No soy muy original: me interesan algunas mujeres, el fútbol, la filosofía, la literatura, la música-especialmente el rock-, la política, el cine, las ciencias sociales… Me hubiera gustado jugar en la primera de Boca y salir campeón mundial con la selección argentina de fútbol, pero no me alcanzó el talento. Tengo pendiente salir campeón con mis amigos de algún torneo amateur.
Escribo por varias razones, pero fundamentalmente para que me quieran.
miércoles, 14 de marzo de 2012
COMIENZOS DE NOVELAS Y RELATOS QUE LEÍ Y ME HAN ATRAPADO
"Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado" es el comienzo perfecto, no se puede escribir mejor que eso.
por cierto, Borges criticaría con dureza eso de "emergió de la cama", a no ser que el personaje durmiera en el fondo de una pileta. "emergió de la cama, qué bruto" diría...
Jaja es muy cierta la observación borgeana acerca de "emergió de la cama". La traducción que tengo es horrible. Es una edición de Edhasa, que encima lleva por título Blade Runner, con la cara de Harrison Ford, Daryl Hanna y otros personajes de la película de Ridley Scott. Acaso el traductor hubiese aprobado "los hechos consuetudinarios que acontecen en la rúa", je. Es un Carlos Argentino Daneri cualquiera. Dick escribió "he rose from the bed". Un estudiante de inglés de primer año podría haber puesto "se levantó de la cama", y quedaba muchísimo mejor. http://cuspide.com/isbn/8435020908 Saludos
Otro comienzo: “No veo un bien en la soberanía de muchos; uno solo sea amo, uno solo sea rey.” Así hablaba en público Ulises, según Homero. Si hubiera dicho simplemente: “No veo bien alguno en tener a varios amos”, habría sido mucho mejor. Pero, en lugar de decir, con más razón, que la dominación de muchos no puede ser buena ya que la de uno solo, en cuanto asume su naturaleza de amo, ya suele ser dura e indignante, añadió todo lo contrario: “Uno solo sea amo, uno solo sea rey”. No obstante, debemos perdonar a Ulises, quien, entonces, se vio obligado a utilizar este lenguaje para aplacar la sublevación del ejército, adaptando, según creo, su discurso a las circunstancias más que a la verdad.2 Pero, en conciencia, ¿acaso no es una desgracia extrema la de estar sometido a un amo del que jamás podrá asegurarse que es bueno porque dispone del poder de ser malo cuando quiere? Y, obedeciendo a varios amos, ¿no se es tantas veces más desgraciado? No quiero, de momento, debatir tan trillada cuestión: a saber, si las otras formas de república son mejores que la monarquía. De debatirla, antes de saber qué lugar debe ocupar la monarquía entre las distintas maneras de gobernar la cosa pública, habría que saber si hay incluso que concederle un lugar, ya que resulta difícil creer que haya algo público en un gobierno en el que todo es de uno. Pero reservemos para otra ocasión3 esta cuestión, que merece ser tratada por separado y podría provocar por sí sola todas las discusiones políticas posibles. De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorprendente –y, sin embargo, tan corriente que deberíamos más bien deplorarlo que sorprendernos– ver cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y son juzgados, la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados y, por decirlo así, embrujados por el nombre de uno, al que no deberían ni temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que se muestra para con ellos inhumano y salvaje).” Etienne de la Boétie. “El discurso de la servidumbre voluntaria.” Siempre de rigurosa actualidad.-
¡Muy bueno! Ese texto le gustaba mucho a Claude Lefort. Lo tengo en mi casa y todavía no lo leí. Una edición con prólogo, justamente, de Lefort. Saludos!
El prólogo del que tengo, está escrito entre otros por Marcel Gauchet, discípulo de Claude Lefort. Lástima que no se lean mucho por estas tierras a esos autores, también de rigurosa actualidad. Saludos.
