ir a jugar a la balón... todavía estoy medio medio. Prometo volver pronto!!
    Ana: no es sorprendente que Verbitsky esté próximo al kirchnerismo, si considerás su historial. Está perfecto. Me sorprendería que Mariano Grondona o Morales Solá sean K, no que Verbitsky apoye a este gobierno.
    Abrazo de gol!

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  8. No entendiste, no me sorprende en absoluto que apoye al gobierno, me sorprende que alguien tan sagaz sea incapaz de hacerle alguna crítica. La crítica constructiva que él mismo, por apoyar al gobierno, es capaz de dar no empaña ni quita el apoyo.
    Por lo menos, esta clase de intelectualismo debería hacerse cargo de sus inconsistencias producto de su fe, donde ya no hay lugar para la racionalidad.
    Es decir, un simple "No esperen de mi alguna crítica al gobierno porque lo apoyo a muerte, asumo que esto socaba mi capacidad analítica y la confianza de un sector de lectores no amigables del Kirchnerismo".

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  9. No sé si es tan así Ana, no sigo a fondo todas las notas de Verbitsky. Pero te pongo un ejemplo: criticó fuertemente a Carlos Soria.
    Tal vez haya decidido criticar a la oposición, dado que hay un montón de medios donde se critica al gobierno.
    Abrazo

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  10. Muchachos, a esta altura del partido deberían saber que Verbitsky no critica, ni apoya...opera. Como todos los anti k, por otra parte, sólo que lo hace con mayor solvencia, tal vez.
    saludos

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  11. Ana:

    Ayer mismo en su nota, Verbitsky criticó a Aníbal Fernández por sus dichos cuando detuvieron a Sobrero, y no es la primera vez que lo hace. También lo criticó cuando sucedió lo de Ferreyra, y también cuestionó la acción de la Federal.
    Antes de la muerte de Kirchner, dedicó varias notas lapidarias a Scioli y a Joaquín Da Rocha, que por ese momento era Procurador del Tesoro de la Nación.
    También la ligó Solá cuando era kirchnerista.
    Tanto él y Wainfeld muchas veces criticaron muchas cosas del kirchnerismo. La diferencia, sutil, con los periodistas contreras es que lo critican "para que salga bueno" y no para concluir que TEUM (todo es una mierda).

    Desde ya que muchas de los cuestionamientos de Verbitsky forman parte de las operaciones internas del kirchnerismo.

    Te molesta que Verbitsky-periodista-oficialista-reconocido no critique lo que vos querés que critique, pero menos ruido te hace que todos los periodistas que tienen algo para decir en contra del oficialismo *NO DIGAN A QUIÉN APOYAN*.

    Salvo Sarlo, binnerista de la ultimísima primera hora. Tres años bancando a la gorda inmunda, y ni bien cayó en desgracia se corrió hacia el helvético bueno (el malo ya sabemos quién era).

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  12. Hay otra cita: "Contra el positivismo, que se detiene en los fenómenos: 'sólo hay hechos' -yo diría: no, precisamente no hay hechos, sino sólo interpretaciones. No podemos constatar ningún hecho 'en sí'; tal vez sea un absurdo querer algo por el estilo. 'Todo es subjetivo' decís; pero ésta ya es una interpretación, el 'sujeto' no es nada dado, es sólo algo añadido por la imaginación, algo añadido después. ¿Es en fin, necesario poner todavía al intérprete detrás de la interpretación? Ya esto es invención, hipótesis". Nietzsche, Fragmentos Póstumos, Lenguaje y Conocimiento, aforismo 7. (La segunda parte da una vuelta de tuerca adicional). En el fondo creo que todos entendemos el sentido de la frase: los hechos por sí solos no "dicen" nada. Aramburu apareció muerto en Timote en 1970, pero sin relacionarlo con quién fue Aramburu, quiénes se adjudicaron la muerte, cómo fue la vida política argentina entre 1955 y 1970 e incluso antes, etc., no podemos afirmar nada fuera de que se encontró su cadáver.

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