Érase una vez un pintor que llegó a viejo, luego de dedicar toda su vida a un único cuadro. Una vez que lo hubo terminado, invitó a los amigos que todavía le quedaban para mostrarles su obra: en ella se veía un parque, y entre los prados un estrecho camino que conducía a una casa situada en lo alto de la montaña.
Cuando los amigos, listos para dar su opinión, se giraron hacia el pintor, éste ya no estaba junto a ellos. Miraron de nuevo hacia el cuadro: estaba ahí, recorriendo la suave pendiente del camino; abrió la puerta de la casa, se paró un momento, se volvió, sonrió, les dio nuevamente la espalda y cuidadosamente cerró tras de sí la puerta dibujada.
FIN
Aquí, otro post "chino".
Y si quieren "música china" hecha en Bernal, acá tienen un tema de un gomía de la infancia.
FIN
Aquí, otro post "chino".
Y si quieren "música china" hecha en Bernal, acá tienen un tema de un gomía de la infancia.
lo reparió....
ResponderEliminarTiene su onda... ni idea de dónde salió esa historia. La leí en un libro de Rudiger Safranski, un alemán, profesor de filosofía.
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