Anóteme con dos: "El Astrólogo miró alejarse a Erdosain, esperó que éste doblara en la esquina, y entró a la quinta murmurando: -Sí… pero Lenin sabía adónde iba". ("Los Lanzallamas", de Roberto Arlt, por más que en realidad continúe "Los Siete Locos"). "Muchos años después, al frente del pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella remota tarde en que su padre lo llevo a conocer el hielo". ("Cien años de soledad", elección tan obvia que me extrañó que nadie citara). La del Quijote, para acabar con las elecciones obvias ("en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme" etc.) "La primera vez que posé los ojos sobre Terry Lennox, él estaba borracho en un Rolls Royce Silver Wraith, frente a la terraza de The Dancers. El encargado de la playa de estacionamiento había sacado el auto y seguía manteniendo la puerta abierta, por que el pie izquierdo de Terry Lennox colgaba afuera como si se hubiera olvidado que lo tenía. El rostro de Terry Lennox era juvenil, pero su cabello blanco como la nieve. Por sus ojos se podía ver que le habían hecho cirugía estética hasta la raíz de los cabellos, pero, por lo demás, se parecía a cualquier joven simpático en traje de etiqueta, que ha gastado demasiado dinero en uno de esos establecimientos que sólo existen con ese fin y para ningún otro.". ("El Largo Adiós" de Raymond Chandler). Las citas son textuales gracias a Google, mi memoria no es tan buena.
A mi también me gustó mucho ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? desde el título es muy sugerente, de lo mejor en ciencia ficción. Añadiría el comienzo de alguna de las novelas de García Márquez; por ejemplo Crónica de una muerte anunciada: "El día en que lo iban a matar Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el ovispo..." Todo un triller caribeño.
Son muy lindos los libros de, como diría maliciosamente Fogwill, García Marketing. Leí Cien años de soledad y me gustó mucho... aunque no me la acuerdo porque era chico. Me gustaría leerla de nuevo, el tema es que es muy larga y tengo otros libros pendientes para disfrutar. Estimado Cine, me diste ganas de leer a Arlt, lo tengo olvidado al buácho!
Siempre me fascinó el comienzo de Cien años. Y ví una entrevista en dónde Márquez hacía un comentario al respecto. Decía algo así como que lo que quería lograr con ese comienzo era que el calor quedara grabado con tal fuerza en la mente del lector que no hubiera que hacer ninguna otra mención al respecto en la novela. Genial.
Che, "a la final" van a hacer que vuelva a leer a García M. Es muy bueno ese libro, pero casi no lo recuerdo. Creo que había una parte donde un personaje se volaba mientras colgaba la ropa o algo así. Saludos!
"Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado" es el comienzo perfecto, no se puede escribir mejor que eso.
ResponderEliminarpor cierto, Borges criticaría con dureza eso de "emergió de la cama", a no ser que el personaje durmiera en el fondo de una pileta. "emergió de la cama, qué bruto" diría...
Jaja es muy cierta la observación borgeana acerca de "emergió de la cama". La traducción que tengo es horrible. Es una edición de Edhasa, que encima lleva por título Blade Runner, con la cara de Harrison Ford, Daryl Hanna y otros personajes de la película de Ridley Scott. Acaso el traductor hubiese aprobado "los hechos consuetudinarios que acontecen en la rúa", je. Es un Carlos Argentino Daneri cualquiera.
ResponderEliminarDick escribió "he rose from the bed". Un estudiante de inglés de primer año podría haber puesto "se levantó de la cama", y quedaba muchísimo mejor.
http://cuspide.com/isbn/8435020908
Saludos
Muy lindo post! Incluso un toque gracioso XD
ResponderEliminarOtro comienzo:
ResponderEliminar“No veo un bien en la soberanía de muchos; uno solo sea amo, uno solo sea rey.” Así hablaba en público Ulises, según Homero. Si hubiera dicho simplemente: “No veo bien alguno en tener a varios amos”, habría sido mucho mejor. Pero, en lugar de decir, con más razón, que la dominación de muchos no puede ser buena ya que la de uno solo, en cuanto asume su naturaleza de amo, ya suele ser dura e indignante, añadió todo lo contrario: “Uno solo sea amo, uno solo sea rey”. No obstante, debemos perdonar a Ulises, quien, entonces, se vio obligado a utilizar este lenguaje para aplacar la sublevación
del ejército, adaptando, según creo, su discurso a las circunstancias más que a la verdad.2 Pero, en conciencia, ¿acaso no es una desgracia extrema la de estar sometido a un amo del que jamás podrá asegurarse que es bueno porque dispone del poder de ser malo cuando quiere? Y, obedeciendo a varios amos, ¿no se es tantas veces más desgraciado? No quiero, de momento, debatir tan trillada cuestión: a saber, si las otras formas de república son mejores que la monarquía. De debatirla, antes de saber qué lugar debe ocupar la monarquía entre las distintas maneras de gobernar la cosa pública, habría que saber si hay incluso que concederle un lugar, ya que resulta difícil creer que haya algo público en un gobierno en el que todo es de uno. Pero reservemos para otra ocasión3 esta cuestión, que merece ser tratada por separado y podría provocar por sí sola todas las discusiones políticas posibles. De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorprendente –y, sin embargo, tan corriente que deberíamos más bien deplorarlo que sorprendernos– ver cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y son juzgados, la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados y, por decirlo así, embrujados por el nombre de uno, al que no deberían ni temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que se muestra para con ellos inhumano y salvaje).”
