domingo, 3 de junio de 2012

ENTREVISTA A LUIS MEY, ESCRITOR ARGENTINO


La semana pasada había terminado de leer Los Abandonados; y hoy, en pocas horas, me devoré otro muy buen libro de Luis Mey: Las garras del niño inútil. En ciertos aspectos me recordó el argumento de La senda del perdedor, de Charles Bukowski. Las similitudes son bastante ostensibles: tanto Maxi como Henry Chinaski comparten una visión desencantada de la familia y del barrio en el que nacieron; y además hay un narrador que, usando la tercera persona, nos cuenta aspectos de su infancia, adolescencia y juventud en “las garras” de un padre alcohólico y brutal, y de una madre cómplice.

Tenía ganas de escribir una reseña crítica de ambos libros, pero me decidí por dejarles una entrevista con el autor, a propósito de Los Abandonados:

¿Cómo fue que empezaste a escribir?

Escribiendo. Alguien me dijo que podía hacerlo aunque nunca lo había hecho, a los quince. Y si alguien me dijo que podía, entonces podía. Debe ser así para todos en algún momento de su vida con algo fundamental: una mentira como impulso.

¿Qué escritores te influenciaron, directa o indirectamente, para escribir “Los abandonados”?

Fante, Bukowski, Ciorán, Vallejo, un pibe de mi barrio y Woody Allen.

¿Cómo es tu relación con otros escritores? ¿Percibís mucha soberbia, egoísmo y/o envidia, o sos de llevarte bien con "el gremio"?

Es una relación formal, cariñosa en ciertos aspectos, de admiración y empuje. No percibo mucha soberbia ni nada porque no estoy en contacto con casi ninguno. Claudia Piñeiro, Leonardo Oyola, Leopoldo Brizuela: gente como esa es gente fabulosa. Buena gente. Brillantes y trabajadores y muy generosos. El resto, no lo sé. No tiene mucho sentido eso del ambiente. No me gusta como no me gusta casi ningún ambiente.

Me gustó tu libro, me lo leí en dos o tres tirones, no me resultó nada aburrido. Mientras lo leía, recordé una frase que se le atribuye a Adorno (cito de memoria, puede fallar): “serás amado el día en que puedas demostrar debilidad, sin que el otro se aproveche para reafirmar su fuerza”. En los personajes de tu libro, resalta la falta de capacidad de amar: el protagonista tiene actitudes egoístas, inmaduras, desesperadas… Es como si al percibir sangre, se lanzara sobre su presa como un tiburón hambriento.

Es que así nos comportamos todos. Sin excepción: sólo que alguno tiene algún argumento que lo sostiene. Aún así, con argumentos, no es más que retórica: somos una plaga de langostas, como dijo Hawkins. Los personajes de Los abandonados, por hablar del caso, solamente se pierden la idea de que están abandonados de sí mismos, no por nadie. Todo pasa por uno, eso quise decir. Que nadie fue más lastimado de lo que se dejó lastimar. Y así con todo.

También me gustó la cita que pusiste de Ciorán: “hay seres a quienes vivimos tan intensamente en nosotros, que su existencia externa se hace superflua y volver a encontrarlos resulta una sorpresa desagradable”. Ocurre a menudo que no toleramos la visión de personas que tengan casi los mismos defectos que nos molestan en nosotros mismos. ¿No te parece? Y más si esos defectos están magnificados.

Por supuesto que no lo toleramos. La idea de magnificar el defecto, en el caso de la novela, solamente es un artificio de escritura: todo tiene que ser magnificado. No en grande y ancho ni nada fálico: sino con la costura de la narrativa. Muy sutilmente, una historia tiene que estar magnificada en el sentido de contada con la audacia de la gracia y la tragedia. Así encontramos que mil veces la misma historia puede ser retomada por un mejor narrador o con una época o contexto de audiencia más avispada o medios menos influyentes porque, también, creo firmemente que los medios de comunicación quieren ser los dueños de la narrativa, quieren ser los dueños del proceso del cuento, quieren vender el relato del día como si se tratara de un relato reproducible a libro o película. quieren contar noticias como películas: eso. Y, volviendo a la idea del defecto, creo que lo que más une a dos personas enamoradas es la minimización del defecto: odiarlo generaría lo contrario.

Si te fueras a vivir dos meses a una isla con electricidad pero sin conexión a internet: ¿qué diez discos, diez dvd’s y diez libros te llevarías?

No me llevo nada. Lo juro. Encontraría la manera de no arrastrar nada que no sea útil. Cambio las treinta propuestas por una Victorinox.

Hablános de tu último libro.

Es pura satisfacción. Que cada persona que lo leyó nos diga -a mí y a Andrea Stefanoni, coescritora- que le gustó mucho, que citen partes y se saquen fotos con él, solamente me genera la pasión sobre la misión cumplida. Pudimos colocar y sostener y equilibrar, batido todo, y ordenada y sorpresivamente  al mismo tiempo cada elemento. Una historia de amor moderna, sin anticipo de final feliz, con ese matiz de lo real, de lo que no te puedo contar, de lo que no podés leer hasta que lo leas, como si no lo pudieras contar hasta que lo vivas. Pudimos hacer reír, reírnos nosotros mismos. Hacer de cada página un cuento de la vida de Sofía o de la vida de Luciano. Que cada cuento sea un todo. Hacer EL GRAN PEZ de las novelas urbanas. Esa idea me gusta: el gran pez de la novela urbana. Te puedo hablar horas, pero mejor omitamos hablar demasiado hasta que cada cual opine lo que quiera. A mí me gustó mucho: y odio casi todo lo que hago. Así que... hablo desde ahí.

