Dioniso lo ha invadido todo: la Iglesia, los medios, la escuela, los sindicatos, las casas de familia. El Dios del vino y el paco ha vencido, y su contracara ya no es Apolo sino el tedio, el mismo que invade a los cientos de miles que ya no sabemos qué nueva serie mirar en cuevana. Apolo, por su parte, se limita a escribir giladas de 140 caracteres en su cuenta de twitter, y se angustia porque nadie las comenta.
Dioniso también está presente en las dos temporadas de Spartacus: Blood and Sand y Gods of the Arena. Aquí, el amigo Don Chango ofrece otra perspectiva histórica de la serie, centrándose en Espartaco.
La fórmula tiene una eficacia largamente probada: cuerpos trabajados, minas hermosas, abundantes muestras de sexo y sangre bajo una estética porno-soft, mezclados con una trama cuyos personajes manejan un lenguaje retórico y recargado, dejándose dominar por encendidas pasiones. La venganza, el amor, la ambición y la sed de gloria y poder son el condimento infaltable de cada capítulo.
UN POCO DE HISTORIA
La industria cultural suele recurrir a mitos falsos: por caso, no es cierto que los gladiadores hayan entrado en la arena diciendo: “César, los que van a morir te saludan”. La serie refleja bastante bien un hecho históricamente probado, como ser que en aquel tiempo las calles y las personas olían mal, la mayoría del pueblo se vestía con harapos y existían espectáculos llenos de violencia, sangre y miedo, que se desarrollaban a la vista de mucha gente.
A diferencia de lo que se muestra en la serie, muchos de los gladiadores del Imperio Romano eran voluntarios, como hoy lo son los boxeadores, los toreros y los pilotos de carreras. Nadie los compadecía porque no había motivo para hacerlo. El público iba a ver las peleas, y también ejecuciones de condenados a muerte -quienes generalmente morían bajo las garras de alguna fiera- y torturas y suplicios hacia algún otro condenado.
Como usaban escudos, corazas y cubrepiernas que los protegían muy bien, casi siempre la lucha se decidía por el cansancio o el desánimo. Veyne nos dice que el combate de gladiadores no era un duelo donde las armas decidían, sino que su lógica consistía en empujar a un desgraciado a declararse, por su propia iniciativa, derrotado, y a poner su vida en manos de un público que se sentía todopoderoso. La gracia del espectáculo radicaba en mirar el rostro del gladiador mientras se lo sometía al veredicto, así como su reacción y posterior degüello. “Del mismo modo, entre nosotros, el público elegante que asiste a los juicios sabe apreciar la esgrima verbal de los abogados, pero el gran momento sigue siendo aquel en que el jurado regresa a la sala y el condenado se dispone a saber si salva la cabeza” (Veyne).
El honor profesional de los gladiadores radicaba en mantenerse con dignidad y valor delante de su verdugo, no escapar de la sentencia del público ni mostrar temor ante la muerte. “Un gladiador, por mediocre que fuera, no llora, no muda de expresión; permanece firme, ofrece el cuello” (Cicerón, Tusculanas)
El público de la Antigüedad no acudía al anfiteatro para ver cómo dos espadachines asumían riesgos: iba a ver morir a unos hombres, y, con suerte, iba a hacerlos morir. Según Georges Ville, a principios de siglo un gladiador encontraba la muerte cerca de su décimo duelo, en tanto que bajo el imperio de Marco Aurelio, moría degollado ya en el tercer o cuarto combate.
Lo que uno se pregunta es: ¿cómo era posible que alguien eligiera morir de esa forma? Procedieran de un ambiente acomodado o de la esclavitud, los gladiadores buscaban fama, lucha y dinero, pues el vencedor recibía una bolsa llena de monedas de oro arrojadas por la multitud al término del combate. Además, tenían todas las mujeres que quisieran, incluyendo las grandes damas.
Muchos republicanos lectores de La Nación, cuando quieren bardear alguna práctica peronista asociada al vulgo, tipo "fútbol para todos", recurren a la remanida frase “pan y circo”. Sin embargo, las peleas de gladiadores eran disfrutadas por un público heterogéneo, incluyendo hombres de letras -como Séneca y Horacio- y miembros de la aristocracia, que desde luego asistían al combate en ubicaciones privilegiadas.
En sus Confesiones, San Agustín cuenta una anécdota acerca de Alypus, un amigo suyo docto y refinado, quien al principio de la contienda mantuvo los ojos cerrados, pero al abrirlos se dejó llevar. Así fue como “apenas vio la sangre, él bebió de un sorbo la ferocidad y en lugar de apartar la mirada, la mantuvo fija en la escena, embriagándose de sangrientas voluptuosidades. Y también él miró y gritó, entusiasmado”.