Etienne de la Boétie. “El discurso de la servidumbre voluntaria.”
Siempre de rigurosa actualidad.-
¡Muy bueno! Ese texto le gustaba mucho a Claude Lefort. Lo tengo en mi casa y todavía no lo leí. Una edición con prólogo, justamente, de Lefort.
ResponderEliminarSaludos!
El prólogo del que tengo, está escrito entre otros por Marcel Gauchet, discípulo de Claude Lefort. Lástima que no se lean mucho por estas tierras a esos autores, también de rigurosa actualidad.
EliminarSaludos.
Anóteme con dos:
ResponderEliminar"El Astrólogo miró alejarse a Erdosain, esperó que éste doblara en la esquina, y entró a la quinta murmurando: -Sí… pero Lenin sabía adónde iba". ("Los Lanzallamas", de Roberto Arlt, por más que en realidad continúe "Los Siete Locos").
"Muchos años después, al frente del pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella remota tarde en que su padre lo llevo a conocer el hielo". ("Cien años de soledad", elección tan obvia que me extrañó que nadie citara).
La del Quijote, para acabar con las elecciones obvias ("en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme" etc.)
"La primera vez que posé los ojos sobre Terry Lennox, él estaba borracho en un Rolls Royce Silver Wraith, frente a la terraza de The Dancers. El encargado de la playa de estacionamiento había sacado el auto y seguía manteniendo la puerta abierta, por que el pie izquierdo de Terry Lennox colgaba afuera como si se hubiera olvidado que lo tenía. El rostro de Terry Lennox era juvenil, pero su cabello blanco como la nieve. Por sus ojos se podía ver que le habían hecho cirugía estética hasta la raíz de los cabellos, pero, por lo demás, se parecía a cualquier joven simpático en traje de etiqueta, que ha gastado demasiado dinero en uno de esos establecimientos que sólo existen con ese fin y para ningún otro.". ("El Largo Adiós" de Raymond Chandler).
Las citas son textuales gracias a Google, mi memoria no es tan buena.
A mi también me gustó mucho ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? desde el título es muy sugerente, de lo mejor en ciencia ficción. Añadiría el comienzo de alguna de las novelas de García Márquez; por ejemplo Crónica de una muerte anunciada: "El día en que lo iban a matar Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el ovispo..." Todo un triller caribeño.
ResponderEliminarJorge
¡¡Aguante Philip!!!
EliminarSon muy lindos los libros de, como diría maliciosamente Fogwill, García Marketing. Leí Cien años de soledad y me gustó mucho... aunque no me la acuerdo porque era chico. Me gustaría leerla de nuevo, el tema es que es muy larga y tengo otros libros pendientes para disfrutar.
ResponderEliminarEstimado Cine, me diste ganas de leer a Arlt, lo tengo olvidado al buácho!
Siempre me fascinó el comienzo de Cien años. Y ví una entrevista en dónde Márquez hacía un comentario al respecto. Decía algo así como que lo que quería lograr con ese comienzo era que el calor quedara grabado con tal fuerza en la mente del lector que no hubiera que hacer ninguna otra mención al respecto en la novela. Genial.
ResponderEliminarChe, "a la final" van a hacer que vuelva a leer a García M. Es muy bueno ese libro, pero casi no lo recuerdo. Creo que había una parte donde un personaje se volaba mientras colgaba la ropa o algo así.
ResponderEliminarSaludos!
"La cosa empezó así." Viaje al fin de la noche, Louis Ferdinand Celine.-
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