Borges decía que a los argentinos
que venían de la cancha no les preguntaban nunca “¿cómo estuvo el partido?”,
sino “¿cómo salieron/cómo fue el resultado?”. Ese ejemplo le bastaba para
concluir que al hincha no le gusta el fútbol, sino que su equipo gane.
Análogamente, al televidente de
Lanata, por lo general, no le interesa la política, sino “meterle el dedo en el
culo al kirchnerismo", “reírse DEL PODER” o hacer catarsis. Para el televidente lanatiano
ideal, la política en general pero particularmente en la Argentina, es algo sucio, corrupto, lejano de la “gente honesta y
trabajadora”. Intuyo –no tengo estudios empíricos hechos al respecto- que el televidente
ideal de Lanata cree que el poder es casi sinónimo de Estado –o de Poder
Ejecutivo-, y no le interesa demasiado que le hablen acerca del predominio del capital financiero, ni que profundicen explicaciones sobre cuestiones sociológicas, políticas o económicas complejas. No es casualidad que varios caceroleros lo hayan nombrado como referente.
Ilustro mi postura con un ejemplo
futbolero: imaginen un programa deportivo donde se discuten los méritos para
que José Sosa forme parte del plantel titular de la selección argentina. ¿Cómo
argumentar el desacuerdo? Presentando un informe con la actualidad de José Sosa
en su club, mostrando imágenes y estadísticas con las diversas actuaciones de
Sosa en los partidos en los que le tocó jugar con la celeste y blanca, comparando su desempeño con el
nivel de otros jugadores que –se argumenta- podrían ser potencialmente mejores
en el mismo puesto, etc. Sin embargo, ¿qué haría un “periodista deportivo
lanatiano?”. Muy sencillo: nos diría que uno de los representantes de José Sosa
es sobrino del Manager, Carlos Bilardo. Luego miraría a cámara, haría un guiño
cómplice y diría una frase tipo: “¿Qué curioso, no?”. Con eso sugeriría que el
fútbol es corrupto, que Sabella es un títere o un corrupto, y que todo es una
mierda. ¿En base a una investigación firme? ¡No, en base a elementos tan firmes
como una sospecha y un guiño a cámara!
No tengo elementos para afirmar que Sosa juega porque es representado por el sobrino de
Bilardo. Sí puedo sospechar, pero… ¿de qué sirve discutir sospechas? ¿Cómo
pruebo que tengo razón? ¿Trato de conseguir una cinta donde Grondona y Bilardo
le dicen a Sabella que Sosa tiene que jugar?
La antipolítica es el combustible que hace funcionar a PPT: un programa que viene a ser algo así como adrenalina para antikirchneristas furiosos y televidentes
indignados, que en el fondo no quieren entender la realidad sino reírse del poder.
Ejemplo: en el último programa, Lanata retomó una noticia vieja como si fuese nueva -que en su momento habrá pasado desapercibida- que data del
primero de diciembre de 2011:
A quien no le interesa la
política, no sabe que esa práctica de pedir un diezmo es típica de la
militancia política desde hace décadas. Al televidente “lanatiano”, eso le
puede parecer gravísimo o cuentimenos "sintomático".
Un televidente que lee este post,
me podría decir: “¡sí claro, pero discutí si lo que dice Lanata es cierto!”.
Respuesta: por lo general no me resulta interesante discutir lo que a Lanata le
parece importante, por eso generalmente no miro su programa. Sería como pedirme
que haga una crítica profunda del contenido de la obra de Paulo Coelho.
Además, ¿de qué
voy a hablar, de que Moreno habla mal portuñol, de que el primer mandatario de
Angola es un dictador, de que Cristina se maquilla como una puerta y tiene
mucha guita o Barone laburó en Clarín y ahora está en 67rocho? No, yo quiero
que me expliquen, con perspectiva histórica y con información sólida, lo que se
puede hacer en salud, educación, el mal estado de los trenes, que diversos
especialistas –no lobistas- hablen de cómo hacer para generar crecimiento con
distribución y baja inflación, sobre el estado de las cárceles en Buenos Aires,
reportajes a la Ministra de Seguridad y a especialistas en el tema, etc. Prefiero un programa como “Palabras
más palabras menos” -Tenembaum y Zloto-; donde a veces invitan a gente como Miguel Bein para hablar de economía, que las
gansadas de Sanata. Y aclaro que PMPM no es un programa que me guste mucho, pero cuantimenos le reconozco el estatus de -aún con la incidencia del enfrentamiento Clarín vs Gobierno- estar ejerciendo el periodismo.
La pregunta es: ¿si tan malo te
parece Lanata, por qué hablás de él? Precisamente por eso, porque creo en el
mejoramiento de la democracia y en la necesidad de que surja una OPOSICIÓNLÚCIDA. ¡¡Quiero críticas racionales al gobierno, no chicanas baratas!!