CÓMO HACERSE GLADIADOR
"El apetito de gloria y el valor no eran suficientes: la figura del gladiador seducía también a los "marginales" de la sociedad y se reclutaba entre voluntarios procedentes de todas las clases sociales o más bien de todos los írdenes: nobles, hombres libres y esclavos. Los nobles (caballeros o incluso senadores) eran, sí, la excepción, pues ser gladiador se consideraba un oficio infamante (como la prostitución o el oficio de actor en tiempos de Moliére), hasta el punto que, salvo excepciones, un noble que peleaba en la arena se veía despojado de su rango. Pero los gladiadores eran principalmente hombres libres o bien esclavos. Cuando un hombre tenía vocación de gladiador, acudía a un empresario especializado, al que llamaban despectivamente un carnicero, lanista, un comerciante de carne humana. Este empresario lo contrataba y lo alquilaba a ricos mecenas que deseaban obsequiar a su ciudad ofreciendo un espectáculo de gladiadores" (Paul Veyne).
FIN DE LOS GLADIADORES
Los combates entre gladiadores desaparecieron por iniciativa de los cristianos, y se terminaron de extinguir hacia el 410 después de Cristo. No fue por piedad ni compasión, sino porque los cristianos eran contrarios a los espectáculos en general, pues la gente se excitaba y al excitarse dejaba de pensar en la salvación. Tal y como hoy ocurre con el público que mira películas de acción o consume pornografía, los cristianos temían el efecto sobre el espectador.
Los teólogos, por su parte, prohibieron los combates no tanto por caridad, sino porque este tipo de espectáculos desobedecía uno de los Diez Mandamientos, que indica no matar.
No se sabe a ciencia cierta si existió un emperador que haya prohibido las luchas por primera vez; parece que se fueron extinguiendo solas, siendo sustituidas por la caza de fieras en la arena, no menos sangrienta y peligrosa.
Respecto del contenido de la serie no se me ocurre decir mucho: aquí tienen el trailer de "Blood and Sand". Uno de los personajes principales es un "lanista", dueño de un "ludus" donde los gladiadores-esclavos se perfeccionan en el arte de la lucha cuerpo a cuerpo. La sangre fluye a borbotones, y los bajos instintos están siempre a punto de dispararse para cualquier lado.
Esa serie es super entretenida, me encanta.
ResponderEliminarNo vi nunca la serie pero, por lo que decís, parece ser como esa de vampiros lleno de minas lindas. True Blood?
ResponderEliminarMuy buena la reseña.
Es una serie bien pochoclera, para no pensar en nada. Es más violenta que "True Blood".
ResponderEliminarAbrazo Ricardinho!!
Che, pero al final no me queda claro: ¿A vos te gusta la serie? A mi los primeros capítulos no me gustan mucho. Esa testosterona exagerada, esa cuestión de competencia que te muestran no es muy coherente con el hecho de que (al menos en la serie) la mayoría son esclavos. Vi la serie porque la miraban mis viejos y mis hermanos, pero termine enganchándome hacia la mitad, cuando desaparece la figura de la esposa de Espartaco como ideal perdido que me inflaba las bolas. En fin, comentario de mi apreciación nomas. Saludos!
ResponderEliminarNico
Sí Nico, me gusta la serie. Sólo que, en lugar de comentar el contenido, que es bastante lineal y quien quiere puede mirarlo, aproveché para agregar alguna perorata sacada de un libro de Veyne que estuve leyendo.
ResponderEliminarY no da para hacer muchos planteos: es una peli pochoclera para disfrutar o para dejar de mirar si no te engancha.
Abrazo de gol de Boquita campeón!!
Yo veo poca tv porq twiteo y leo blogs ademas de vivir .No se como hacen ustedes para leer ,ver tv y escribir .Como sea siemnpre aprendo cuando te leo .
ResponderEliminarMe queda claro q esta serie no se parece en nada a la Espartacus de kirk Douglas y Tony Curtis en blanco y negro de mi infancia .Era esta muy pobre en vestuario ,en chicas pulposas y en sangre .
Ahora se habla en la serie de esclavitud y libertad O sólo de lucha y conflicto?
Jaja, personalmente me acostumbré a hacer varias cosas (mal, naturalmente) al mismo tiempo: mirar la tele, escribir en la computadora, escuchar música y comer. Y en cada viaje estoy leyendo un libro... es una mezcla de pasión y vicio.
ResponderEliminarLa serie es bien comercial, pochoclera, y obviamente no se propone enseñar historia antigua sino ganar guita y atraer espectadores con minas lindas, tipos facheros y mucha acción. Es para pasar el rato. No tiene ningún interés político ni subversivo ni nada.