En Londres, una madre y su hijo suben a un ómnibus. Como está muy lleno, se separan; el niño queda junto a dos monjas. La madre advierte que el niño conversa animadamente con ellas; cuando llegan a donde tienen que bajar, les da las gracias y les dice que han hecho algo extraordinario, porque el niño es muy hosco y no se da con nadie. Las monjas explican: "Habló con nosotras, porque creía que éramos pingüinos".
(Anécdota de Susana Bombal escrita por BC)
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