Título: Cisne negro. Título original: Black Swan. Dirección: Darren Aronofsky. País: Estados Unidos. Año: 2010. Fecha de estreno: 18/02/2011. Duración: 103 min. Género: Drama, Thriller. Reparto: Mila Kunis, Natalie Portman, Christopher Gartin, Winona Ryder, Sebastian Stan, Vincent Cassel, Barbara Hershey, Janet Montgomery, Toby Hemingway, Kristina Anapau. Guión: Mark Heyman, Andres Heinz.
No digo que no existan mejores películas, no digo que sea expresión de una obra de arte sublime que será recordada por los siglos de los siglos, no digo, no digo y no digo. Sólo digo que disfruté mucho viendo “El cisne negro” (Black Swan). Es la historia de Nina (Natalie Portman): una bailarina psicótica y extremadamente autoexigente que vive para su profesión, hasta el punto de renunciar a "dejarse llevar” por los placeres mundanos. Su madre es una suerte de Bernarda Alba yanqui, aunque más joven y con sólo una hija –en lugar de cinco- para volcar toda su líbido al servicio del panoptismo(?) maternal asfixiante.
En cierto sentido, la diferencia entre una madre "culpógena" y otra que lo es menos, radica en la diferencia entre éstas dos frases: "¿qué hiciste?" y "¿qué ME hiciste?".
El carácter disciplinado y la sexualidad reprimida y apolínea de Nina contrasta con la personalidad dionisíaca e instintiva de Lily (Mila Kunis): una mina capaz de mirarte fijo, pestañear, sonreír y convencerte de que tenés que votar a Biblita Carrió en las próximas elecciones.
Sabemos que los gustos personales son, en cierto modo, tan tautológicos como la rosa de Angelus Silesius: “La rosa es sin porqué/ florece porque florece”.
O, como diría el poeta mejicanospañol Ron Damón Jiménez: “no la toques más, que así es la rosa”.
Siempre hay cierto misterio injustificable que hace que a uno le guste determinada experiencia artística. Seguramente el argumento no sea demasiado original, o la película pueda llegar a tener pasajes previsibles. Para mí entretiene, atrapa y seduce: con eso me basta y me sobra.
La manera en que Natalie Portman se deja arrastrar por el desenfado sensual del personaje de Mila Kunis, como por ejemplo la escena donde Lily la lleva a un boliche donde pasan “música para pastillas”, es muy interesante. El tema que pasan en la disco es “Don’t think” de Chemical Brothers: una suerte de metáfora del “dejarse ir”. Es más, la letra dice "don't think, just let it flow":
La película plantea un argumento donde no se sabe qué porcentaje de lo acontecido es real y cuánto obedece a los fantasmas alucinatorios y febriles de la paranoia de la protagonista.
No cuento las escenas que más me gustaron porque no quiero "quemarle" la película a nadie. Sólo agrego que los géneros son, en cierto modo, máquinas de narrar donde se sabe que ciertos procedimientos son, a priori, más efectivos que otros. Existe cierta dicotomía -a mi juicio bastante perimida- entre la "cultura de masas", que trabaja con la repetición de fórmulas probadas; y la “alta cultura”, que juega con la idea de lo irrepetible, de lo único, de lo original. Podría decirse que la industria cultural, cuando está hecha con calidad, es capaz de jugar con ambos registros y salir airosa. A mi juicio, Aronofsky logra sacar adelante su propuesta.
Quiero decir: seguramente para muchos la película está inflada por la maquinaria hollywoodense. Tal vez le “robe cosas” a Polanski o lo que fuere. Para mí, la cuestión no radica en “no robar” (todos lo hacen/hacemos) sino en saber hacerlo. A mí la película me suscita algunas reminiscencias de Mullholland Drive de David Lynch.
Por lo demás, han pasado demasiados años de historia del cine como para no admitir que la innovación y la originalidad son muy difíciles de lograr en los tiempos que corren. Algo similar ocurre con el rock: hay cierta "hiperestesia", cierto espíritu de deja vu en las nuevas bandas que van surgiendo. Por eso hace rato que decidí dejar de lado tanta pretensión, aunque no siempre sea recomendable, y entregarme al disfrute de películas como la de una bailarina que intenta lograr la perfección artística bailando un famoso valet de Tchaikovsky.