Reflexión final, a modo de confesión:

Como dije en el post anterior, no soy un lector muy asiduo de la obra de Bukowski. Luego de leer por primera vez a Mey, decidí seguir sus recomendaciones: me compré un libro de Fante -Espera a la primavera, Bandini- y otro de Bukowski. ¿Saben qué? Los estoy leyendo, y no me arrepiento para nada. Haber leído a Mey fue una influencia positiva para mí, porque me liberó todavía más como para seguir corrigiendo y ampliando los cuentos y novelas que tengo en el disco rígido y que -por pudor, cobardía y/o excesiva autoexigencia- no me animo a publicar.

En Derivas de la pesada, un texto muy polémico, el escritor chileno Roberto Bolaño nos dice que la literatura argentina actual ha dado lugar a tres “reacciones antiborgeanas”, representadas por los herederos de Osvaldo Soriano, Roberto Arlt y Osvaldo Lamborghini. El tipo concluye su artículo así: “Corolario. Hay que releer a Borges otra vez”.

Cito dos fragmentos significativos, no sin antes recomendarles que lean el artículo de Bolaño, que es muy divertido:

SOBRE LA HERENCIA DE SORIANO: “Con Soriano hay que tener el cerebro lleno de materia fecal para pensar que a partir de allí se pueda fundar una rama literaria (…) No quiero decir que Soriano sea malo. Ya lo he dicho: es bueno, es divertido, es, básicamente, un autor de novelas policiales o vagamente policiales, cuya principal virtud, alabada con largueza por la crítica española, siempre tan perspicaz, fue su parquedad a la hora de adjetivar, parquedad que por otra parte perdió a partir de su cuarto o quinto libro. No es mucho para iniciar una escuela”.

SOBRE LA HERENCIA DE  ARLT: “La literatura de Arlt, considerada como armario o subterráneo, está bien. Considerada como salón de la casa es una broma macabra. Considerada como cocina, nos promete el envenenamiento. Considerada como lavabo nos acabará produciendo sarna. Considerada como biblioteca es una garantía de la destrucción de la literatura.

O lo que es lo mismo: la literatura de la pesada tiene que existir, pero si sólo existe ella, la literatura se acaba. Como la literatura solipsista, tan en boga en Europa, hoy que el joven Henry James vuelve a cabalgas a sus anchas. Una literatura del yo, de la subjetividad extrema, claro que tiene que existir y debe existir. Pero si sólo existieran literatos solipsistas toda la literatura terminaría convirtiéndose en un servicio militar obligatorio del mini-yo o en un río de autobiografías, de libros de memorias, de diarios personales, que no tardaría en devenir cloaca, y la literatura también entonces dejaría de existir. Porque,  ¿a quién demonios le interesan las idas y venidas sentimentales de un profesor? ¿Quién puede decir, sin mentir como un verraco, que es más interesante el día a día de un triste profesor madrileño, por muy atildado que sea, que las pesadillas y los sueños y las ambiciones del insigne y ridículo Carlos Argentino Daneri? Nadie con tres dedos de frente. Ojo: no tengo nada en contra de las autobiografías, siempre y cuando el que la escriba tenga un pene en erección de treinta centímetros. Siempre y cuando la escritora haya sido una puta y a la vejez sea moderadamente rica (…).

Más allá de Bolaño, creo que uno debe escribir lo que siente y lo que puede, sin darle tanta pelota al superyó literario que nos dice una y otra vez lo que debemos hacer. Es más, cada tanto me hago a mí mismo la siguiente recomendación: a) felizmente no nos debemos a una tradición, podemos aspirar a todas (Borges dixit); b) no le des pelota al policía literario que hay en tu interior, porque la idea de gran literatura te impide escribir, y muchas veces hace que no escribas más ni mejor, sino que SEAS ESCRITO por los otros. No es sólo que uno tiene que esperar a tener algo que decir para decirlo, sino que en realidad aprende lo que tiene para decir mientras lo dice. En cierto modo, la escritura se origina en una carencia, por eso uno escribe no tanto acerca de temas que domina, sino  más bien acerca de temas que nunca termina por resolver de modo satisfactorio: el amor, la soledad, la tristeza, la impotencia, el deseo, los celos... Y todo ha sido dicho ya, pero como nadie escucha, hay que volverlo a decir.

Para seguir leyendo:


4 comentarios:

  1. Eso ¿qué espera para sentarse a escribir en vez de buscar excusas? Mire que los 30, o los 40, o lo que fuere, llegan enseguida, mientras uno sigue ahí, sepultado entre sus proyectos.
    Salu2

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  2. Estimado Cine, soy cobarde y perezoso. Tengo que trabajar más en ambos defectos. Estoy intentándolo jaja.
    Abrazo!

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  3. pasé por acá. Me gustó tu articulo. Pienso como tu otro yo: que tenés que escribir y publicar.

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    1. Muchas gracias che... igual no me quita el sueño publicar o no publicar. Abrazo!

      PD: ahora tengo otro blog, aunque está bastante descuidado: rodrigoestudiaderecho.blogspot.com

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