Análisis del discurso de Lanata en 2001:
Ana Wortmann, quien realizó un
estudio comparativo entre “Después de
hora” –conducido por Hadad, Laje y Feinmann- y “Detrás de las noticias”, el programa que hacían Lanata, Verbitsky,
Zlotogwiazda, nos habla acerca del programa de Hadad,
durante el corralito y la crisis de 2001: “Se
insistía con la frase ‘políticos devuelvan el dinero’, en lugar de
responsabilizar a los bancos. Sin embargo, Hadad, a pesar de sus diagnósticos
terminales, no quiere aparecer como disruptivo o antidemocrático. Para
referirse a la autoridad presidencial dice ‘hay que acompañar a este señor, que
lo votamos’. Laje habla de ineptitud, pero sin embargo no se compromete con
ninguna idea: ‘¿a quién le vas a dar el poder?2, se pregunta y pregunta en un
tono escéptico y descreído. Como si todo fuera lo mismo, a través de este
razonamiento consolidan otra frase del sentido común: ‘todos lospolíticos son
iguales, todos roban’, etcétera. Pero, por otro lado, no quieren aparecer como
antidemocráticos, acompañando la lógica empresarial típicamente argentina de no
comprometerse políticamente, de no involucrarse sino de opinar sobre política
según convenga a los negocios empresarios de coyuntura”.
Según Wortman, y OJO QUE ESTO LO
DIJO ANTES DEL KIRCHERNISMO: “hay puntos
en donde los dos convergen, lo cual pone de manifiesto que si bien Lanata
pretende montar una estética más progresista y más “juvenil”, ambos discursos
traducen cierta lógica mediática y, en el caso de Lanata, tampoco puede salirse
aún de la existencia del llamado pensamiento único que ha hegemonizado el mundo
occidental. ¿Son posibles discursos
transformadores en empresas mediáticas de capital concentrado?
Respecto de la crisis en su conjunto, ambos programas adoptan algunas
‘frases eslogan’ para mostrar el grado de deterioro de las relaciones sociales:
‘es una guerra de pobres contra pobres’ es una de las más recurrentes, y en
‘Detrás de las noticias’ (Lanata) aparece también la reflexión sobre la abulia
de la población, y se habla del ‘milagro de la no violencia’”.
Según Wortman, la supuesta
ausencia de ideologías está presente tanto en el programa de Lanata como en el
de Hadad -¡estamos hablando de 2001, no del actual programa!-: no hay política
(ni de derecha, diría Hadad, ni de izquierda, diría Lanata); la no ideología es
equiparada al “sentido común” en el caso de Hadad, y a la “realidad estadística”
en el caso de Lanata: el 39% de la economía es informal, hay tantos millones
por debajo de la línea de pobreza, etc. Ninguno de los dos asume que incluso en el contexto del clima
posmoderno, con el debilitamiento de las ideologías, existen matrices ideológicos
que estimulan imaginarios, creencias. Mientras que la no ideología de “Después
de hora” habla de la carencia política a partir del sentido común, la de “Detrás
de las noticias” habla de la verdad y la justicia.
En 2001, Hadad era el vocero de las empresas privatizadas a quienes no
favorece la devaluación y la pesificación, mientras que Lanata representaba a
grupos monopólicos nacionales que tienen deudas en dólares y a quienes les conviene la pesificación.
Los comentarios de Lanata son
chicanas, asociaciones libres un poco pelotudas, como la siguiente: “todos
hablamos, pensamos sobre el día 90 y qué va a pasar en el día 9. ¿Sabés qué es
en la quiniela el 91? El excusado. El 91 van a tirar la cadena, me entendés.
Esto va a durar bastante más de 90 días y la guita no la van a devolver”. En
Lanata, el periodismo explicativo e informativo es reemplazado por la
indignación escéptica del que “no cree en nada” porque “en este país todos te
cagan”.
En el programa del 11 de
diciembre afirma: “están desconociendo la autoridad de un juez” (los bancos). “El
Estado regula nuestra plata y no regula a los bancos”, expresión que da cuenta
de una profunda confusión en relación al papel del Estado, estableciendo una
asociación falsa. Por un lado hace referencia a una inexistente autonomía del
Estado y, por otro, habla de los bancos como desvinculados del Estado.
Lanata se refiere constantemente
a “El Poder”: al económico -en este caso los bancos- y a “los políticos”. También se destaca
su identificación con aquellos valores que el sentido común ha instalado sobre
el comportamiento de las clases medias argentinas. Uno de ellos es la crítica
social y política a través de la crítica a la corrupción, muy próxima al ex
vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. El énfasis en la crítica a la
corrupción lo lleva a decir casi siempre que los problemas son inmorales e
injustos: el hambre es inmoral, el comportamiento de loas bancos es inmoral
(sic), el desempleo es inmoral. Para Lanata, los políticos son algo ajeno,
maléfico, y el país es “lo indomable”.
Podría seguir, pero francamente me agoté de escribir sobre Lanata. El que tenga ganas de
mirarlo, divertirse y ejercer la catarsis, que sea feliz. ¡Saludos!
Rodrigo, qué carajo haces en un muro de Facebook discutiendo con gente tan pelotuda y facha, esos pibes no cambiarán.
ResponderEliminarMr Gabi
Jaja, me pintó... supongo que fue catarsis.
ResponderEliminarMe encantó la analogía con Sosa y el pariente de Bilardo.
ResponderEliminarMe fascinó. Desde Coelho a la catarsis
ResponderEliminarGracias che! Te mando un abrazo!
Eliminar